Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Hace unos días vi un documental sobre investigación científica donde mostraban hallazgos fascinantes en el área de la comunicación entre las bacterias. Luego de varios años experimentando con una bacteria llamada “vibrio harveyi” (ni intenten pronunciar el nombre), los investigadores encontraron que las bacterias producen ciertos químicos que les permite “hablar” unas con otras. Todavía no está claro cómo se comunican, pero lo cierto es que lo hacen, y el resultado de esta comunicación es maravilloso.
Esta bacteria en particular puede brillar en la oscuridad (bioluminiscencia). Pero para que ocurra tiene que reproducirse hasta que haya miles de bacterias todas muy cerquita unas de otras. Cuando éstas llegan a un número particular, de alguna forma comienzan a enviarse señales como diciendo “tienes compañía,” y llega un punto donde todas, simultáneamente, se iluminan.
Esta criaturita microscópica me recordó algo que a las criaturas más grandes y más “inteligentes,” se nos olvida: que nunca podremos alcanzar solos nuestro máximo potencial. Para poder realmente brillar, necesitamos entender la importancia de la colaboración. Las familias, empresas, negocios, grupos sociales y gobiernos, donde cada persona tira para su lado sin consciencia alguna del colectivo, están destinadas al fracaso.
Si entendiéramos que lo que queremos todos es básicamente lo mismo, vivir en paz y ser felices, veríamos que la paz o felicidad de uno es imposible si no se considera la de los demás. Tuve que ver una solitaria y oscura bacteria convertirse en un manto de luz para darme cuenta de lo que somos capaces cuando pensamos más allá del “yo.” La naturaleza nos da lecciones todos los días.
Me pueden escribir a: lily@lilygarcia.net o acceder www.lilygarcia.net