Calla y escucha
“La buena comunicación no es una competencia... es un puente”

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Vivimos en una época en la que todo el mundo tiene algo que decir. Todos opinan, todos comentan, todos publican. Las redes sociales han convertido el acto de hablar —o escribir— en una constante, como si el silencio fuera sinónimo de debilidad o falta de carácter.
Pero, ¿y si te dijera que hay una fuerza enorme en saber cuándo callar?
No me refiero a reprimir ideas ni a guardar opiniones por miedo. Se trata de entender que, a veces, lo más sabio no es decir lo primero que te venga a la mente, sino darle espacio al otro.
Y es que escuchar, de verdad, es un acto profundo. No hablo de oír palabras mientras tu mente ensaya tu respuesta. Hablo de estar presente. De poner en pausa tus juicios y tus impulsos para conectar con lo que el otro quiere compartirte. Escuchar de verdad requiere humildad, paciencia y un interés genuino en el otro.
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Me ha pasado muchas veces: alguien habla y yo estoy ya formulando mi respuesta antes de que termine. Como si lo importante fuera lo que yo tengo que decir, no lo que esa persona está sintiendo o pensando. En esos momentos, no estoy escuchando. Estoy esperando mi turno.
Hace poco ocurrió algo curioso. Estaba en una reunión y, por instinto, iba a interrumpir para dar mi punto de vista. Pero algo me detuvo. Me obligué a guardar silencio, solo para descubrir que, en los segundos siguientes, la persona que hablaba soltó lo más importante de toda la conversación. Si yo hubiese hablado, lo habría arruinado.
La buena comunicación no es una competencia. No se trata de quién tiene el argumento más contundente o la historia más impactante. No es una carrera para ver quién convence a quién. Es un puente. Y para construir ese puente, necesitamos saber cuándo hablar… y cuándo guardar silencio.
Hay personas que acaparan las conversaciones como si fueran un monólogo de teatro. Hablan sin parar, saltan de un tema a otro y, cuando por fin hacen una pausa, no es para escucharte, sino para respirar y seguir hablando. En esas interacciones no hay diálogo posible.
No toda conversación necesita ser rellenada. A veces, el verdadero valor está en una pausa, en un respiro, en dejar que lo dicho repose y encuentre su lugar. La gente se siente verdaderamente escuchada cuando percibe que no estás buscando una réplica, sino una conexión.
En los momentos difíciles, ese silencio se vuelve aún más poderoso. Cuando alguien atraviesa un dolor profundo, como una pérdida o una crisis, lo que más consuela no es un discurso. Es una presencia. Un abrazo sin palabras. Una mirada que dice “estoy aquí”.
Incluso en el arte, el silencio tiene su lugar. En la música, las pausas son parte de la melodía. Sin ellas, no hay ritmo, no hay emoción. En la poesía, el espacio entre los versos permite respirar las ideas. En el cine, una escena sin diálogo puede decir más que diez minutos de parloteo. ¿Por qué no llevar eso a nuestras conversaciones?
Callar no es rendirse. Es reconocer que no todo requiere una respuesta inmediata. Es darte el permiso de pensar antes de hablar. Y, a veces, es darte cuenta de que no tienes que hablar en absoluto.
Haz la prueba. La próxima vez que estés en una conversación, escucha. No para corregir. No para debatir. Solo escucha. Verás que el silencio, bien utilizado, es sabio.
Porque al final, aprender a callar no es perder la voz... es usarla con inteligencia.
Calla y escucha.
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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