Destructores de enemigos
En el budismo tibetano existen imágenes que para aquellos que no conocen esa filosofía pueden ser bizarras.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Hay quienes pueden llegar a pensar que el budismo es una religión que adora a muchos dioses. Sin embargo, cada una de esas figuras de budas o de bodhisattvas (seres que alivian el sufrimiento de los demás) no es más que un símbolo del potencial divino que tienen nuestras mentes. Cada una de ellas representa una cualidad que debemos llegar a desarrollar para convertirnos en seres iluminados.
Para mí, una de las imágenes más hermosas es la de Chenrezig o el “Buda de la compasión”. Este es el llamado “Buda de los mil brazos” que siempre aparece, ya sea en dibujos, pinturas o estatuas, con múltiples brazos rodeando su cuerpo, simbolizando su aspiración de abrazar y, así, aliviar el dolor de todos los seres. Al observarlo o meditar sobre él, recuerdo no solo mi capacidad para el amor incondicional, sino el compromiso que he hecho conmigo misma de tratar de aliviarles el sufrimiento a todos los seres.
Hay otras imágenes budistas no tan hermosas como esta, pero igual o más poderosas. Estas son las llamadas “deidades guerreras” o iracundas. Estas literalmente meten miedo. Y están creadas con ese propósito: ayudarnos a conectarnos con esa parte de nosotros que quiere meter miedo, espantar y destruir ese ego que no nos permite ver nuestra verdadera realidad divina.
Todos somos guerreros de luz, armados de valor y listos para atacar, pero no a enemigos externos, sino a los que llevamos por dentro. Nuestros peores enemigos nacen de nuestras propias mentes confundidas por la ignorancia. El guerrero inteligente reconoce cuándo su mente ha sido secuestrada por el resentimiento, el coraje, la envidia, el miedo o el apego. Hoy observa tu mente y conviértete en guerrero de batallas que construyen en vez de destruir.
Preguntas a Lily
Pregunta
Fui víctima de maltrato cuando era niño por parte de mi padre. Pensaba que ya lo había perdonado, pero ahora que soy padre por primera vez han regresado miedos e inseguridades, tal vez a perder el control con mi hijo. ¿Es normal que eso suceda?
Respuesta
El maltrato deja heridas bien difíciles de sanar, y con el tiempo se manifiestan de diferentes formas. Mi consejo para ti es que busques ayuda profesional para manejar tus emociones. La sanación nunca termina.