De algún modo, todos tenemos estresores que son estímulos que provocan el desencadenamiento del agobio o tensión en un momento determinado. Estas activaciones pueden crear distintas reacciones según la persona que lo vive. El resultado es una acumulación de emociones difíciles de reconocer y de procesar para evitar que el estrés se convierta en un verdadero problema. De los ejercicios más efectivos para prevenir estos estados es la gratitud. Podría parecer una práctica superficial o trillada si no se le incluye la intención precisa al ejercicio de agradecer.

¿Agradecer qué? Quienes agradecen poco, dejan espacio para que la distracción que nos ofrece las situaciones que están fuera de nuestro control o nos afectan, sean detonantes para la ansiedad.

Agradecer constantemente y por todo, nos levanta a estado sublime donde la alegría y el bienestar interno reinan, así mismo ocurran las mismas situaciones desafiantes y el mundo siga igual. Si nos permitimos detenernos en los detalles que suceden a diario, que nos sacan una sonrisa, que nos ofrecen creatividad, que nos recuerdan un momento agradable, podemos percatarnos que son muchas más las razones para estar agradecidos y de esta manera multiplicar la emoción agradable que surge cada vez que lo hacemos.

Comparto 3 mecanismos que nos ayudan a prevenir el estrés y el agobio. ¡Inténtalo!

Sugerencias:

1. Escucha y siente tu cuerpo – El cuerpo es una fuente riquísima de información, nos enseña dónde marcar los límites y atendernos, al percibir emociones como el cansancio o el estrés.

2. Fíjate en los pequeños detalles – Aquellos que nos hacen sentir bien. De esta forma nos estamos entrenando para ser más optimistas.

3. Agradece lo que te ocurre – Es saludable no dar por sentado las situaciones y los momentos agradables que se nos presentan. Sentir gratitud es un mecanismo ideal para mantenernos en alegría y optimismo.