Todos los días, un rugido de aeronaves intercepta la audición de Wilbert Ruperto Hernández, quien reside aledaño a una base militar. Para muchos, esto podría ser un detonante, una molestia, pero para el joven puertorriqueño es solo parte de su visa para un sueño: trabajar en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por su siglas en inglés).

Ruperto Hernández, quien se graduó de bachillerato en ingeniería mecánica del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) el año pasado, delineó sus aspiraciones profesionales desde la temprana edad de cuatro años: ser astronauta. Actualmente, a sus 24 años, y aún cautivado por el espacio, lidera esfuerzos de exploración espacial desde la Subdivisión de Análisis de Misiones Especiales en el Langley Research Center, en el estado de Virginia.

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En entrevista con este medio, Ruperto Hernández recordó la génesis de su pasión por la exploración aeroespacial: la biblioteca de su abuelo.

“Fue gracias a unas enciclopedias y revistas que mi abuelo tenía en la biblioteca de su casa. Mis abuelos me cuidaban mientras mis papas trabajaban y me pasaba todo el tiempo ahí. Los libros tocaban muchas cosas sobre el espacio: astronautas, naves espaciales, entre otras”, explicó el ingeniero natural de Mayagüez.

No fue hasta su décimo grado de escuela superior cuando reafirmó su pasión al integrarse a la Academia Espacial del Observatorio de Arecibo, un programa investigativo preuniversitario. Fungió paralelamente como asistente de cátedra investigando asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra.

“Ahí me dí cuenta que tenía una pasión por la ciencia, pero también por la ingeniería, y que a través del espacio podía combinar eso”, explicó Ruperto Hernández. Desde el 2015, el egresado del RUM se ha involucrado consistentemente en distintos proyectos e iniciativas que han definido su camino académico y profesional.

Wilbert Ruperto Hernández trabaja en el Centro de Investigación de la NASA en Langley en Virginia.
Wilbert Ruperto Hernández trabaja en el Centro de Investigación de la NASA en Langley en Virginia. (Suministrada)

SEDS-UPRM y RASC-AL: el boleto aéreo para NASA

Aunque el capítulo estudiantil de Students for the Exploration and Development of Space (SEDS) en la UPR en Mayagüez ya existía antes de que ingresará al recinto, Ruperto Hernández jugó un papel integral en su crecimiento desde que entró al colectivo en el 2017, el mismo año que comenzó su bachillerato.

Entre su legado está el desempeño del capítulo de SEDS-UPRM la competencia Revolutionary Aerospace Systems Concepts Academic Linkage (RASC-AL) Forum, de la cual quedaron tricampeones de 2019 a 2021.

“Había un sentimiento entre mis compañeros de comenzar un movimiento, traer nuevas experiencias para los estudiantes y traerlos a este ambiente que es prometedor; poner a Puerto Rico en el mapa”, delineó el pasado líder de proyectos y eventual vicepresidente del capítulo para los años académicos 2019-2020 y 2020-2021.

Sin embargo, el ingeniero destacó que en aquellos años la falta de cursos y profesores especializados en ingeniería aeroespacial y salones de mayor capacidad en el RUM fueron algunas de las vicisitudes que enfrentó SEDS-UPRM siendo un proyecto piloto en Puerto Rico y en una industria en desarrollo.

“Estaba la pasión y la motivación, pero se nos hizo difícil. Éramos (un equipo) nuevo que nadie quería ayudar porque no sabían cómo ayudarnos. No fue hasta la primera vez que competimos y ganamos todos los premios que tuvimos visibilidad y apoyo multisectorial. Fue inesperado, pero vieron que realmente había frutos en esto”, admitió.

Indudablemente, tanto su tiempo SEDS-UPRM como sus años compitiendo en RASC-AL fueron decisivos para lograr su sueño.

“Es la experiencia más significativa que tuve en toda mi carrera académica, quizás en toda mi vida. Me ayudó a encontrar lo que realmente me gusta dentro de todo lo que me gusta: diseñar conceptos y misiones espaciales”, sostuvo.

Su ardua labor de cinco años no pasó desapercibida. Durante sus tiempo en el RUM, el egresado del Colegio de Ingeniería obtuvo seis internados –cuatro con NASA y dos en compañías privadas-. Asimismo, el 2020, obtuvo el Distinguished Undergraduate Award del Universities Space Research Association (USRA) junto a una subvención de $5,000, el cual sólo se otorga a cuatro estudiantes de los Estados Unidos y sus territorios.

Como si fuese poco, fue seleccionado para formar parte del Matthew Isakowitz Fellowship (2022), un prestigioso programa de internado y mentoría en la industria aeroespacial.

Y finalmente, Ruperto Hernandez llegó Langley.

“Al mismo tiempo, ellos (NASA) me tenían en una lista desde hace muchos años, y no fue hasta el último año de bachillerato que ellos, como sabían que me iba a graduar, me contactaron: ‘Tenemos muchas posiciones abiertas, para que solicites’”, destacó.

Tomó varios intentos, pero a la tercera fue la vencida. Finalmente lo contrataron para la posición en la Subdivisión de Análisis de Misiones Especiales de la NASA en Virginia.

“Esta oficina es un grupo de ingenieros que ayudan al liderato de NASA y sus clientes con decisiones informadas. Hacemos análisis independientes: nos traen un problema y desarrollamos un metodología mediante la cual analizamos todas las opciones posibles para ese problema. Ayudamos en operaciones como construcción, ensamblaje, factura e inspección, reparaciones y reabastecimiento de combustible, entre otros”, abundó.

Y pese que todavía no es astronauta, indudablemente toda su trayectoria indica que está encaminado en su meta.

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