En la segunda mitad de la década de 1990, se introdujeron los inhibidores de la proteasa como fármacos antirretrovirales para el tratamiento de la infección causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Esta novedad terapéutica generó un descenso en el número de personas que morían por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Sin embargo, el uso de estos medicamentos se ha asociado al desarrollo de diabetes tipo 2 en las personas que viven con VIH.

Según un estudio estadounidense publicado en BMJ Open Diabetes Research & Care, las personas con VIH en tratamiento con los inhibidores de proteasa presentan un riesgo de 4 % superior de padecer diabetes en comparación con la población general.

La diabetes tipo 2 es la forma más común de diabetes. El cuerpo no produce suficiente insulina o las células no utilizan la insulina. Esto se conoce como resistencia a la insulina.

Los inhibidores de la proteasa aumentan el riesgo de desarrollar diabetes en las personas que viven con VIH porque elevan el nivel de glucosa (azúcar) en la sangre.

Después de comer, el cuerpo procesa los alimentos y produce glucosa. El azúcar se libera en la sangre. Luego, la insulina ayuda a las células a absorber la glucosa de la sangre. Cuando esta entra en las células, se usa para producir energía inmediatamente o se almacena para usar después.

Mediante este proceso que realiza el cuerpo, el nivel de glucosa en la sangre se mantiene dentro de lo normal. No obstante, si hay una alta cantidad de azúcar, la insulina del organismo no funciona de forma correcta. La persona es diagnosticada con diabetes cuando la glucosa pasa de cierto nivel.

En Puerto Rico, más de 20 mil personas viven con un diagnóstico positivo de VIH y es uno de los diez estados/territorios de Estados Unidos con el número mayor de casos acumulados de sida, tasa de diagnósticos y prevalencia de infección por VIH, según el reporte de casos para el año 2017 del Departamento de Salud.

El médico internista y especialista en VIH Ronald Collazo Pagán explicó que, en el caso de las personas con VIH, “a lo más que uno tiene que estar pendiente es a la predisposición del paciente. Si tienes un paciente que viene ya con obesidad, con sobrepeso, tiene un historial familiar bien marcado con diabetes, pues todo eso te da una indicación de que el paciente en el futuro puede estar predispuesto a la diabetes”.

Los síntomas asociados a la diabetes que presenta una persona con VIH son los mismos que presentaría alguien que no haya adquirido el virus.

“Uno empieza a ver una baja de peso súbita. Empiezan a tener azúcar en la orina y cambios en el sabor. Pero, lo más preocupante en cuestión de síntomas es que empiezan a desarrollar neuropatías diabéticas: el hormigueo en las extremidades, la sensación de que le están poniendo alfileres en las extremidades. Y van a notar, también, que irán mucho a orinar. Esa es la azúcar que están botando por los riñones y que van a sentir mucha sed”, indicó el médico.

Asimismo, Collazo Pagán, quien trabaja en Puerto Rico CONCRA, una organización de base comunitaria que ofrece servicios preventivos y de salud especializada en el tratamiento del VIH e infecciones de transmisión sexual (ITS), expresó que a los pacientes se les realizan estudios en ayunas cada tres meses para medir la azúcar en la sangre. También, hacen pruebas de hemoglobina glicosilada. Este es un examen para la diabetes tipo 2 y prediabetes. Mide el nivel promedio de glucosa durante los últimos tres meses.

Estos estudios le proveen un indicador a los especialistas de la salud de cuáles medicamentos para el tratamiento del VIH pueden recetar a sus pacientes. Collazo Pagán aseguró que hay otros fármacos que no suponen riesgo alguno en el desarrollo de diabetes en las personas con VIH.

Además, el especialista manifestó que el problema de que a una persona con VIH se le diagnostique diabetes reside en que “si la persona tiene la azúcar descontrolada, eso puede afectar los riñones. Entonces, nosotros estamos bregando con medicamentos que se procesan altamente en el riñón. Debes tener los riñones en buen estado para poder procesar ese medicamento. También, puede afectar el sistema nervioso y aumentar la predisposición cardiovascular”.

A pesar de que algunos fármacos como los inhibidores de la proteasa aumentan el riesgo de padecer diabetes en los pacientes con VIH, Collazo Pagán enfatizó que “el desarrollar diabetes en pacientes positivos al VIH depende desde dónde se mire. Por ejemplo, en Puerto Rico, la probabilidad de desarrollar diabetes es más alta en los puertorriqueños que un caucásico blanco y delgado que no tiene historial familiar de diabetes”.