Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Buscando citas motivadoras para el nuevo libro que estoy escribiendo, me topé con una que nos cae como anillo al dedo en estos momentos de tanta inseguridad profesional y económica: “La preocupación no nos roba las penas del mañana, pero nos roba las fuerzas del hoy”.
Estas palabras de la escritora y activista holandesa Corrie Ten Boom nos recuerdan el peligro de hacer de la preocupación constante casi un estilo de vida. Sabemos que el preocuparnos no va a salvarnos de lo que pueda ocurrir mañana. Te preocupes o no, siempre hay una posibilidad de que pierdas tu empleo, de que esa nueva relación que tienes no funcione o de que llegues a padecer de alguna enfermedad.
Las cosas “malas” o “negativas” le ocurren tanto a la gente que se preocupa, como a la que no se preocupa. La diferencia es que las personas que viven siempre preocupadas son mucho más débiles física y emocionalmente que las que se ocupan de enfocarse en otras cosas. En otras palabras, que si quieres hacer un problema más grande, sigue pensando en él. Mientras mayor energía le pongas a algo, más fuerza le vas a dar.
Eso no quiere decir que debemos vivir irresponsablemente, sin prepararnos para lo que pueda traernos el futuro. Pero, cuando tu futuro es más importante que el presente, dejas de vivir y comienzas a, meramente, sobrevivir. La semana pasada se publicaron los resultados de un estudio que indica que las personas que viven angustiadas por el miedo a perder sus trabajos tienden a ser menos saludables, incluso, que aquellas que fuman o padecen de hipertensión. En otras palabras, que el estrés -esa tensión generalizada que no sabemos canalizar- nos está matando. No podemos controlar la inseguridad que estamos viviendo, pero sí podemos controlar cómo vamos a reaccionar a ella. Comienza a vivir un día a la vez, reconociendo posibilidades en vez de enfocarte en aquello que puedes perder.
Me pueden escribir a: lily@lilygarcia.net o acceder www.lilygarcia.net
Tú preguntas:
¿Qué debemos hacer cuando alguien a quien hemos ayudado y apoyado en muchas ocasiones, no está ahí para nosotros cuando lo necesitamos? ¿Es que no entienden el concepto del agradecimiento? Me da mucho coraje la gente así. ¿Estoy mal por eso?
María del Carmen R.
Yo respondo:
No estás mal por sentir coraje. Es una reacción natural a nuestra decepción o sentido de impotencia ante la vida o acciones de otros. Lo cierto es que tú no tienes forma de controlar el que otros sean agradecidos o considerados. Podría ser positivo el que le hicieras saber a esta persona -sin juicios y sin expectativas- cómo te sientes. Es difícil, pero se puede. En ocasiones, cuando soltamos el juicio, la gente nos responde porque les estamos dando una nueva oportunidad. Y recuerda, que no importa lo que ocurra, nadie te puede quitar el mérito por lo que has dado. Suerte.
Lily