¿Vas a perdonar antes del 2026?
“Queremos vivir amando y poder recibir el amor de otros, está probado que es la mayor necesidad de todos y la energía vital que nos une”.

PUBLICIDAD
¿Cómo estuvo hasta ahora este año para ustedes? No me considero una persona que a fin de año tiene prisa en que termine por lo duro que fue. Pero esta vez ya estoy practicando la cuenta regresiva, con optimismo, claro. Pienso que es un verdadero milagro, poder encontrar la perspectiva más optimista de los sucesos. Lo he hecho no sólo en mis situaciones, también con mis clientes y las suyas. Así que en realidad, ha sido un buen año, donde hemos crecido con un empeño bestial de los acontecimientos vividos. También integrando que culpable no es nadie cuando aceptamos que cada cual está viviendo. Más bien somos responsables de lo que pensamos, hacemos y decimos y cada una de las anteriores, trae consecuencias. Y de esta verdad a todos nos alcanza.
Acostumbrados algunos, o en algunos momentos, a que estos pasos de pensar, sentir y hacer se den en automático, podríamos repetir algo que realmente quisiéramos no hacerlo. Tenemos la oportunidad de reinventarnos y hacer transformaciones internas constantemente mientras andamos en la búsqueda de simplemente ser mejores personas, expandir nuestra consciencia y vivir sin miedo, desde el amor.
Es por eso que estamos propensos y vulnerables a vivir experiencias que nos desequilibren, precisamente para ayudarnos a dar más pasos de crecimiento personal, que de hecho es constante.
Queremos vivir amando y poder recibir el amor de otros, está probado que es la mayor necesidad de todos y la energía vital que nos une.
Pero, ¿existe el amor sin el perdón? Hace muchos años fui a un seminario sobre el tema del perdón en Florida. Supe que Dios me hablaba y fui con el corazón abierto. Lo más que recuerdo del seminario es: Que el perdón más alto o sublime al que podemos aspirar, es a comprender que no hay nada que perdonar y que nadie tiene la culpa de nada. ¿Qué poderoso no? Es un buen planteamiento para evitar cargas innecesarias de resentimiento. Tiene sentido pensar que, si estamos todos en un mismo planeta, viviendo, siendo desde lo que hemos aprendido, lo que hemos absorbido desde nuestra niñez, lo que hemos aceptado creer y pensar, pues cada cual está en su propio nivel de consciencia y desde ahí, piensa, actúa y es. Y así como de un momento a otro, nacen canas y aparecen arrugas, así mismo esa consciencia va evolucionando. Lo que hiciste hace años que no te salió bien o que le dolió a alguien, ya no lo harías hoy, así que hay evolución. El castigo de la falta de perdón detiene a la persona de continuar con menos carga su crecer por la vida.
Hablemos del perdón de otra forma. Si no hay perdón, no se puede alcanzar vivir ese estado de libertad al que le llamamos amor, que termina impulsando el respeto y la empatía.
Ahora, el amor no es un principio egoísta que se aplica convenientemente según la necesidad de quien lo pretende compartir. Es decir, valorar y atender los sentimientos y necesidades de las personas queridas es fundamental para expandir saludablemente esa energía, por nosotros y para los demás. El perdón desde el punto de vista donde no hay culpables sino más bien como liberación, a uno mismo, a nuestros cercanos, ayuda como medicina ya que en el camino se cometerán errores. Cuando hablemos de amor, revisemos: ¿Nos hemos perdonado las veces que pensamos, sentimos o hacemos de un modo que va en detrimento propio?
Como todo es una toma se decisiones y elecciones, también podemos decidir perdonar o solicitar el perdón cuando nos toca, desde un lugar liberador y honesto, para poder vivir en amor y libertad. No basta con decir te perdono, o me perdono, es fundamental que haya un trabajo sincero de arrepentimiento, el perdón no es para el otro sino para uno mismo, para continuar la travesía de la evolución de consciencia. ¿De qué me arrepiento? De no haber utilizado las herramientas, aprendizajes, experiencias, consciencia para en le momento de la prueba decidir pensar, sentir y actuar más alineado a quien quiero ser. Esto habla hasta de un simple pensamiento aleatorio que obstruya tu bienestar.
Las personas, familiares, jefes, amigos o parejas, no van a reaccionar o a pensar ni a ser exactamente como queremos o como somos nosotros. De hecho, tampoco somos iguales siempre, vamos creciendo y evolucionando nuestro carácter, personalidad y sistema de creencias mientras vivimos. Así que, hacer un genuino esfuerzo de comprender la percepción o realidad del otro es un paso más a la empatía y el amor.
Cuando no perdonamos a quien único hacemos daño es a nosotros mismos y ahí entra el tema del amor propio. ¿Te amas tanto como para hacerte daño?
Antes de que las acciones de otros nos afecten tanto, decidamos tener compasión, no sabemos por lo que está pasando el otro cuando actúa, o cuál es su percepción sobre los asuntos. ¿Dije que es fácil? No, no he dicho eso y nunca lo será. Pero nos merecemos el intento y en el camino es posible que deje de ser difícil y podría convertirse en una responsabilidad positiva.
Táyna Rivera Llavona es fundadora de Lo mejor de ti, lleva una década sirviendo a otros en su evolución personal y profesional; hacer transformaciones en sus vidas a través de la práctica seria del life coaching. Es Life Coach (CPC) (CRC) (CBEC), maestra en psicología positiva y maestra de yoga denominada Yoga Siromani en el 2004 en Sivananada Centre, Quebec. Ha llevado con éxito sus talleres y servicios corporativos a Costa Rica, Panamá, Estados Unidos y Puerto Rico. Es autora de las novelas de ficción "14 días de Marisol", "SIETE: Una historia para tu alma" y su más reciente publicación de autoayuda, "Hacia la Victoria". Ofrece talleres a empresas, grupos y servicios individuales en su oficina en Guaynabo y telefónicamente para clientes fuera de Puerto Rico.
Lo mejor de ti con Táyna
Columna de autoconocimiento y evolución personal.


