Aibonito. El hombre que fue rescatado el martes de una zanja de lodo por personal de brigadas de Manejo de Emergencias de Aibonito quedó enterrado en el fango por segunda ocasión, tras desafiar las recomendaciones de que no volviera a atravesar el camino vecinal hasta que las tierras se sequen y estén más firmes.

Era poco más de las 10:00 de la mañana del miércoles -menos de 24 horas de ocurrido el primer incidente- cuando José Ricardo Alvarado Berríos, de 42 años, quiso acortar la travesía para llegar a la panadería del barrio El Rabanal.

No había pasado más de dos minutos de caminata cuando terminó atrapado otra vez en la tierra saturada por las lluvias que dejó el huracán Fiona.

En entrevista con Primera Hora, el hombre -que en la segunda caída se lastimó el tobillo derecho- explicó con notable ansiedad que estuvo casi dos horas enterrado en la zona. Gritó por ayuda, pero nadie lo escuchó.

Un deslizamiento de terreno lo cubrió hasta la cintura.

Simultáneamente, su familia lo buscaba en unos negocios cercanos tras percatarse que no estaba descansando en su hogar, tal como se lo habían recomendado los médicos tras la caída de ayer.

Fue entonces que su hermano menor, Daniel Alvarado, decidió meterse monte adentro por el mismo camino vecinal en el que ocurrió el accidente del martes.

“Josééééé”, gritó en varias ocasiones hasta que escuchó a lo lejos una voz parecida a la de su pariente.

“Estoy aquí”, respondió como pudo José, quien estaba pillado en la tierra hasta la cintura.

Tras varias maniobras pudo ser sacado del lodo por su hermano. Una tía materna suministró a Primera Hora vídeos y fotografías del nuevo incidente. Un tenis enterrado en el área evidenció el nuevo suceso.

“Como se le viró el pie tuve (que) cargarlo al hombro y traerlo hasta la casa”, relató Daniel sobre los momentos de tensión que atravesaron.

Por su parte, José, a quien apodan “Lagartijo”, se notaba aun nervioso por la situación. Apenas podía hablar.

“Fue que me quedé encaja’o y no podía salir...”, comentó al explicar que se disponía a echarle comida a unos perritos realengos que atiende cerca de la panadería del barrio.

Aseguró que aprendió la lección y que, de ahora en adelante, o al menos en lo que la tierra es más segura, atravesará un camino más largo para llegar a las áreas que frecuenta. “Ya se lo prometí a mi mamá... chacho, me dio un regaño”, manifestó.

El pasado martes un puñado de rescatistas de Manejo de Emergencias socorrió a José, luego que un vecino del barrio El Rabanal alertara a las autoridades que un ciudadano había caído en la fangosa ladera.

“Yo no vi lo que pasó. Pero cuando vine de casa, lo vi así, y me creí que eran los puerquitos que son salvajes por ahí, y estaba él ahí. Y traté de ayudarlo, pero no pude, porque me hundí también”, comentó Luis Berríos Fuentes, vecino del accidentado.

Posteriormente, José fue trasladado en ambulancia a un hospital donde fue evaluado por un médico que no diagnosticó lesiones mayores. En cambio, le recomendó descanso.