Amarilis Carrasquillo Olique, la maestra embarazada que falleció por COVID-19 el 29 de agosto, vivió a plenitud dando el ejemplo de los valores cristianos a través de su fe.

La educadora, que tenía 34 años, fue diagnosticada con esclerosis múltiple en el 2009 y estaba en su quinto mes de embarazo cuando el domingo pasado partió del plano terrenal. En su vientre acurrucaba a Emma Cristina, quien falleció cinco días antes que su mamá.

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“Ella era la alegría de todo lugar a donde llegaba, radiaba luz a los demás. La gente hacía amistad con ella desde el primer momento como si la conociera de toda la vida. Era un ser que de simplemente mirarla cambiaba tu forma de pensar y tu estado de ánimo. Conocerla a ella era otra cosa”, describió Ramón Reyes González, esposo de Amarilis.

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El próximo 8 de diciembre cumplirían 14 años de casados. Como pareja estuvieron casi 20 años juntos. “Estuvimos seis años de novios. Ella tenía 14 años y yo 17 cuando empezamos, éramos unos niños”, recordó.

Amarilis “desde muy pequeña fue criada en la Iglesia Católica, fue servidora del altar, luego desde los 14 años fue líder en la Pastoral Juvenil, dimos juntos muchos retiros a jóvenes, estuvimos juntos en el proceso de la Pastoral Juvenil. Cuando nos casamos fuimos catequistas por muchos años de grupos de confirmación, muchos jóvenes pasaron por nuestras manos, muchos jóvenes fueron impactados con su vida, con su testimonio, con su forma de vivir”, rememoró el también maestro de 37 años.

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“La vida de ella fue tan grandiosa que en 34 años toco más vidas que lo que podamos hacer nosotros en 100 años”, expresó. “Ella escribía mensajes que eran inspiraciones de Dios, yo creo que esa es una de las cosas que más va a extrañar la gente, porque cada cumpleaños ese mensaje a las personas no les faltaba, le sacaba los lagrimones a uno, esa inspiración era divina, fue elegida por Dios”.

Ese mismo ejemplo lo dedicó en su vida magisterial. Durante 10 años fue maestra del salón recurso de Educación Especial en la escuela Luis Muñoz Rivera de Caguas.

“Como maestra fue excelente. Los papás de los estudiantes la amaban de que llegaban hasta la amistad más sincera. Los compañeros de trabajo la adoraban. En su función de maestra daba el 300%”, dijo.

Ramón logró ver a su retoño Emma Cristina y vive agradecido de haber sido padre durante cinco meses. La pequeña era el primer bebé de ambos. Su nacimiento estaba pautado para finales de diciembre, pero Dios tenía otros planes al igual que con su progenitora, afirmó.

“Después de 13 años papito Dios nos dio la bendición de que pudiéramos ser padres por primera vez, que como quiera lo fuimos. Yo vi a mi bebé, estuvimos los tres juntos en cierto momento en el hospital, así que no voy a decir que no se dio porque sí se dio, me siento padre como quiera y yo sé que ella se siente madre”, manifestó Ramón con voz esperanzadora.

Amarilis comenzó a presentar síntomas durante unas vacaciones fuera de Puerto Rico a finales de julio. Ramón, quien también se contagió, desconoce dónde y cómo pudieron haberse infectado con el virus.

“Al segundo día de vacaciones ya ella había presentado los síntomas, así que hay un tiempo de incubación que no sabemos si fue antes de irnos, no está claro”, comentó.

“Tomamos un crucero en Bahamas y al segundo día estaba con los síntomas. No quiero que se piense que ella lo tomó en el crucero o en el viaje porque no fue así, el COVID tiene un tiempo de incubación y posiblemente fue antes de irnos”, explicó.

“Nadie de la familia se contagió, no se formó un brote. Ella nunca fue a la escuela, porque eso fue en julio, y cuando empezaron las clases estábamos en cuarentena, que ninguno de los dos fuimos a la escuela ni pusimos en peligro a nadie”, aseguró.

Tan pronto regresaron del viaje acudieron al hospital. En ese momento su cuadro clínico no era complicado, por lo que la enviaron a su hogar en Cidra. Al cabo de varios días, asistieron nuevamente al hospital pues tenía dificultad para respirar. Allí estuvo hasta su fallecimiento.

Tanto Amarilis como Ramón se vacunaron contra el coronavirus. Ambos recibieron sus dosis entre febrero y marzo, cuando transcurrió la fase de vacunación para maestros.

“Ella padecía de esclerosis múltiple y al ser una paciente inmunosuprimida, la vacuna en ella no funcionó al 100%, en mí sí, tuve síntomas leves y el mismo cuerpo rechazó el COVID”, indicó.

Tras vivir en “carne propia” los efectos de esta enfermedad, Ramón exhortó a continuar las medidas de salud. “No esperemos que más vidas se sigan sacrificando para entender cuán real es el COVID”.

La muerte de Amarilis coincidió con el deceso de otro educador, Rafael Nogué Torres, quien impartía clases de nivel elemental en la escuela Inés María Menzona de Comerío. El maestro falleció el 30 de agosto.

Actualmente, el 96% del magisterio y el 80% de los estudiantes del sistema público de educación están vacunados, de acuerdo al secretario del Departamento de Educación, Eliezer Ramos Parés.

Unas 2,860 muertes se atribuyen al COVID-19 en Puerto Rico hasta hoy, martes, según estadísticas del Departamento de Salud.