Hace unos días, mientras trabajaba frente a la computadora, tenía puesto de fondo un hermoso CD de música popular puertorriqueña y latinoamericana, interpretada por un guitarrista. De repente, sin aparente razón lógica, sentí ganas de llorar. Cuando puse atención a la melodía que estaba sonando en ese momento, me percaté de que era la canción Soñando con Puerto Rico, de Bobby Capó.

Esa canción siempre me ha hecho llorar, eso no es nuevo. Lo nuevo es que, en esta ocasión, me emocioné sin ni siquiera estar realmente escuchándola. Después de todo, estaba en lo que estaba escribiendo. Esta experiencia me recordó lo poderosa que es la mente humana y cómo vivimos, sin saberlo, respondiendo a programaciones previas y programándonos para nuevas respuestas. En el caso de esta canción, nunca he podido identificar por qué, exactamente, me hace llorar. Es una emoción bien profunda, que no tiene nada que ver con tristeza y la cual, a pesar de las lágrimas, hasta disfruto y, por lo tanto, dejo salir.

¿Pero qué ocurre cuando una canción, un sonido o hasta un aroma nos despierta memorias que, en realidad, no queremos revivir? En vez de reconocer la emoción atrapada en esa experiencia sensorial y tratar de observarla con valentía, buscamos huirle, creando una nueva capa, resistiendo cada vez más abrir el clóset donde se esconden nuestros fantasmas.

¿No seríamos más inteligentes si definiéramos lo que este recuerdo significa para nosotros? Después de todo, lo que sea, ya pasó, ya se fue y jamás podrá volver a tocarnos. Tal vez sería saludable que te sentaras a escuchar esa canción que te recuerda a tu ex y que cada vez que la oyes te revuelve las entrañas. O quizás, en vez de rechazar ese aroma que te recuerda una niñez que no fue feliz, deberías sentarte a absorberlo y con él, a tus miedos, para así comenzar a sanarlos. Solamente tú puedes darle nuevo significado a lo que hoy les molesta a tus sentidos. Llora, si quieres, pero llora para sanar.

Me pueden escribir a lily@lilygarcia.net o accedera www.lilygarcia.net

----------------

APOYO #1

Tú preguntas:

Me siento constantemente decepcionado con la gente a mi alrededor. ¿Estaré rodeándome de la gente equivocada o seré yo?

Pedro R.

Yo te respondo:

Puede que tus expectativas sean demasiado altas o puede, también, que haya mucha gente irresponsable a tu alrededor. Suelta juicios y enfócate en las cualidades que tienen tus amistades. La pasarás mejor.

Lily