La intervención de la poeta Amanda Gorman en la inauguración presidencial de Joe Biden, el pasado 6 de enero, fue un reflejo del tumulto social que viven los Estados Unidos actualmente y una prueba inequívoca de cómo las palabras, entrelazadas magistralmente las unas a las otras en un texto literario, cobraron voz, retumbando contundentemente en los oídos de millones de personas.

Sin duda, la joven poeta, cuya historia es, de por sí, inspiradora, dio cátedra y, por supuesto, en su articulada intervención no mostró señas de que, en su niñez, fue diagnosticada con un desorden de procesamiento auditivo y con un trastorno del habla; o de que, incluso, aprendió a leer más tarde que otros niños, convirtiéndose más tarde en una ávida lectora y escritora. En diferentes medios de comunicación ha dado cuenta de que la poesía le dio el “poder” de expresar sus ideas. El amor a este género literario no solo fue su salvación, sino que también la llevó a conocer diferentes autores, entre ellos Maya Angelou, quien se convirtió en su inspiración.

Amanda Gorman
Amanda Gorman (Shutterstock)

Pero, ¿qué podemos decir de la literatura como medio de expresión social?

“La literatura es la memoria y es el futuro de todos los pueblos. Es lo que permite trazar lo que ha sido, no tan solo para documentarlo como historia ni para recordarlo, sino también como una manera de cuestionarlo, de remediarlo y, de incluso, querer cambiarlo”, comentó la doctora Anuchka Ramos Ruiz, vicepresidenta asociada de Asuntos Académicos de la Universidad del Sagrado Corazón, quien, entre sus estudios, posee un doctorado en Estudios de la Cultura y Literatura de la Universidad de Santiago de Compostela, España.

Se escribe, precisamente, para cuestionar, para destruir y construir, y, en ese sentido, es el arma más poderosa que pueda tener la humanidad, desde lo individual hasta lo colectivo, para poder construirse a sí misma”, dijo, al destacar que el solo acto de escribir puede incitar la revolución de un pensamiento, de un momento y de toda una época.

“Así que la selección de palabras en el acto de escribir no es casual. Hay un acto deliberado de escoger con qué palabras se plasma, se cuestiona, se entreteje una idea”, describió, para agregar que la literatura -y la poesía como una forma de la literatura-, no están exentas de la transformación.

Inmersos en pleno siglo 21, entre tantas maneras de hacer discursos en el día a día, pues estamos todo el tiempo haciendo discursos en Facebook, en Instagram, en TikTok y en todos lados, la literatura también es parte de ese entramado, así que hay una urgencia de que el discurso poético sea parte del discurso cotidiano por unas razones políticas de peso y eso, por un lado, es bien importante y puede verse como innovador, pero, por otro, es una innovación que ya lleva un tiempo dándose y es el cuestionamiento que muchos grandes poetas y muchas grandes poetas han tenido desde hace mucho tiempo”, elaboró la doctora Ramos Ruiz, al señalar el concepto del “intelectual comprometido” del cual se desprende un compromiso en el que la palabra va más allá del arte o de la belleza para decir algo más.

“Es esa genialidad, esa imaginación para mirar todas esas imágenes que se podrían decir de otro modo, pero que, al decirlas a través de la poesía, hay ganancia, de imagen, de poeticidad, de belleza, de apelar a las emociones de una manera más directa y de conectar con una audiencia que está atravesada con el discurso”, mencionó, al comentar sobre la participación de Gorman en la toma de posición del presidente Joe Biden, en la cual, a su juicio, “se demuestra que es posible tener un discurso estéticamente bello y socialmente comprometido, sin que sea un panfleto ni una propaganda y esa es la búsqueda de la poesía, es cómo se llega a comunicar aquello que de otra manera no se puede y reconocer que es el discurso poético el que lo hace posible”.

“En términos más amplios, yo entiendo que la literatura -y hablo de todos los géneros en particular-, (se hallan) en este momento interesante por porque nos presentan una realidad con la cual podemos crear arte que, por un lado, puede ser de conciencia y, por otro, tener la parte estética que también es necesaria”, argumentó, por su parte, el escritor y profesor Alberto Martínez, quien opinó que eso nos lleva a replantearnos nuestra vida social y nuestras relaciones con los demás.

“Entonces, transmitir eso a través de la literatura, se vuelve un reto, porque, ciertamente, hay que hacerlo de una forma artística y creativa para llevar el mensaje, pero, manteniendo los rigores de los géneros literarios”, destacó.

