“¿Por qué las personas se casan?”

Esta es la base principal que se debe cuestionar la sociedad al analizar la razón por la que las estadísticas de divorcio en la Isla apuntan a que “no estamos teniendo un índice de éxito muy bueno” en los matrimonios, según destacó la sicóloga clínica de familia y parejas, la doctora Isabel Hernández.

“Hay cosas que están faltando y no están logrando ser trabajadas. La sociedad debe entender y preparar mejor a los ciudadanos sobre qué involucra un casamiento saludable”, señaló.

En estas etapas, según describió la experta, el matrimonio lleva a las personas a asumir una nueva identidad, mientras los divorcios las llevan a experimentar un proceso de pérdida. Ambos procesos llevan a las parejas a experimentar cambios de vida, sociales y económicos.

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Aun cuando estos aspectos estén correlacionados, pues para divorciarse primero tiene que ocurrir una boda, el doctor en sociología, gerontólogo y epidemiólogo, José Rodríguez Gómez, llamó a no correlacionar las estadísticas de bodas y divorcios por año.

El catedrático universitario explicó que hacerlo es una “falacia ecológica”. Es como decir que la mitad de los fumadores mueren de cáncer.

“Estás viendo que, en términos de cuántos se casan y divorcian no son las mismas personas del mismo año. Los que se divorcian llevan 30 años de casados, 20 años de casados, 10 años”, expuso.

De hecho, comentó que las estadísticas apuntan a que los divorcios ocurren entre los 6 a 7 años de casados, así como en un promedio de 25 años de matrimonio.

“Yo les digo a mis estudiantes, si tu papá tiene 25 años de casado, usa mahones vaqueros ajustados, camisa estilo hawaiana, se pinta el bigote y se pone a adelgazar, que tenga cuidado, que lo próximo que va a cambiar es la mamá. Lo digo dentro de lo jocoso, lo serio. Eso para el hombre. Lo que hay es una dinámica que se genera que, si no se hablan dentro de la relación matrimonial, vamos a un camino de la separación”, expresó Rodríguez Gómez, a modo de ejemplo.

Como diagnóstico social, el también investigador apuntó que uno de los problemas que se puede estar generando en la actualidad es que el matrimonio “no está siendo priorizado”.

“Hay mucha gente dirigida a convivir o amigos con privilegios”, dijo.

Comentó que la tendencia que se ha investigado en varias tesis de la Universidad Carlos Albizu y la Universidad de Puerto Rico, en las que labora como profesor, también apuntan a altas tasas de separación cuando no existe de por medio un pacto formal.

¿El fallo? “Parece ser que, entre otros factores, es la línea de compromiso. No hay una visión actitudinal de luchar por lo que quieres, centrarse en las áreas que pueden mejorar”.

Por ello, la doctora Hernández recomendó que en cada paso que se vaya a tomar, tanto para el matrimonio como para el divorcio, es conveniente buscar ayuda. La sicóloga dijo que la meta de toda pareja es lograr una convivencia saludable. Para lograrlo, comentó, hay que conocerse, trabajar todo asunto de confianza y que se logre estar en lo que llamó “la misma página”.

Dijo que se debe entender que “somos seres humanos independiente, pero también parejas. Que no seamos muy desapegados o apegados”.

“Realmente, lo que el matrimonio lo que hace es exacerbar las situaciones que ya están ocurriendo y manías y todo esto empieza a verse diariamente”, explicó.

El divorcio, entretanto, dijo que debe verse como un proceso de buscar “un estilo de vida saludable”. Para lograrlo, también se necesita ayuda.

En esta pérdida, es esencial entender “cómo aceptar el proceso de que no somos la misma familia de antes”.

Hernández indicó que la primera etapa es la decisión. En este proceso debe reinar la comunicación.

La segunda etapa la llamó como “irme de la casa”. Indicó que el proceso es “complicado”, sobre todo si hay hijos involucrados. Es que se hace sentir la pérdida de la familia, de la identidad como esposo o esposa, así como de los roles sociales asumidos.

La doctora indicó que la tercera etapa es “la parte más difícil del proceso”, reestructurarse como familia o persona.

“Es reestructurar y cambiar esa identidad de cómo veía mi vida unida a esa persona”, opinó.

En esta etapa se debe “empezar a crear nuevas rutinas, límites juntos. Empezar a tener rituales. Cosas que creamos para crear normalidad y rutina”, recomendó.

Hernández reiteró que esta etapa es más difícil aún si se tiene niños. Comentó que puede tener efecto en su comportamiento o hasta en sus estudios. Por ello, abogó por que reciban ayuda sicológica para enfrentar la separación.

Insistió, además, en que el paso más importante que debe pasar es que se demuestre a los hijos que un divorcio “no significa mamá y papá te dejen de querer”.

Otro aspecto que como sociedad se debe atender es el hecho de que hay muchas familias reconstruidas.

Rodríguez Gómez señaló que no se está preparando a la sociedad para convivir con una madrastra o un padrastro.

Estipuló que la clave siempre será saber “manejar, entender y comunicar” con una actitud positiva.

Por otro lado, el sociólogo estipuló que es normal que ahora en la pandemia haya una merma en casamientos.

Dijo que “la lógica lo que me indica es que como no tenemos posibilidad de compartir adecuadamente” no se llega a la posibilidad de establecer el grado de compromiso que se necesita como para llegar al altar.

Entre los problemas que explicó que es que “la realidad virtual no es la más adecuada para expresar mis sentimientos”.

“No es lo mismo ver la cara en una pantalla, que interactuar con una persona en vivo. Ver si suda o no suda y oler ese sudor. Eso no lo puede haber en una cámara virtual, esa fase de interacción real que son fundamentales para llegar al matrimonio”, puntualizó Rodríguez Gómez.