Una gran cantidad de trabajadores puertorriqueños de empresas privadas, públicas o de organizaciones sin fines de lucro enfrentaron precariedad, soledad laboral e intenciones de renunciar sus empleos durante la pandemia del COVID-19.

Así lo reveló una investigación de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR) que contó con una muestra de 952 personas.

“El 60 por ciento o más de los trabajadores presenciales argumentaban que estaban buscando otro empleo. De una forma similar, pero fíjense, en menor grado, los trabajadores de forma remota o mixta expresaban, de un 42 a 49 por ciento, expresaban esa intención también de abandonar el empleo”, comentó en conferencia de prensa el doctor Hernán Vera, quien dirige el Observatorio de sociedad, gobernanza y políticas públicas de la institución universitaria que estuvo a cargo de la investigación.

El estudio, compilado por siete investigadores y titulado La situación de los trabajadores en Puerto Rico durante la pandemia provocada por el COVID-19: precariedad, soledad laboral e intención de abandonar el empleo, analizó a 952 participantes provenientes de 67 municipios distintos.

De la muestra, el 69.3 por ciento se identificaron como féminas.

El promedio de edad fue de 41 años y laboraban, mayormente, en el sector privado (53.4 por ciento). El 56.4 por ciento trabajaba presencialmente y la mayoría, el 38.2 por ciento, tenía maestría. El promedio del salario de los participantes rondaba desde 0 a $3,000, mientras que la mayoría, el 35.9 por ciento, devengaba entre $1,000 a $2,000 mensuales.

“Un evento novedoso de la pandemia es que la carga laboral ha aumentado. El trabajador se siente que está trabajando más… y que está siendo compensado de la misma forma. En términos de bienestar laboral, hay unas percepciones de soledad y abandono de parte del patrono. Hay un sentimiento también de objetivación laboral, que el trabajador se siente que es percibido como un ente de producción, no como un ser humano que piense, siente y padece y tiene aspiraciones. Aumento de carga laboral femenina y una necesidad, tanto en varones como en féminas, de un respiro laboral”, resumió Vera.

“Se agrava la precariedad laboral. El salario solo alcanza para cubrir las necesidades básicas. En segundo lugar, continúan las necesidades económicas y la insatisfacción laboral de parte de los trabajadores. Continúan las preocupaciones económicas… Los beneficios laborales parecen justos, pero no son generosos, no se perciben como generosos”, agregó.

La información recopilada entre noviembre de 2020 a octubre de 2021 también reveló que aquellos empleados que tenían hijos urgían de un “respiro parental”, ya que balancearon los requisitos del empleo y las responsabilidades del hogar en un mismo espacio por el confinamiento obligado durante principios del 2020.

“Surge allí una necesidad de respiro parental de enviar a sus hijos a la escuela para sentir que respiran”, explicó la doctora en filosofía con especialidad en psicología industrial/organizacional, Jennifer Castellanos Barreto.

También, las relaciones interpersonales de los empleados fueron afectadas. Por otra parte, experimentaron un aumento en la carga laboral y tenían temor al contagio al virus.

“Eso ha sido un cambio terrible para la organización, porque hemos tenido que hacer ajustes (sic), hemos tenido un montón de empleados que han renunciado por esta situación”, expresó un participante en uno de los grupos focales que participó del análisis, cuya totalidad está recopilada en un libro con el mismo nombre del estudio.

En el 2020, la PUCPR había publicado el estudio ¿Trabajo decente o precariedad laboral? una aproximación a la situación de los trabajadores en Puerto Rico. El mismo incluía datos del sentir de los empleados puertorriqueños justamente antes de la emergencia sanitaria, la cual obligó a patronos a adoptar métodos heterodoxos para cumplir con las estipulaciones gubernamentales que obligaban el aislamiento para evitar la propagación del coronavirus.

Fue así que los expertos se interesaron en continuar investigando las percepciones de los trabajadores puertorriqueños. Los resultados del más reciente estudio revelaron que muchas de las preocupaciones ya existentes simplemente se agravaron a consecuencia de la pandemia.

“Aquel estudio del 2019 al 2020 encontró que los trabajadores alegaban que trabajaban en ambientes adecuados, en términos de ventilación, iluminación y ergonomía, que tenían salarios marginales inadecuados- de ahí el título de Precariedad laboral-, que tenían pocas oportunidades de acenso- del 2019 al 2020 los trabajadores se percibían como trabajando en unos ‘dead end jobs’, que no percibían el reconocimiento de sus patronos ni tampoco percibían a sus organizaciones como organizaciones innovadoras”, dijo Vera, quien también es miembro de la Asociación del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) y la American Society for Public Administration (ASPA).

En adición a Vera y Castellanos Barreto, en el estudio también participaron los expertos e investigadores Héctor José Velázquez González, Laura Pietri Gómez, Ernesto Rosario Hernández, Ángela L. Velázquez Lugo y Roberto O. González Valles.

¿Qué se debe hacer?

Vera y Castellanos Barreto coincidieron en que, pese a la reciente Reforma Laboral convertida en Ley, aún se debe revaluar cada punto que, de alguna manera, minimice los derechos laborales de los empleados boricuas.

“Lo que proponemos es una revisión constante de esos derechos laborales. Igualmente, lo que tiene que ver con los salarios mínimos. En Puerto Rico por décadas, hubo una política de salarios mínimos bajos, donde el salario mínimo por mucho tiempo fue más bajo que, incluso, el federal. Pero, aun así, con los aumentos de costo de vida, hay que estar revisando la política salarial del país”, estableció Vera.

Una segunda recomendación que brindaron es el establecimiento de un laboratorio laboral y ocupacional en el Departamento de Trabajo y Recursos Humanos (DTRH).

“Hay que balancear las necesidades de los trabajadores con las necesidades de los empresarios de las pequeñas y medianas empresas y eso debe hacerse en una vinculación de distintos sectores sociales”, explicó. “Tenemos que poner el lustre de nuevo, volver a hacer que el trabajo brille, que el trabajo sea aquella cosa por la que se reconoce al ser humano”, puntualizó.

“Abogamos para que se adopte el concepto de las organizaciones psicológicamente saludables, donde las personas, además de ir a ganarse sus salarios cuando vayan a trabajar, vayan a desarrollarse como personas, vayan a tener un crecimiento en el lugar de trabajo”, añadió.

Del mismo modo, especificaron que las necesidades de madres trabajadoras deberían ser atendidas con legislaciones gubernamentales para así garantizar un balance saludable y compensación justa a todas. Asimismo, sugirieron que se debería implementar “el derecho a la desconexión”, para que los empleados- máxime los que trabajan de manera remota desde sus hogares- tengan asegurados tiempo de ocio y descanso.

El equipo de investigadores envió copia del libro a varios legisladores, los jefes de agencia y al gobernador Pedro Pierluisi. Además, solicitaron una reunión con el secretario del DTRH, Gabriel Maldonado González.