Esta mañana lluviosa en un lugar nuevo que incluye un pequeño bosque dentro de la ciudad, me llegó la musa, como hace un tiempo no me llegaba. Además de la tranquilidad profunda que ofrece la naturaleza, es que últimamente mis relaciones interpersonales han crecido y con esto la invitación a seguir dando pasos evolutivos. El título de este escrito no trata de provocar a nadie, ni es una exhortación sin sentido. Ha tomado largo tiempo llegar hasta aquí y aceptar que salgo mejor atendiéndome, en vez de ignorarme, cada vez que mis sobrinos, mi hermana, mi madre, mi pareja, un cliente, o una persona aleatoria dice o hace algo que me aprieta mis botones emocionales.

En el diccionario, apretar un botón significa hacer fuerza o presión sobre algo, o, presionar para que algo tenga mayor o menor volumen. En interacciones humanas, el verbo apretar se usa para expresar cuando nos presionamos entre sí hasta llegar a un lugar en nuestra evolución personal que no ha sido atendido o que puede mejorar. Son cargas emocionales distinguidas por la intensa conexión entre el presente y el pasado que traen una reacción desproporcionada en relación con la realidad de la situación. Cuando son prensadas desencadenan ira, tristeza, autocompasión, angustia, irritación, frustración, desesperación y/o sensación de falta de control en quien lo experimenta.

Definitivamente una dinámica incómoda, que muchos evitan, rechazan, o pasan por desapercibido, dejando a un lado la coyuntura ideal para hacernos responsables de nosotros mismos. No se trata de lo que me dicen, se trata de lo que me hace sentir lo que he escuchado.

¿Por qué darle la bienvenida a la incomodidad que produce ser apretados? Porque todos queremos vivir relaciones saludables, retener un trabajo digno y agradecerlo, y vivir con una autoestima saludable que nos permita levantarnos a diario con deseos de encarar el día y crear, felices de estar aquí.

Por eso resulta muy útil, sino fundamental, preguntarnos el origen de esas respuestas sin proporción a la realidad que nos permitimos a nosotros mismos como reacción a un comentario o una simple conversación con un ser querido, una amistad, o un compañero de trabajo.

No atenderlo es un acto de saboteo a las áreas más importantes de la vida, como la salud mental, las relaciones de pareja, el rendimiento en nuestro trabajo, y la visión que tenemos de nosotros mismos. Es súper importante, decido y quiero responsabilizarme de presar atención, mirar con lupa los botones emocionales que tengo en vez de señalar los de los otros (queda la invitación extendida), porque son los que me informan de los aspectos de mi vida en que me he sentido frustrada, dónde no he sanado, y en qué debo mejorar.

Lo que hace principalmente hermoso (como el canto del zorzal que ahora mismo escucho), este proceso de aprovechar esos botones para crecer, es que me impulsa a mirar con nueva perspectiva a mí y a los demás, y esto me ayuda a ser más humilde. Los botones son como un espejo que nos invita a todos a ser más comprensivos unos con otros, porque todos tenemos debilidades para fortalecer. Si decidimos atendernos, en vez de culpar o hacernos parcialmente enemigos de quien nos aprieta, estamos moviéndonos sabiamente a un nuevo escalón en la espiral de nuestro crecer, por el bien de nuestra convivencia, libertad y felicidad.

Saquemos fuerzas y hagámoslo diferente, cada vez que seamos apretados, todo está adentro. ¡Adelante!

Ejemplos comunes de botones emocionales:

  1. Palabras o temas que tocan una herida o un trauma del pasado.
  2. Comentarios que invitan a cuestionar la autoestima o auto valía.
  3. Acciones que hacen sentir a alguien ignorado o excluido.
  4. Críticas u observaciones sobre el aspecto físico o la capacidad intelectual de una persona.
  5. El uso del sarcasmo en relaciones íntimas.