Los que me conocen, saben que soy un desastre en la jardinería. Si hay verdor y flores dentro y fuera de mi casa es porque son plantas que se crían solas. En estos días, una de ellas me dio una gran lección. Resulta que en el patio frente a casa crecen unas florecitas rosadas monísimas. No sé si estaban allí desde que compramos la casa, si las sembró el jardinero o si fue mi hermana Eva quien las plantó el año pasado. De lo que sí estoy segura es de que no las sembré yo.

La cosa es que hace unas semanas vi que tenía la misma planta y las mismas flores -que no fueron sembradas- en la jardinera de la puerta de entrada. De alguna forma, una semillita de la planta que está a unos seis pies de distancia, llegó hasta la jardinera y germinó. Y pensé en las veces que había intentado sembrar flores en la misma jardinera y nada se me daba.

Pero, sin yo esperarlo, sin esfuerzo y casi por arte de magia, un día había flores rosadas en mi jardinera. No sé si las semillas viajaron transportadas por un animalito o si las trajo el viento, pero llegaron, se agarraron a la tierra, y germinaron. Cuando veo estas flores recuerdo las veces que he dejado el pellejo tratando de lograr algo que parece no querer ser y cómo, ya cansada de intentar, lo suelto y es entonces que se manifiesta.

No me malentiendan, creo firmemente en que las metas se alcanzan con esfuerzo y trabajo duro. Pero, cuando observo la naturaleza, comprendo que tenemos que escoger nuestras batallas, que hay momentos en que hay que aprender a soltar y dejar ir. Y cuando soltamos toda resistencia, es que el universo comienza a manifestarse en libertad y lo que tiene que ocurrir, ocurre.

Las flores rosadas que llegaron mágicamente a mi jardinera me recuerdanque debo aprender a reconocer cuándo empujar y cuándo descansar; cuándo insistir y cuándo dejar ir; cuando luchar y cuándo permitir que las cosas fluyan. La clave está en el balance. Voy a dejarle al azar que siga sembrando flores en mi patio. Pero, por si acaso, voy a comprar el nuevo libro de jardinería de Douglas Candelario.

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