El 30 de septiembre de 1972, un día como hoy hace 50 años, Roberto Clemente firmó con un doblete contra la verja del Three Rivers Stadium el momento cumbre de una productiva carrera de 18 años en las Grandes Ligas y uno que le encaminaría a convertirse en el ícono que sigue siendo cinco décadas después.

En conteo de 0-1 ante Jon Matlack, de los Mets de Nueva York, el astro boricua disparó una línea entre el central y el izquierdo para adjudicarse dos bases. Fue su hit número 3,000, un batazo que sigue resonando en el corazón boricua como si todos hubiésemos estado en el estadio aquella tarde.

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El número 3,000 es simbólico en el béisbol de las Grandes Ligas hoy, y lo era mucho más en el 1972 ya que antes de Clemente, solo 10 jugadores habían llegado a esa cifra. Hasta hoy, solamente 33 de las decenas de miles de jugadores que han pasado por Major League Baseball lo han conseguido.

Pero en el caso de Clemente fue el último de su carrera dada su trágica muerte meses más tarde, el 31 de diciembre, en su desesperado intento por ayudar a una Nicaragua devastada por un terremoto.

La vida y la carrera de Clemente sigue analizándose cada día por estudiosos del béisbol que siguen descubriendo datos impregnados de mística y de casualidades impresionantes, y un ejemplo de ello lo narra el investigador, escritor e historiador de béisbol, Jorge Colón Delgado.

Y es que en la vida de Clemente hasta la ruta del hit 3,000 tiene historia.

Clemente le dio el icónico hit a Matlack, que un año antes había jugado pelota invernal con los Senadores de San Juan, equipo para el cual Clemente jugó y dirigió en años anteriores. El propio jugador indicó en entrevistas posteriores que durante su temporada en Puerto Rico, Clemente lo llevó a él y a otros jugadores de los Senadores a cenar en su casa.

El batazo fue entre el center y el left, y el jardinero John Milner atrapó la pelota y se la lanzó a Jim Fregosi, quien dirigió a los Leones de Ponce en la pelota boricua. Milner estaba supuesto a jugar con los Indios de Mayagüez, pero al final no se dio.

Fregosi, reconociendo que era un batazo histórico, le pasó la pelota al árbitro Douglas Harvey -que fue árbitro en Puerto Rico-, quien se la entregó al autor del batazo. Clemente se la lanzó al coach de primera de los Pirates, Doug Leppert. Según Colón Delgado, Leppert disparó el primer cuadrangular que se pegó en el estadio Hiram Bithorn, el mismo día en que fue inaugurado en octubre de 1962.

Hasta sus batazos estaban conectados a Puerto Rico. Así de mítica fue la carrera de Roberto Clemente.

“Su figura es eterna. Aún nos falta mucho de aprender sobre la vida del pelotero y del ser humano, y a las nuevas generaciones, las de ahora y las que están por venir, que no se encajen en el 15 de septiembre, el 18 de agosto, el 30 de septiembre o el 31 de diciembre. Que pregunten, lean y estudien la vida de Roberto Clemente. Él es mucho más que esas fechas”, dijo Jossie Alvarado, un estudioso de la vida de Clemente y autor de los libros ‘Puerto Rico en las Grandes Ligas’ y ‘Roberto Alomar: un pelotero especial’.