Dolorosa despedida a bebé abusada y asesinada por su padre
Allí reinaba un ambiente de profundo dolor e indignación por el espantoso suceso ocurrido la semana pasada.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Guayanilla. Un delicado féretro blanco rodeado de globos, flores y juguetes, cual símbolo de la pureza e inocencia infantil, quedó grabado en la mente y corazón de decenas de personas que escoltaron a la pequeña April Thais Ortiz Quiñones hacia su última morada en el cementerio municipal de Guayanilla.
El sepelio se llevó a cabo bajo un candente sol, pero no impidió que los asistentes se trasladaran a pie desde la Funeraria Pacheco -en el casco urbano- hasta el camposanto, en solidaridad con la niña de dos años quien fue asesinada por su padre, Jiovan F. Ortiz Soto, tras un patrón confeso de maltrato que incluyó abuso sexual.
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Allí reinaba un ambiente de profundo dolor e indignación por el espantoso suceso ocurrido la semana pasada, mientras escuchaban en alta voz “A dormirse mi niña”, la canción de cuna que acompañó la comitiva fúnebre y que desbordó un mar de lágrimas por las calles del pueblo sureño.
Su abuela materna, Helen Rivera Borrero, se armó de valor para agradecer las muestras de apoyo y respeto, aunque evitó hablar de lo sucedido.
“Sé que el pueblo se une a mi dolor y que me tienen en sus oraciones, dándome fortaleza en esta cosa bien difícil, porque no es fácil. Si me he mantenido hasta ahora aquí, así, voy a seguir porque tengo que luchar por dos… la hija mía y la otra nena”, confesó la madre de Naiari Quiñones Rivera, quien enfrenta cargos de maltrato por negligencia y omisión intencional.
“Yo soy una mujer dura, pero ahora, mi amor, ahora estoy más dura que nunca… dura no, más fuerte que nunca, porque no estoy sola. A veces, uno se cree que está solo, pero en la esquinita hay alguien que está ahí para apoyarte, sea moral, espiritualmente”, continuó, a pesar de la tragedia que cegó la vida de su nieta menor.
Asimismo, Rivera Borrero pidió al pueblo que la mantenga en oración.
“Oraciones… lo que pido ahora son oraciones. A todo el mundo, gracias por este gesto que están haciendo ahora y que no me abandonen en sus oraciones. Es lo que necesito más ahora, mucha, mucha oración porque a través de la oración, me llega fortaleza”, expresó.
Ortiz Soto enfrenta cargos por asesinato en primer grado, cuatro por incesto y cuatro por agresión sexual. Se le señaló una fianza de $5 millones.
A Quiñones Rivera, de 29 años, por su parte también se encontró causa para arresto en dos cargos de maltrato por negligencia y omisión intencional de la Ley 246 para la Seguridad, Bienestar y Protección de Menores, y se le fijó una fianza de $1 millón.
Ambos fueron ingresados en prisión. La vista preliminar fue señalada para el 22 de junio.
“Estamos más que apenados, indignados”
El alcalde Raúl Rivera Rodríguez no ocultó su tristeza y “tal vez, coraje, de pasar por lo que estamos pasando”.
“No hay derecho de que un angelito de dos años experimentara lo que pasó en su vida, y mucho menos terminarla de esa forma. Estamos más que apenados, indignados y, sobre todo, tristes, porque estamos experimentando algo que nunca se había visto en nuestro pueblo. No hay palabras que describan lo que siente el corazón de todos los guayanillenses en un momento tan difícil como este. Estamos bien, bien, tristes”, insistió al permanecer visiblemente dolido por la situación.
Donan servicios
Cabe destacar que, en medio de la tragedia, la familia de April Thais fue recipiente de un acto de bondad el cual permitió que la bebita tuviese un velatorio de pueblo gratuito, pues el propietario de la funeraria, Héctor Luis Pacheco Fonseca, donó todo lo relacionado a las exequias.
“Nosotros decidimos que todo fuera gratis, de nuestro corazón. Esto ha sido una noticia muy fuerte y, nos chocó a todos, porque mi jefe tiene nietos. Yo tengo un nene de tres años, el embalsamador tiene una nena de cuatro años, el transportista está próximo a ser papá y esto ha sido algo fuerte”, manifestó su portavoz Elony Santos Mercado.
Igualmente, el embalsamador José Luis Rosario Crespo y, el transportista Irving Quiñones, también donaron sus servicios.
Sigue la consternación
Una vecina identificada como Johana Ríos, describió a April como “bien alegre, contenta, juguetona, como toda niña. La nena siempre se ha visto por ahí desde pequeña”.
“Estoy aquí por solidaridad porque, imagínate, una noticia así ¿quién la espera? Es gente que tú ves todos los días, que nunca se te cruzó por la mente que son capaz de hacer esas cosas, imagínate. Uno se siente mal porque uno los ve por ahí y uno no sabe. De uno saber, a lo mejor hubiese hecho algo”, lamentó.
Mientras que Rita Rosa expuso que conoce a la abuela materna, pues fueron vecinas en el barrio Indios.
“No conocí a la bebé, sino a la mamá, desde pequeña. Era una muchacha muy buena. Estoy aquí en solidaridad por lo de la niña, porque yo tengo nietos. Es traumante… eso perdura, era un angelito”, lamentó.
Por su parte, Juan Justiniano, quien fungió como chofer del vehículo que tomaba Naiari cuando estudiaba en un colegio técnico de Ponce en 2018, destacó su consternación con el caso.
“Esta situación, de verdad, es demasiado de frustrante para todos. Yo tengo dos hijas y yo soy bien celoso con ellas. Esto es terrible, de verdad. Yo como padre puedo decir que no es fácil; imaginarme en los zapatos de la familia. Estoy consternado. Como padre es algo doloroso”, señaló.
El hombre mencionó que, para el momento en que interactuó con la madre de la menor asesinada, “ella era diferente, era tranquila. Nadie se imaginaba que iba a pasar un caso así. Ahora, al ver la noticia, es un cambio radical. Era usuaria (de sustancias controladas), igual que él (Jiovan)”.
“¿Dios mío, pero por qué pasó esto que nadie se dio cuenta? ¿Tanto tiempo, desde los ocho meses? Si a las niñas se le cambia el pamper, a las niñas se bañan. Se tiene que haber dado cuenta rápido”, dijo por su parte Milagros Medina, de 65 años.
La maestra y trabajadora social, aseguró que también conoció a Naiari, cuando residía con su madre en el barrio Indios.
“La mamá era muy diferente cuando vivía cerca de nosotros, en la misma calle del barrio Indios. Esto es bien malo… uno cae hasta en depresión con esto, porque desde que pasó esto, uno está pensando a toda hora. Yo no duermo pensando en esto”, acotó.
Antes del mediodía, los restos de April Thais fueron sepultados en el cementerio municipal, mientras que, familiares, conocidos y ciudadanos en general, se abrazaron en señal de solidaridad y llevando un contundente mensaje en repudio al brutal asesinato de la menor.