Los aguaceros que cayeron en la zona noreste de Puerto Rico durante el fin de semana no impidieron que miles de personas disfrutaran de la primera edición de la Central Pumpkin Patch, un evento en el que casi 900 calabazas fueron las protagonistas que decoraron los antiguos terrenos de la finca El Ingenio, en Canóvanas.

La antigual central azucarera se convirtió durante cuatro días en un lugar mágico donde unos 10,000 niños y adultos llegaron a la zona, en la que se recreó un extenso campo de calabazas similar a los que se desarrollan durante la temporada de otoño en Estados Unidos y otros países europeos.

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Artesanos, agricultores y diversos “food trucks” aprovecharon la oportunidad para vender sus productos.

A pesar de las condiciones del tiempo, pudimos recibir a mucha gente en esta actividad tan bonita. Hemos visto llegar gente de todo Puerto Rico e, incluso, nos visitaron turistas de Polonia y Colombia que supieron del evento a través de redes sociales. Ha sido una operación llevar a cabo esta actividad -trabajada completamente por empleados municipales- pero ha valido la pena”, dijo a Primera Hora la alcaldesa Lornna Soto Villanueva, sobre la iniciativa en la que se invirtió entre $12,000 a $15,000 y en la que se compraron 860 calabazas a distribuidores locales y del extranjero.

El evento inició el 27 de octubre y se extiende hasta este lunes, cuando se recibirán a 700 estudiantes de escuelas públicas y privadas de Canóvanas.

Los más pequeños gozaron con una trillita en un tren hecho por cabinas confeccionadas con zafacones de plástico.
Los más pequeños gozaron con una trillita en un tren hecho por cabinas confeccionadas con zafacones de plástico. (Bárbara J. Figueroa Rosa)

“Los estudiantes podrán escoger una calabaza y hacer una actividad de ‘carving’ que tenemos organizada para los alumnos de nuestro municipio. Finalizada la jornada los niños podrán llevarse la calabaza que decoren a sus casas”, agregó la alcaldesa sobre la dinámica que consiste en tallar las hortalizas y hacer un tipo de escultura decorativa que muchos utilizan para la celebración de Halloween.

Entre las familias que gozaron un pasadía inolvidable se encuentra la compuesta por José Balbuena y sus hijos Janerys y Jan, de ocho y 10 años, respectivamente.

“Nos encantó y esto es algo que nunca se había hecho en Puerto Rico... uno se siente que está allá afuera (Estados Unidos). Ojalá lo repitan”, dijo el hombre que aprovechó los espacios decorativos para plasmar la aventura a través de fotos.

Igual satisfacción tuvieron Dimaris Mercado y Margarelis Gómez, quienes llegaron luego del mediodía a la improvisada granja de calabazas con sus respectivas hijas.

Aliha, Aolahni y Mariel llegaron desde Carolina a disfrutar del evento.
Aliha, Aolahni y Mariel llegaron desde Carolina a disfrutar del evento. (Bárbara J. Figueroa Rosa)

“Esto ha sido buenísimo para los niños. Me gusta porque es un evento familiar en el que todos disfrutamos y la entrada es gratis”, subrayó Dimari, madre de Aliha y Aolahni, unas pequeñas que corretearon por las inmediaciones de la finca y dieron una trillita en un tren hecho por cabinas confeccionadas con zafacones de plástico.

La Compañía de Turismo auspició una carpa en la que pintaban las caritas de los niños y niñas asistentes al evento efectuado en los terrenos que alguna vez fueron instalaciones de una de las centrales azucareras más importantes de la isla. Las tierras y ruinas fueron traspasadas al municipio en 2014 y desde entonces se han invertido cerca de $1.5 millones en acondicionamiento y mantenimiento del lugar.

Ahora las expectativas del municipio son convertir las 50 cuerdas de terreno en un oasis turístico donde se buscará conservar las estructuras y convertirla en una zona en la que se puedan desarrollar otros eventos de interés para los residentes y visitantes de la Ciudad de los Indios.

José Balbuena y sus hijos Jan y Janerys se divirtieron en el evento auspiciado por el municipio de Canóvanas.
José Balbuena y sus hijos Jan y Janerys se divirtieron en el evento auspiciado por el municipio de Canóvanas. (Bárbara J. Figueroa Rosa)

De hecho, el próximo fin de semana se llevará a cabo en los terrenos una agroferia en la que, además de una cartelera musical, habrá charlas agrícolas, machinas, clases de salsa, exhibición y venta de productos, así como una competencia 10K y la Primera Copa Chemo Soto de Boer Goat (cabros).

A largo plazo, las expectativas son desarrollar en el área concesionarios de alquiler de kayaks -a fin de pasear por el Río Grande de Loíza-, de alquiler de bicicletas y scooter motorizados, así como de tiendas deportivas.

“También contemplamos hacer un Beer Garden con seis negocios locales, un Bed & Breakfast y en la plaza Ingenio establecer 25 negocios gastronómicos. Otra cosa que nos gustaría hacer es un área de camping en el área por donde pasaba el tren. La idea es acondicionar la zona e instalar estaciones de baños y duchas. Es algo retante, pero nos mantiene entusiasmados poder lograrlo”, puntualizó Soto Villanueva.

Hubo mercado con productos del patio.
Hubo mercado con productos del patio. (Bárbara J. Figueroa Rosa)