Últimamente se me ha hecho más claro que no hay mejor manera de ayudar a los demás y al mundo, que ayudándose uno primero. Son muchas las personas que llegan al Coaching sintiéndose exhaustos, y decepcionados porque la ayuda que le dan a los demás no es valorada, no ven cambios, o no se la agradecen.

Esto me ha llevado a reflexionar en el tipo de relaciones que en general, con el tiempo hemos decidido crear. Si nos parece “normal” juntarnos en el trabajo, vida social o familiar a contarnos los problemas sin hacer cambios, a escuchar unos de otros lo que anda mal, a criticarnos, juzgarnos y opinar sin respeto, tenemos un problema. Piénsalo bien, si la persona que busca nuestro consejo u opinión sinceramente quisiera cambiar, lo haría. Y ya luego de eso podrían compartir conversaciones agradables, risas, aportación de uno al otro positivamente. Sin embargo, se repite entre parejas, familiares y amistades que nos acostumbramos a desahogar nuestros problemas en conversaciones, desaprovechando el tiempo presente para estar felices o compartir la felicidad de estar en compañía.

En nosotros está el poder de transformarnos y así poder vivir la belleza y plenitud que esta vida ofrece. Existe la ayuda profesional para movernos de nuestros problemas, incomodidades o cambios de conductas que debemos hacer, y buscarla es de valientes. Así mismo, el trabajo del cambio lo hace uno, y sabremos que ya no la necesitamos cuando hemos cambiado.

Pero quedarnos en el círculo vicioso de dar consejos, servir, dar dirección, sin primero hacerlo para nosotros mismos, y luego sentirnos mal, es codepencencia. La felicidad de cada cual es la responsabilidad de cada uno.

En vínculos de ayuda profesional, claro que hay consejo y dirección, pero en vínculos de relaciones personales, la historia debe de ser otra. Nadie debe de cargar a nadie, porque pueden caerse los dos. Después de doce años en la práctica de life coaching, yoga, meditación para la evolución personal y en todas las áreas de la vida, es ahora que veo claramente los daños que trae la codependencia y lo acostumbrados que estamos a servir desde ahí.

Al ayudarnos a nosotros mismos no tenemos idea de cuánto estamos aportando a todos los demás y al universo. El cambio y el bienestar comienza en uno. Hazlo primero por ti, y verás cómo impacta beneficiosamente a todos.

Sugerencias:

  1. Por más difícil que se te haga, no aconsejes si no te lo piden.
  2. Lo que ves en los demás que no te gusta, trabájalo en ti primero.
  3. Haz actividades que aporten a tu bienestar consistentemente: Yoga, ejercicios, bicicleta, caminar, clases de arte, música, idiomas, baile, y otros.
  4. Se tú la prioridad, verás cómo esto ayuda a todos.
  5. Cuídate de no cargar los problemas de todos sin ver cambios, ni intenciones de buscar ayuda.
  6. Ámate, no toleres lo que tu intuición te avisa que no debes o no quieres tolerar.
  7. Cuando estés en grupo o entre familiares haz lo posible por compartir alegría y no problemas.