Buenos Aires. El furor por Messi no tiene límite. Menos aún en Rosario, la ciudad que lo vio nacer, donde algunos de los principales salones de tatuaje no dan abasto para atender las solicitudes recibidas para inmortalizar en la piel el rostro del ídolo, tras ganar Argentina el domingo pasado su tercer Mundial.

“Es una locura, y va a ser una locura todavía... porque creo que tengo para varios meses. Si bien ya teníamos bastantes consultas diarias, un promedio de 50, hoy en día tenemos mas de 300. Explotó, sinceramente. No damos abasto”, cuenta Maximiliano Carreras en Studio Orbe, su local en el centro rosarino.

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Las principales peticiones: la imagen de Messi, principalmente levantando la tan preciada copa, pero también del seleccionador Lionel Scaloni -que nació a pocos kilómetros de Rosario-, del arquero e ídolo revelación ‘Dibu’ Martínez o del también rosarino Ángel Di María.

“Y después viene algo más simple como la fecha, el apellido Messi, algunas palabras que se han dicho en el Mundial, por ejemplo el ‘qué mirás bobo’ (frase de ‘la Pulga’ que se hizo viral). Lo que sentimos acá por Leo es increíble, porque que sea de Rosario y para todo el mundo nos llena de orgullo”, remarca.

Un tatuador con currículum ‘messiánico’. Fue él quien el año pasado tatuó a Antonela Roccuzzo, mujer del astro: “Le hice tres, uno fue por su abuelo en la pierna, después le hice un colibrí en las costillas y después la pelotita de la ‘Snitch dorada’, de Harry Potter, atrás en el brazo”.

Fue por medio de Instagram que la familia Roccuzzo contactó con su estudio, en el que trabajan ocho tatuadores. “Estamos muy contentos de eso, que sientan confianza con nosotros”, señala.

“UN SUCESO HISTÓRICO”

En una camilla, Jerónimo, a punto de cumplir 18 años, se mantiene tranquilo, tumbado hacia abajo mientras le tatúan en su pierna a Leo besando la copa.

Junto a él, sentada, su paciente madre, Luciana Diez: “Es su primer tatuaje; en realidad teníamos turno hace como un mes y medio, y se iba a tatuar una gata, porque hacen tatuajes muy realistas. Y como pasó esto del Mundial, cambió”, ríe.

“Es un suceso histórico, la verdad”, añade él.

Diez también enseña su recién hecho tatuaje, no relacionado con Messi, y descarta hacerse uno de él, evidenciando los piques del fútbol rosarino: “De última me haré a Di María, pero Leo ya se lo hizo él. Para los centralistas (de Rosario Central) tira más Di María (que debutó en ese club) que Messi (que lo hizo en su mayor contrincante, Newell’s Old Boys)”, señala.

LLUVIA DE MENSAJES

Similar ‘boom’ vive José María ‘el Pela’ y su salón, el Slave Tattoo: “Se ha duplicado, triplicado y hasta a veces quintuplicado la demanda de tatuajes de Messi, del ‘Dibu’ Martínez y la copa y cosas relacionadas al campeonato”, indica.

“Ni bien estuvo el pitazo final en el ultimo gol de Montiel, ahí empezaron a llover mensajes de la gente para reservar su turno”, subraya, y confirma que aunque “Messi es la figurita más requerida, necesita de mucho tamaño y mucho trabajo”, por lo que hay gente que solo pide la copa con la fecha y las ya tres estrellas u otros símbolos del momento.

“Pero mayormente piden a Messi con la copa”, sentencia.

En su salón, antes de la final trabajaban con agenda “a 45, 60 días”, pero ahora va de 60 a 90. “De todos modos, cuando son tatuajes chiquitos vemos cómo hacemos y tratamos de meterlos antes, no por una cuestión de plata, sino por cumplir con las promesas que ha hecho la gente”.

Un local muy futbolero y vinculado con “el mundo Newell’s”, en el que Franco muestra orgulloso el tatuaje que recientemente se hizo del fallecido Maradona, jugador de Newell’s entre 1993 y 1994: “Diego, mi ídolo desde siempre, y desde que ya no está más con nosotros era una promesa (...) terminé decidiendo por esa imagen como él yéndose, con el ‘10′ en la camiseta”.

“ES MI ÍDOLO”

Según datos de estos salones, un tatuaje de Messi puede llegar a costar, dependiendo de los detalles, de 30,000 pesos (90 dólares) para arriba.

“Desde que tengo uso de razón lo amo. Es mi ídolo, es un ejemplo como persona, como jugador, no tengo palabras. No hay parámetros, estadísticas, no hay nada”, sentencia Agustín Barbosa mostrando, en la pierna izquierda, su tatuaje de Messi besando la copa, aún fresco y protegido, hecho el día anterior.

Jugador del Atlético Pujato, uno de los equipos del pueblo de Scaloni, el joven habla con EFE a las puertas del barrio privado donde vive el astro cuando está en Rosario, donde hinchas hacen guardia confiando en que salga para saludarle.

Hace dos meses, cuando se hizo su primer tatuaje -una pelota con una corona- pidió turno para hacerse a Messi con el trofeo, confiado en que Argentina ganaría.

Ahora, Agustín, que juega en el equipo rival al Matienzo, donde comenzó Scaloni -”somos del pueblo y está todo más que bien”, contemporiza- sueña con que Leo salga a la puerta y le estampe una firma... para también tatuarla.