“Uno siempre tiene algo que decir, además de lo social está, también, el asunto de la psique particular de cada ser humano, su psicología, y cómo se manejan estos asuntos desde el punto de vista también de la existencia humana, pues ahora se vuelven bien vitales por las circunstancias políticas, los cambios abruptos que ha habido en la sociedad por las manifestaciones, las huelgas, las expresiones de la gente que sale a la calle, -como (ocurrió) en el verano del 2019-, y se presenta ese momentum”, describió el profesor Martínez, quien, ha reconocido y fomentado espacios a través de los cuales se puedan transmitir estas diferentes expresiones con el hilo conductor de la literatura a través de recitales a los que llama Poesía flotante, los cuales combinan diferentes representaciones artísticas realizadas por exponentes de todas las edades y ámbitos sociales y culturales. “Y eso es también una función social, o sea, es un espacio para poder expresar y compartir lo que se está haciendo con otros”, explicó el escritor y editor de la revista literaria Letras Salvajes, quien también forma parte del grupo Consortium Cultural.

“En cualquier cultura, la literatura siempre ha cumplido una función social y artística, y se torna urgente en estos momentos, precisamente con tanta comercialización, tanta masificación del mercado, que el individuo se centre en aquello que realmente trae la literatura, que es una trascendencia de toda esta vida que vivimos y una revalorización de lo que somos nosotros mismos. Yo creo que eso es lo que la literatura hace cuando retrabaja la realidad y la reconvierte en otra manera que lleva a los seres humanos a sentir unas experiencias y emociones que no las va a sentir de otra forma”, resaltó el profesor Martínez.

La literatura, entonces, refleja las realidades y los numerosos retos que enfrenta la sociedad, plasmando un retrato que puede trascender el tiempo y las generaciones. Así, “la historia de la literatura puertorriqueña, que es relativamente joven, es una historia de revolución social a través la literatura”, enunció la doctora Ramos Ruiz, al señalar que “todas las generaciones literarias del siglo 20 y toda la escritura contemporánea se cifran, precisamente, en intentar entender, definir y redefinir nuestra identidad nacional y eso se ve a muchos niveles, desde la construcción de la imagen de jíbaro y la defensa de lo nacional y del campo, hasta la literatura que empieza a posicionar esas otras maneras de ser puertorriqueño con los movimientos de Spanglish y niuyorican, y una literatura más contemporánea que usa la palabra para nombrar esas otras maneras de ser, en todas las formas de la otredad, de quiénes son los demás. Entonces, la historia de nuestra literatura no es otra cosa que revolución política, en todo el sentido de la palabra”, afirmó categórica.

Por su parte, la doctora Mara Pastor explicó que “la literatura puertorriqueña siempre ha sido un medio de expresión social y siempre ha sido un termómetro del tiempo que, de alguna manera, ha mostrado una mirada crítica al discurso hegemónico, digamos, también, al discurso colonial y al discurso social predominante”, enfatizó, a la vez que lamentó que, ante el lugar que se le ha dado a la educación en el contexto de la crisis fiscal, “se ha deteriorado mucho la oferta de lectura que se le provee a nuestros estudiantes, alejándolos, en muchos casos de la literatura contemporánea”.

Al mencionar que, si bien siempre se ha producido literatura puertorriqueña de crítica social y que revisa la historial tradicional, explicó que, poco a poco, se les ha dado a otras disciplinas un lugar más predominante, “sin darse cuenta de que el conocimiento de la literatura de un país le da a sus ciudadanas y ciudadanos un montón de herramientas sobre cómo recordar su historia y recordar la manera en la que esas subjetividades se han sentido y se han pensado”, resaltó, al comentar que en sus cursos de literatura puertorriqueña siempre lee en voz alta con sus alumnos “La guaracha del Macho Camacho”, la primera novela escrita por el dramaturgo puertorriqueño Luis Rafael Sánchez en 1976, y que se impresiona al ver cómo, la que es considerada como la obra puertorriqueña más importante en el contexto de la literatura latinoamericana en el siglo 20, es desconocida por la mayoría de sus estudiantes.

“Ellos se sorprenden de que exista un texto que todavía se les haga tan contemporáneo por el uso que hace, por ejemplo, de la propaganda y de elementos que son sumamente familiares para ellos”, acotó la profesora, mientras detalló algunas de las razones que, a su parecer, han incidido en la falta de exposición de los estudiantes a la literatura contemporánea de Puerto Rico.

“Sabemos que durante la gobernación de Luis Fortuño también hubo una campaña de censura para quitar textos [del sistema de educación pública] porque se consideraban que no enseñaban o promovían valores de acuerdo con cierta moral, lo que realmente implica una mala lectura y un desconocimiento craso sobre cuál es el fin de la literatura para un pueblo”, enfatizó la doctora Pastor. Añadió que incluso en el caso de las figuras que se conocen como poetas nacionales “también se les reduce la visión más crítica o política que tuvieron en su época, como es el caso de Julia de Burgos. Sabemos que se promueve una versión romantizada de Julia, que muy pocas veces recuerda a la Julia que fue secretaria del Partido Nacionalista o a la Julia que fue antitrujillista”, sostuvo.

Sin embargo, tanto para Pastor como para Martínez, lo que realmente despierta el interés de los jóvenes en la literatura es leer literatura que se les parezca, con la cual se identifiquen.

“Habría que darles muchísima más literatura contemporánea... (a los niños y a los jóvenes) mucha, muchísima poesía”, afirmó contundentemente Pastor, quien, en octubre de 2020, recibió un importante premio de la Academia de Poetas Americanos, convirtiéndose en la segunda autora puertorriqueña en recibir el galardón que se les otorga a libros escritos originalmente en español, pero traducidos al inglés.

Si bien la doctora Pastor reconoce que queda mucho trabajo de recuperación por hacer y que, para las personas que tienen vocación literaria y que están interesadas en la docencia las oportunidades de empleo en la isla son limitadas porque “prácticamente no se han abierto plazas para profesores de literatura desde hace más de 15 años”, hoy día, la literatura se debe estudiar de manera interdisciplinaria.

Hay mucho empresarismo en todas las ramas del saber. Yo veo que tengo muchos estudiantes que ahora han hecho cosas más vinculadas a la publicidad, hacen podcasts, están más metidos en temas de la comunicación y periodismo, y han combinado sus intereses”, dijo, al agregar que se pueden hacer textos más híbridos, menos académicos y con más de difusión, “así que hay muchas opciones. A fin de cuentas, la gente que tiene vocación literaria o que les interesa esto deben estudiarlo porque es lo que les gusta”, afirmó Pastor.

De su parte, el profesor Martínez explicó que, si a alguien le interesa incursionar en las artes creativas, por lo menos en la literatura, leer es fundamental, pues la lectura es la base de toda escritura.

“Yo siempre digo que un ‘escritor es la suma de su lectura’ y esto no significa que el lector necesariamente tenga que imitar a alguien, pero sí adoptar unos modelos que le permitan ir llevando su propia voz por un camino y conociendo lo que son las convenciones de los géneros, cómo se maneja la palabra, por ejemplo, en la poesía, trabajar la cadencia y el lenguaje figurado; lo mismo con la narrativa, la cuestión de la prosa, si uno trabaja un microrrelato o un relato más extenso, o una novela, es importante conocer los géneros, pero, primero, hay que para adquirir conocimiento para poder alzar la voz desde esa plataforma que es la base de lo que es la creación”, aseveró Martínez, quien agregó que, entonces, se pueden identificar los métodos para dar a conocer esa voz, ya sea leyendo poesía, publicando trabajos en revistas literarias o en foros de discusión en línea. Asimismo, resaltó la importancia de que la persona que esté en el campo literario conozca de otras disciplinas de las que se pueda nutrir.

“Una persona que quiera escribir necesita no tomar las cosas como han sido dadas: necesita cuestionamiento crítico, imaginación e innovación, y, sobre todas las cosas, entender que los resultados son importantes, pero que el proceso también lo es”, destacó por su lado la doctora Ramos Ruiz.

“Un buen escritor sabe que los buenos libros se hacen en el proceso y es un proceso que toma tiempo, que requiere investigación, trabajo, dedicación de tiempo, como cualquier otro oficio. Entonces, se requiere disciplina, creatividad, cuestionamiento crítico y también un deseo bastante fuerte de trabajar en la construcción de las cosas y de entender que también la escritura puede ser el camino a otras maneras del trabajo o a otras maneras de organización, así que uno se forma para ser escritor o escritora o para ser un estudioso de la literatura, sabiendo que ese puede ser el vehículo para otro posibles oficios o profesiones y yo creo que es importante tener eso en cuenta. El camino no termina ahí, puede ser una primera aproximación para seguir a otras cosas en la vida profesional y son muchas las otras cosas que hay”, finalizó diciendo la doctora Ramos Ruiz.