El joven músico entró por la puerta dejando sin querer una impresión de alguien noble, genuino, con gentil apetito de crecer. No titubeó en dejarse ver, supongo que reconociendo que tenía una hora para exponer sus anhelos y sus inquietudes, razones que lo llevaron a mi oficina. No hizo falta que hablara mucho, se expresaba fácilmente con su mirada y necesitaba pocas palabras para dejar ver su candidez, cualidad que cargan los buenos maestros.

Igual que tantos jóvenes, movido por la pandemia también fue empujado a mirarse a sí mismo de tanta soledad. Entre las bendiciones que reconozco traídas por este impensable tiempo, está el hecho de que los jóvenes se están haciendo preguntas y planteamientos que usualmente despiertan en la adultez. La turbación que me compartió el chico que jamás voy a olvidar, me dejó más que pensativa, me invitó él a mí sin darse cuenta a ir un poco más adentro.

“Tengo miedo de ser reemplazable.” ¿Nos hemos hecho alguna vez esa pregunta? ¿Somos reemplazables? Si buscamos respuestas en diferentes contextos, posiblemente encontraremos que a veces sí y a veces no. Tratándose de un trabajo, tal vez sí lo somos. Quizás en el ámbito amoroso para algunos, también. Inevitablemente tuve que pausar, disparar una respuesta trillada no sería responsable, además, no es mi estilo. Respiré con él, mientras ponderaba y agradeciendo sobremanera su llegada ese día, buscamos juntos una salida. Qué gran oportunidad surge desde esa inquietud.

Le devolví la pregunta con otra, esta vez para los dos. ¿Qué puedo hacer para no ser reemplazable? Entonces regresamos a la verdad, a la sencillez de los asuntos, lo único que hay que hacer es ser uno mismo. Pero no uno mismo sin sentido, sin propósito, sin responsabilidad, sino pasar el trabajo de conocernos lo suficiente para compartir nuestra esencia, nuestra luz, nuestro mayor bien en todo lo que hacemos y a todo el que se cruce en nuestro camino. Es nuestra esencia lo que no cambia y lo que, si vivimos desde ahí, seremos irreemplazables.

Sus ojos brillaron, había encontrado una salida que tenía que ver con dejarse de comparar con los demás, de acabar con presionarse a sí mismo sobre cómo se tiene que ver según los parámetros sociales, de dejar de buscar fuera de él las respuestas sobre sí. La calma a su preocupación tiene que ver con reconocer que aquí estamos para todos los días trabajar para ser mejores personas. Irreemplazables seremos cuando lo que demos sea tan único como lo podemos ser cada uno de nosotros. Gracias al joven, porque me ayudó a mí también a crecer.

Sugerencias:

1. Da tu máximo todos los días.

2. Conócete sin imitar o hacer comparaciones.

3. Descansa siempre que sea necesario para recargar energía.

4. Busca mantener el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

5. Conoce tus talentos, valores y características para exaltarlas.

6. Antes de juzgar a otros, obsérvate para trabajar en lo que sea necesario.

7. Evita comparaciones con los demás, cada uno tiene lo suyo.

8. Medita.

9. Busca ayuda.

10. Vive feliz cada día.

11. Da #lomejordetipr