Toronto, Canadá.-  El reloj marcaba las 4:00 p.m. y el sol en el Complejo Deportivo Panamericano picaba como si fueran las 11:00 a.m. en una isla caribeña.  

No sofoca porque los vientos en la ciudad son fríos y, por momentos, dan un alivio necesario a las decenas de personas que se aglomeraban sobre la grama, al aire libre, para presenciar la competencia de patinaje de velocidad en 200 metros. 

Es una disciplina que muchas veces pasa desapercibida en Puerto Rico, donde muchos ni siquiera conocen que es uno de los eventos en los que hay representación boricua durante los Juegos Panamericanos. 

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Como es de esperar el público es dominado por camisas y sombreros rojos con hojas de arce pero, entre los canadienses, se asoman tres inmensas banderas de Colombia que han sido amarradas con orgullo a las verjas. Este país sudamericano es uno de los dominantes en competencias de patines.  

En la entrada del empinado pero corto espacio para espectadores se observa una gran bandera de Chile. Muchos periodistas chilenos cubren el evento ya que sus competidores se encuentran entre los favoritos. 

Las mujeres de piernas imponentes y torsos delgados se acomodaban en una carpa antes de salir a la pista. Es idéntica a las de atletismo, pero más ovalada y con suelo de brea. 

Las atletas no compiten a la vez. Arrancan una a una con toda velocidad cuando el oficial da la autorización bajando una bandera amarilla. 

Las deportistas aceleran a pasos agigantados, estirando con rapidez los brazos hacia adelante y hacia atrás para mantener el impulso. Llevan cascos aerodinámicos y uniformes de pantalón pegadísimos hasta poco más arriba de las rodillas. Contrario a las botas que se usan para el patinaje recreativo, los patines tienen ruedas más grandes y el zapato termina en el tobillo. 

El público se mantiene bastante concentrado, no hay alboroto. Solo vitorea y silva con el paso de las atletas que dura unos breves segundos. “¡Vamos, vamos con todo!”, grita un colombiano y su garganta parece desgarrarse cuando ve pasar corriendo a su paisana. 

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Es una competencia rápida pero llena de adrenalina. 

Las patinadoras se mueven con sus cuerpos encorvados y rodillas dobladas, balanceando sus piernas de un lado a otro con tanta rapidez y agilidad que parecen correr en el borde de las ruedas. 

No hay mucha diferencia más allá de los géneros entre las carreras de hombres y mujeres, los tiempos de los varones fueron más rápidos. 

De 11 competidores, dominó el chileno Emanuelle Silva Santibañez con 16.138 segundos, seguido muy de cerca por el colombiano con 16.149 Pedro Armando Causil.  Los primeros cinco lugares fueron agarrados por campeones mundiales. Y en el sexto lugar se asomó el boricua Javier Sepúlveda con 17.18 segundos. 

Aunque no obtuvieron la anhelada presea dorada en la vertiente masculina, la colombiana Helen Montoya sacó la cara por sus paisanos y atrapó el oro con 17.653 segundos. 

Los aplausos de los anfitriones no fueron suficientes para empujar a sus corredores, que terminaron en octavo lugar en la rama masculina y última posición en la femenina. Pero tienen un gran espíritu deportivo los canadienses, quienes a pesar del resultado se quedaron en el recinto, bajo el sol que tanto tarda en esconderse en Toronto, a celebrar a los ganadores durante la entrega de medallas.