Hay tantas expresiones que decimos los puertorriqueños, que se pudiese escribir un diccionario sobre todas ellas. Bueno, de hecho, existe ese diccionario; es el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico, publicado por la Academia Puertorriqueña de la Lengua. Si te quieres entretener, entra a www.tesoro.pr y descubre las más de 28 000 palabras y frases puertorriqueñas que ya se han registrado.

Muchas de esas expresiones nuestras las decimos de forma automática, sin preguntarnos de dónde vienen. Un ejemplo es el jurutungo. Si algo queda lejos, queda en el jurutungo. Ahora bien, si está todavía más lejos, entonces decimos que queda en el jurutungo viejo. Tal parece que esa palabra proviene de una lengua africana, como lo son tantos otros africanismos como bachata, guaguancó, maraca y bongó. Otra herencia africana relacionada con la distancia son las sínsoras, que si le añades …del infierno entonces sí que te perderás en el más allá de la lejanía absoluta.

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Pero el jurutungo y las sínsoras no son los únicos sitios distantes al que hacemos referencia en nuestro hablar cotidiano. También está la cochinchina. “Manuel vive lejísimo, allá por la cochinchina”. A diferencia del jurutungo y las sínsoras, que no se refieren a un lugar preciso en el mapa, podemos decir que sí existe una región en el planeta que lleva el nombre de Cochinchina. Este lugar se encuentra literalmente en el jurutungo viejo, por allá por el sur de Vietnam, al otro lado del mundo.

Así de lejos están las islas Cargados Carajos, en el océano índico, al sureste de África. Este archipiélago compuesto por 16 pequeñas islas e islotes tiene un nombre, sin duda, peculiar, que nosotros los boricuas relacionamos con un lugar bastante desagradable y distante al que hemos enviado o nos han enviado en algún momento de nuestras vidas.

Fuera de Puerto Rico, hay otros lugares donde utilizan expresiones únicas para referirse a lo lejano. Por ejemplo, en España existe la frase estar en el quinto pino. Esta expresión tiene su origen en un dato histórico. Resulta que en el siglo XVIII se plantaron unos pinos frondosos a lo largo del Paseo de los Recoletos en Madrid. El primer pino se sembró cerca de la ciudad, mientras que los próximos se alejaban, cada vez más, del centro. Así, el quinto pino fue el más distante de todos. Tal parece que ese quinto pino alejado de la civilización se convirtió en el lugar perfecto para el encuentro apasionado entre enamorados.

De regreso a nuestra isla, también tenemos una infinidad de expresiones para referirnos a la triste realidad de estar sin dinero. Decimos que estamos pela’os, sin nada. Si queremos darle dramatismo a la pelambrera que tenemos, le añadimos apellidos a la frase: estamos más pela’os que un chucho, o que el forro de un catre, o que la rodilla de un cabro, o que el trasero de un mono. De igual forma, estamos en la prángana, lambiendo el caldero, como gato que lambe brea, totalmente arroya’os y arranca’os. Tenemos un roto en el bolsillo, estamos en la rueda de abajo, quebra’os, en los tiempos de las vacas flacas, con la piña agria.

A veces, el estar sin dinero nos mueve a irnos lejos y escondernos de nuestros cobradores. Si ese fuera el caso, por suerte tenemos un abanico de combinaciones posibles. “Estoy arranca’o, así que me voy pa’l jurutungo”, o “Te veo en la cochinchina porque, como va la cosa, creo que seguiré más pela’o que un chucho”.

Ahí tienes algunas sugerencias. De mi parte, prefiero que pronto lleguen las vacas gordas…