Llegó el día y allí estábamos todas, las más íntimas amigas de antaño, platicando de todo un poco y disfrutando la velada. Por supuesto que nos decíamos las igualitas, ¿cómo no? 

Más la realidad era que muchos años habían pasado. Hoy la idea era compartir nuestras vivencias. ¡Ah!, pero claro está que si tienen a una sexóloga en el grupo, ¿de qué creen ustedes que, eventualmente, íbamos a hablar? ¡De sexo, por supuesto! 

“A esta edad la pregunta es obligatoria”, dijo una abriendo su boquita linda con sonrisa pícara incluida. “¿Cómo disfrutar más del sexo a pesar de la resequedad, ardor, quemazón y picor, por mencionar solo alguno de los síntomas de esta menopausia?”.

“¡Ah!, de mi amiga la menopausia”, comenté provocando con ello dejar clara nuestra amistad y complicidad. Cara de alegría y tranquilidad que todas protestaron al no entender cómo podía estar tan diáfana con nuestra realidad actual. Y bueno, pues, ya ustedes saben, queridos lectores, que cuando se juntan mujeres se forma el gallinero, y esta no fue la excepción. Entre turnos, y a veces todas a la vez, cada quien empezó a contar su experiencia con esta etapa de vida que -les dije- les acompañará el resto de sus días. 

“Por eso insisto -les comenté con cariño y esperanza- que si va a ser mi socia hasta mi último suspiro, que decreto sea orgásmico, mejor nos aliamos, ¿verdad?”.

“No es placentero el sexo”, dijo una al explicar la insistencia del marido de tener relaciones sexuales; unas que para ella eran nada agradables y sí dolorosas. 

“Para mí -comentó otra- la falta de lubricación me provoca esa resequedad que se convierte en ardor por la fricción de la penetración y ese tiempo se me hace eterno aunque dure un segundo”. 

“Es un sacrificio -dijo otra- pero lo hago por complacerlo, no es justo que se prive, pero yo no lo estoy disfrutando”. 

“A veces finjo”, confesó la otra con lágrimas. “Yo antes disfrutaba el sexo mucho, mucho”.

 De inmediato me penetró el alma el dolor de todas ellas y también la alegría de saber que puede ser diferente. Reconocí que necesitaban ayuda, así que las cité a una próxima velada educativa, informal y maravillosa de las igualitas, asignándoles tres tareas para nuestro próximo encuentro: (1) Contestar, con lujo de detalles, la pregunta: “para mí el sexo es…”. (2) Leer mucho sobre menopausia, sus síntomas y tratamientos; acceder a mi blog y contestar el test con un siempre, a veces o nunca. (3) Confirmar cita con su médico y llevarle los resultados del test y la guía provista, útil para iniciar la conversación. 

Nos despedimos hasta la próxima todas contentas y esperanzadas…

(Esta historia continúa el próximo lunes)