Es conveniente crearnos metas diarias, de todo tipo, tanto de personalidad como de trabajo, relaciones, y la salud. Llevar a cabo acciones para alcanzarlas estaremos aumentando la confianza propia y la sensación de logro, que sirve saludablemente a nuestra autoestima. Algunas metas son más fáciles por tratarse de una rutina, otras pueden ser más a largo plazo o requieren más tiempo y concentración. Pensemos en metas de dos maneras: Tangibles e intangibles.

Las metas tangibles son las que traen resultados físicos como, por ejemplo, cuidar el cuerpo hasta llegar a un peso o transformación específica, pintar la casa en un tiempo determinado o aumentar ingresos mensuales. Las intangibles son las relacionadas a nuestras emociones, pensamientos y nuestro crecimiento personal, que al trabajarlas definitivamente nos traerán resultados tangibles también. Por ejemplo, confiar más en las personas, gestionar emociones adecuadamente o pensar más positivo.

Ambas son importantes y están interrelacionadas porque mientras más evolucionamos en nuestro interior veremos un aumento en la manifestación de metas tangibles. Recordemos además que tener una meta no es un sueño, es establecer un plan, que le vamos a dar el tiempo, enfoque y quehacer necesario hasta alcanzarlo.

Practicar compromiso, convicción y consistencia ofrece claridad y empuje para apoyarnos en el proceso:

Compromiso - El compromiso debe ser con nosotros mismos, debe estar muy clara la meta y que podamos continuar, así lleguen obstáculos para distraernos o hacer más fuerte la intención.

Convicción - La convicción hay que alimentarla a diario con pensamientos positivos. Creer en lo que estamos emprendiendo y tener gran certeza de las emociones que nos produce pensar que lo hemos logrado.

Consistencia - Consistencia para ser estables y coherentes en el proceso, alineando nuestras acciones con la meta.

Seamos compasivos con nosotros mismos en el día a día, es mejor enfocarnos en las oportunidades y los aprendizajes que en los obstáculos. ¡Adelante!