En 1964 se anunció un medicamento desarrollado por el doctor Jerome Horwitz que prometía convertirse en una gran esperanza para los pacientes de cáncer. Se trataba de la azidotimidina (AZT, por sus siglas) que, después de celebrarse con gran entusiasmo, fue descartada por su alto nivel de toxicidad.

Sin embargo, resurgió en 1984, cuando el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) se había convertido en una epidemia de grandes proporciones, sin distinción de raza, credo u orientación sexual.

Han transcurrido casi seis décadas desde las primeras investigaciones de Horwitz. En estos días, probablemente, el doctor e investigador festejaría, junto con la comunidad de personas que viven con VIH, la aprobación del uso de un medicamento inyectable para tratar esta condición crónica, que todavía es un asunto importante de salud pública alrededor del mundo.

¿En qué consiste el tratamiento antirretroviral inyectable?

La doctora Vilmary Sierra Rosa, presidenta de la Asociación de Médicos Tratantes de VIH de Puerto Rico (HIVTMD, por sus siglas en inglés), habló con entusiasmo de esta nueva modalidad de tratamiento que ella misma ya está aplicando a algunos de sus pacientes.

“Es importante aclarar que el tratamiento inyectable no es para todos los pacientes”, señaló Sierra Rosa. “Se recomienda a pacientes que han mantenido, de forma consistente, un estado indetectable, es decir menos de 50 copias del virus en sangre, por lo menos seis meses antes [de iniciar el tratamiento]. Lo más importante es que ese paciente sea completamente adherente a su terapia, y que no va a perder ninguna de las dosis que se le van a administrar”, dijo la doctora.

El tratamiento inyectable, explicó la especialista, combina los medicamentos cabotegravir (CAB) y rilpivirine (RPV), en una formulación inyectable que se conoce comercialmente como Cabenuva®. La empresa farmacéutica ViiV Healthcare recibió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) para uso en pacientes diagnosticados con VIH.

La transición de las píldoras a la inyección: lo que debes saber

Un artículo científico, publicado por la doctora en farmacia Sarah Michienzi y la doctora Rachel Kautz en la revista Infectious Diseases Special Edition, ratifica las indicaciones de la doctora Sierra Rosa. Michienzi y Kautz enfatizan en otros asuntos igualmente importantes: el candidato a esta terapia antirretroviral inyectable no deberá tener historia de fallo en el tratamiento antirretroviral o alguna resistencia a los medicamentos que contiene la inyección.

“Se le explica al paciente que, antes de comenzar con las inyecciones, tendrá que tomar los medicamentos de forma oral para tener unos niveles óptimos”. El medicamento oral se tomará con una comida por cuatro semanas (28 días), sin interrupciones. Michienzi y Kautz afirman que esta medida es necesaria para evaluar que la persona tolera el régimen.

“El mismo día que ese paciente se tome su última dosis de pastillas, comenzará con las inyecciones”, recalcó Sierra Rosa, quien indicó que los medicamentos se inyectan, de forma intramuscular, por separado. “Se administra una inyección en cada glúteo o también puede hacerse en un solo glúteo, con una separación de por lo menos dos centímetros”, explicó.

“En lo personal, creo que es mejor hacerlo en cada glúteo, aunque el paciente sienta un poco de dolor, que no debe durar más de dos días”, aseguró. Un asunto importante que debe considerarse, previo al tratamiento son las posibles interacciones con otros medicamentos que utilice el paciente. “Todo eso se explora antes de tomar esa decisión”, admitió la doctora.

Un paso importante para la libertad

Hay dos asuntos importantes que la doctora Sierra Rosa enfatizó sobre esta nueva modalidad de tratamiento. En primer lugar, mencionó la posibilidad de que se utilice, de forma preventiva, para reducir la posibilidad de adquirir el VIH.

“Se está estudiando también para utilizarlo igual que el Truvada® (emtricitabine-tenofovir, usado para la profilaxis preexposición, o PrEP). Obviamente, todavía no ha salido [por parte de la Administración de Drogas y Alimentos, FDA] esa indicación como tal”, apuntó la doctora, quien adelantó que la investigación para este uso específico está sumamente adelantada.

Por sus quince años de experiencia como especialista en el tratamiento del VIH, la doctora Sierra Rosa piensa en grande al hablar de este adelanto. “Estamos pasando del uso de tratamientos en pastillas a una aplicación inyectable, sin que el medicamento pierda efectividad”.

Otro asunto importante es la libertad que representa dejar de tomar pastillas e inyectarse una vez al mes. “Es bien positivo para aquellos pacientes que están en tratamiento, pero no se lo han revelado a sus familiares –quizás a amigos. También están los que quieren viajar y tienen que cargar con medicamentos. Además, es bien saludable para su salud mental, porque eliminan de su vida una pastilla que les recuerda su condición”, admitió.

“Es un gran avance que nos entusiasma muchísimo”, finalizó Sierra Rosa.