Mayagüez.- Durante años, el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (RUM) ha sido un bastión de innovación y excelencia académica, consolidándose como uno de los líderes internacionales en la formación de ingenieros altamente solicitados en diversas industrias. Con esa reputación, la unidad de la UPR se dirige ahora hacia nuevos horizontes: el sector aeroespacial.

Precisamente, la creciente demanda en carreras relacionadas a la industria aeroespacial en la isla desde el año 2000 fue lo que motivó a la institución a rediseñar su programa y convertir su grado menor en un bachillerato en Ingeniería Aeroespacial, explicó la profesora y directora del Centro de Ingeniería Aeroespacial y Sistemas no Tripulados del Recinto, Sheila Torres.

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“Es una meta ambiciosa, pero hay un compromiso significativo por parte de la administración de la universidad con las iniciativas aeroespaciales, principalmente porque los estudiantes lo demandan”, comentó Torres, quien destacó que el programa de bachillerato podrá ser realidad en menos de cinco años.

La industria aeroespacial trabaja, entre otras cosas, con el diseño, producción, comercialización y mantenimiento de aeronaves como aviones, helicópteros, drones y misiles, junto con naves espaciales, cohetes y sus componentes especializados, como sistemas de propulsión y navegación.

En ruta a concretar el programa académico, que se encuentra en la fase de aprobaciones, la institución ha captado ya la atención de empresas líderes en el sector aeroespacial, como Pratt & Whitney, quienes han realizado colaboraciones e inversiones significativas.

La reciente donación de más de 1.1 millones de dólares por parte de esta compañía dio lugar a la creación de un laboratorio de vanguardia conocido como el Turbo Lab. Este laboratorio no solo ofrece a los estudiantes del bachillerato en Ingeniería Mecánica, con un grado menor en Ingeniería Aeroespacial, la oportunidad de reforzar y aplicar lo aprendido en el salón, sino que también los prepara para ingresar a esta industria altamente competitiva y de gran demanda.

El Turbo Lab se habilitó gracias a una donación de la empresa Pratt & Whitney. Aquí la profesora Sheila Torres.
El Turbo Lab se habilitó gracias a una donación de la empresa Pratt & Whitney. Aquí la profesora Sheila Torres. (Jorge A Ramirez Portela)

“Yo lo veo como tener el aval de la industria, de que lo que estamos haciendo, lo estamos haciendo bien”, expresó Torres, quien es parte de la plantilla de docentes de la institución desde 2015.

Pero la visión de la UPR en Mayagüez va más allá de la creación de laboratorio. Con el respaldo del Congreso de los Estados Unidos, que en agosto de 2023 desembolsó 7.5 millones de dólares para la construcción del Centro de Investigación Aeroespacial, se amplía aún más el horizonte de posibilidades.

Este respaldo financiero no solo ayuda a fortalecer la infraestructura del campus, sino que también abre puertas para estudiantes como Jared Portalatín, cuya pasión por la ingeniería lo llevó desde la escuela Benito Cerezo Vázquez en Aguadilla -la primera especializada en ingeniería en Puerto Rico-, hasta el recinto mayagüezano.

“Dije, ‘Mayagüez es el recinto en el que quiero estudiar, ya que tiene todo y estoy cerca de mi pueblo’”, compartió Portalatín, residente de Aguadilla y quien cursa su primer año.

Estudiantes y profesora congregados en el Turbo Lab.
Estudiantes y profesora congregados en el Turbo Lab. (Jorge A Ramirez Portela)

Sin embargo, la misión del recinto va más allá de la formación de ingenieros altamente calificados. Buscan también retener la “fuga de cerebros” que afecta a Puerto Rico y fortalecer la industria aeroespacial en la isla.

“A mí me motivaba muchísimo el poder trabajar en iniciativas que creen taller para los estudiantes aquí. El que decida irse a los Estados Unidos fantástico, pero el que decida quedarse en Puerto Rico y quiera trabajar en la industria aeroespacial, pues que lo pueda hacer”, comentó la profesora.

“La idea es que estudiantes de bachillerato desde el primer año estén expuestos a los términos que se usan y las herramientas que usamos. Así que estamos creando ese espíritu para desarrollar a nuestros estudiantes, de manera que cuando se gradúen, la curva de adiestramiento se acorte significativamente”, añadió la catedrática, quien lidera el diseño del nuevo programa académico cuyo lanzamiento se anticipa antes de los cinco años previstos para la finalización de la construcción del nuevo centro de investigación.

La profesora Sheila Torres Nieves muestra una de las turbinas que usan los estudiantes como recurso de práctica en el laboratorio.
La profesora Sheila Torres Nieves muestra una de las turbinas que usan los estudiantes como recurso de práctica en el laboratorio. (Jorge A Ramirez Portela)

La oferta de este nuevo bachilletaro ofrecerá la oportunidad a estudiantes como Carib Silva, quien ingresó al RUM para estudiar ingeniería sin tener claridad sobre su área de interés, comenzar a adentrarse en el campo aeroespacial desde su primer año.

“La clase de Sheila (Torres) fue por la primera puerta que yo entré y me enseñaron lo que eran los motores de avión. Yo dije ‘Wow, me puedo enfocar en esto, puedo trabajar en esto, me gusta”, compartió Silva, estudiante de sexto año.

Carib Silva, derecha, quedó fascinado con la ingeniería aeroespacial cuando tomó un curso con la doctora Sheila Torres Nieves. Aquí le acompañan -desde la izquierda- los estudiantes Fabián Pagán y Jared Portalatín.
Carib Silva, derecha, quedó fascinado con la ingeniería aeroespacial cuando tomó un curso con la doctora Sheila Torres Nieves. Aquí le acompañan -desde la izquierda- los estudiantes Fabián Pagán y Jared Portalatín. (Jorge A Ramirez Portela)

La concentración menor en ingeniería aeroespacial no era parte de su plan original, pero una vez Silva la descubrió, todo comenzó a fluir.

“Estuve cuatro años que cogía clases por pasarlas, no había motivación en mí, hasta que llegué a esto”, añadió el estudiante, quien se prepara para realizar dos internados este año en compañías líderes en el campo de la ingeniería.

El plan para el programa aeroespacial se espera que tenga el respaldo de la NASA como uno de los colaboradores.

“A mí siempre me ha gustado el campo aeroespacial, esa es mi meta, trabajar en un futuro en esta industria y al ver que la universidad está haciendo los avances, es por eso que estoy aquí. Es un honor ver como la universidad no la ha dejado caer”, comentó Fabian Pagán, estudiante de cuarto año y líder del equipo AeroDesign.

Sarah M. Marte Fuentes, estudiante de Ingeniería Mecánica y quien trabaja en el diseño de una turbina.
Sarah M. Marte Fuentes, estudiante de Ingeniería Mecánica y quien trabaja en el diseño de una turbina. (Jorge A Ramirez Portela)