La alegría que brotaba  de la ilusión de encontrarse con sus seres queridos irradiaba en cada uno de sus rostros.   

Todos eran protagonistas ayer del ajetreo en las  salidas y las llegadas en el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín, en Carolina, que  evedenciaba el anhelo de la  reconexión entre boricuas que iban en busca del calor familiar, durante una época  que  los seduce con los símbolos de una cultura  que trasciende tiempo y espacio.

“No hay nada como estar  cerca”, expresó a Primera Hora María de los Ángeles Báez.

 La joven arribó a la instalación aérea  a buscar a su hermana, Gabriela Báez, de 26 años, a quien no veía desde hace nueve meses, y quien llegaba procedente de California,  junto con su esposo, Luis Ángel Santiago, de 27 años, y su bebé de año y dos meses. 

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María de los Ángeles sentía “mucha alegría y emoción” al verla porque “llevamos tiempo ya sin vernos y estábamos ansiosas esperando este día, y ya llegó, gracias a Dios”. 

Gabriela y Luis Ángel se fueron a Estados Unidos; él hace cuatro años y ella hace dos, porque el joven se enlistó en los Marines de los Estados Unidos. Por eso, era comprensible la felicidad que sintieron ambas al verse, marcada con un abrazo de esos que se anhelan fuertemente.

“Es difícil uno tener un hermano fuera del País. Nos comunicamos  por Internet, por el WhatsApp,  por las redes, etcétera, pero  no hay nada como estar cerca; aunque nos podemos hablar todos los días,  pero nada como tenerla aquí al frente y estar con ella y hablar con ella, y si necesitas algo saber que puedes ir un momentito a la casa y contactarla”, confesó María de los Ángeles, de 33 años, al hablar de su hermana menor. 

¿Qué era lo más que extrañabas de Gabriela?

¡Ay, Gabriela! Yo creo que el apoyo; tenerla cerca, ella, ella  completa, porque es que el amor de hermana es inexplicable. Para mí la vida sin una hermana, no sé, no es vida”.

La llegada del trío es una  sorpresa para el resto de la familia porque pocos sabían que ellos venían para la Isla. 

 Gabriela, por su parte, estaba contentísima por haber logrado llegar a Puerto Rico. “Las navidades no son iguales en otro lado”, aseguró. 

“Realmente no sentíamos lo que era la Navidad hasta que llegamos aquí, hasta en el avión nos pusieron musiquita; y no podíamos dejar pasar desapercibido estas fechas tan especiales para nosoros”, agregó.

Para Gabriela ha sido difícil estar lejos de toda su familia.

“La verdad, a veces es como bien triste. Tú tratas  de compartir con otras personas que obviamente te brindan ese cariño, pero jamás es lo mismo, y en estas fechas tan especiales uno quiere compartir con esas personas que hablan igual que tú, que bailan igual que tú, celebran la Navidad igual que tú”, expuso tras revelar que  lo que quiere es la comida, obviamente; “estar en el balcón”, cantar música navideña, “cazar el lechón” y que el bebé comparta con sus primitos.

Otros que llegaron ayer fueron Idsi Álvarez, de 36 años, y Luis Ruiz, un matrimonio que vive en Carolina del Sur desde hace cuatro años. 

Ambos estaban emocionados por llegar a la Isla de la que extrañan la comida, la familia y el clima. “Es difícil estar separados, pero hay otras cosas, verdad, que uno tiene que poner en una balanza”, dijo Idsi. 

“No sabemos si hay planes de regresar, siempre decimos que sí,  pero todo depende de las circunstancias  y a donde nos lleve la vida”, agregó.

Puerto Rico ha experimentado “una ola migratoria neta con tamaño cercano a medio millón de personas emigrando en los últimos 11 años”, según Alberto L. Velázquez Estrada, gerente de Proyectos Estadísticos del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico.