En la noche del sábado no fui la única que pasó muchas horas sin luz. Otra vez tenía que hacer lo posible por salvar la comida, además de moverme aceleradamente para cerrar todas las ventanas, porque las emanaciones de la planta del edificio, y los cercanos, son genuinamente una amenaza. Por un momento pensé en otros tiempos, cuando era niña y se iba la luz, (no tanto como ahora) y simplemente nos sentábamos con velas encendidas por la casa a esperar a que llegara o nos juntábamos a conversar bajo el cielo y las estrellas. Cuando llegaba, escuchábamos los gritos celebratorios de los vecinos, algo así como lo que se vivió con el paso de María, porque no había otra alternativa.

Poco a poco iba generándose un sentimiento de inmensa frustración que pude identificar cuando decidí llamar a Luma y hacer una querella, alternativa que se ofrece inmediatamente alguien contesta el teléfono.

Pero mientras estaba en modo de espera escuchando la música que identifica eso mismo, que será necesario ser aún más paciente hasta que atiendan la llamada, decidí colgar. Era muy posible que cuando me contestaran me daría el permiso de desahogarme con frustración ante otra persona que igual que todos, posiblemente estaría pasando por lo mismo.

Me detuve, y comencé a respirar profundo, mientras sentía más calma venían a mi mente mis clientes, los que honro por su valentía y por la oportunidad de verlos transformarse, cambiar radicalmente sus reacciones al ser tentados por el coraje y desilusiones. Abrí los ojos, miré alrededor y pensé en las personas que estaban dentro de cada apartamento de los apagados edificios del entorno, algunos en sus balcones, porque la luna estaba preciosa.

Así que decidí hacer un inmediato cambio, y pregunté. ¿Nos damos cuenta que nos maltratamos a nosotros mismos aceptando quedarnos en coraje o frustración? Si no tengo el control de que llegue la luz, ¿de qué sí tengo el control?

Me fui para el balcón lo llené de velas, aproveché para limpiar las plantas, canté, y me acompañaron desde mi celular casi sin baterías, Simone, Maelo, Rita Payés, Tommy Torres, Manuel Medrano, Verdi y muchos otros que me hicieron sentir acompañada, contenta, junto a la luna, las estrellas y la brisa que si me hubiera quedado en el cuarto con aire no hubiera notado.

Trabajar en uno mismo es la tarea más gratificante a la que nos podemos lanzar porque nos permite vivir desde nuestras fortalezas. Este escrito nada tiene que ver con Luma, sino con la experiencia que viví recientemente que fue muy diferente y mucho más positiva a todas las otras, cuando no había luz, ni luna llena.

Fortalezas:

  1. Perseverancia
  2. Resiliencia
  3. Amor
  4. Paciencia
  5. Persistencia
  6. Valentía
  7. Compromiso
  8. Responsabilidad
  9. Creatividad
  10. Humildad
  11. Respeto
  12. Empatía