En el tratamiento del VIH, se acuñó el término “la cascada de tratamiento” para denominar a un sistema establecido como guía para el óptimo trato de los componentes del equipo de apoyo clínico de la persona que vive con esta condición.

De la manera en que lo describió el doctor Jarold Méndez —director médico de AIDS Healthcare Foundation Puerto Rico—, esa frase tan común ahora tiene una historia que destaca al paciente como eje y, al mismo tiempo, participante de la experiencia para vivir de manera saludable.

“La cascada de tratamiento de VIH –también conocida como continuo (sic) del cuidado– es un sistema para monitorear la cantidad de personas que viven con el VIH que realmente reciben atención médica y el tratamiento que necesitan”, explicó el médico especialista en infectología. “Este es un concepto simple de compleja realización que se introdujo en 2009 para representar el estatus de la epidemia del VIH en Washington, DC”. Según narró Méndez, esta estrategia fue adoptada por la Estrategia Nacional de VIH/sida de los Estados Unidos y por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Categorizaciones y objetivos sobre la cascada de tratamiento

“Con el apoyo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los departamentos de salud, a nivel estatal y nacional, utilizan datos de vigilancia para proporcionar estimados del número de personas que viven con VIH ubicadas en una jurisdicción”, señaló el doctor Méndez.

La información recopilada permite establecer la proporción de personas que se ubican en cada etapa de la cascada, que incluye cinco componentes:

  1. Las personas diagnosticadas
  2. Las personas que están vinculadas a cuidado médico
  3. Las personas retenidas en cuidado clínico
  4. Las personas en terapia antirretroviral (ART, por sus siglas en inglés)
  5. Las personas con supresión de la carga viral

El objetivo para desarrollar este concepto fue, básicamente, monitorear la epidemia del VIH y dar seguimiento a las estrategias y esfuerzos para controlar este virus. Obviamente, esto permite mejorar las vidas de las personas que viven con esta condición médica”, señaló.

La importancia del diagnóstico

En este primer elemento, apuntó Méndez, la pronta confirmación de un diagnóstico es esencial.

“En las poblaciones con conductas susceptibles a riesgo que están sexualmente activas, las pruebas deben hacerse durante un período ventana de más o menos tres meses después de una exposición”, declaró el médico. “Es bien importante saber que, durante esos 90 días, una persona puede haber adquirido el VIH sin aún saberlo. Por lo tanto, las posibilidades de que le pase el virus a otra es muy alta. Sin embargo, en una prueba, pudiera arrojar un resultado negativo —hay ciertos factores que influyen en ello, como el tipo de prueba o de dónde se obtiene la muestra. De ahí viene la importancia de repetir las pruebas periódicamente”, detalló.

El enlace a cuidado es crucial

Una vez confirmado el diagnóstico, el enlace a cuidado clínico es el fundamento para el éxito del tratamiento del VIH, de acuerdo con la experiencia del doctor Méndez. “Hasta 48 horas después de saber su diagnóstico, la persona deberá llamar a un proveedor médico especializado en el manejo de la condición”, subrayó. “Cuanto más rápido se pueda vincular a la atención médica después del diagnóstico, mayor será el impacto del cuidado médico para proteger su estado de salud y reducir la propagación del VIH mediante la supresión viral”, insistió.

No solo es cuidar, sino retener

Para Méndez, la retención y el compromiso con el continuo del cuidado se logran al valorar las necesidades del paciente en el ámbito personal, su contexto social y su situación emocional. “Las estructuras de apoyo son muy importantes desde el inicio”, indicó el médico. “Esto permite reducir barreras y abrir senderos para que ese paciente se mantenga bajo cuidado clínico”, añadió.

Méndez subrayó la importancia de establecer una buena comunicación con el paciente, quien también debe tener una buena disposición al tratamiento y sus resultados.

El tratamiento y los primeros resultados

Una vez que el paciente comienza su tratamiento antirretroviral, en unos tres meses, se puede observar una reducción en la cantidad de VIH en su cuerpo.

“Eso ayuda a mantener su sistema inmune fuerte y más capaz de combatir las infecciones. Además, reduce significativamente la posibilidad de transmitir el VIH a otras personas y ayuda a prevenir la resistencia a los medicamentos”, declaró Méndez. “Luego de esa primera visita, el estado de ánimo de la persona mejora muchísimo porque siente que está en control de su condición y hay resultados que así lo demuestran”, afirmó.

La supresión es el estado ideal

Por último, Méndez destacó la importancia de la adherencia al tratamiento. El infectólogo recomendó que la persona establezca y mantenga un estilo de vida saludable que incluye una dieta balanceada, un régimen de ejercicios, eliminar hábitos perniciosos (como el exceso de alcohol, abuso de sustancias, o el tabaquismo).

“En ese momento, también se puede planificar una vida sexual plena”, recalcó Méndez. “Es una condición crónica tratable. Puedes ser productivo y también disfrutar tu vida, porque hace mucho que el VIH dejó de ser una sentencia de muerte”, concluyó el galeno.