El Iron Sheik, un legendario luchador natural de Irán que ganó fama mundial dentro de la lucha libre y que en su momento hizo temporadas de luchas en Puerto Rico, falleció hoy miércoles, a la edad de 81 años.

Una de las grandes estrellas durante la las décadas del 1980 y 1990 de la otrora WWF, hoy WWE, The Iron Sheik, cuyo nombre real era Hossein Khosrow Ali Vaziri, fue muy popular en el deporte-espectáculo debido a la impopularidad de su personaje de un jeque árabe que amenazaba con destruir a los grandes luchadores estadounidenses que enfrentaba, entre ellos el también popular Hulk Hogan, Bruno Sammartino y Jay Strongbow.

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En Puerto Rico, por su parte, también tuvo varias temporadas con la compañía Capitol Sports Promotions, en donde tuvo sangrientas luchas contra Carlitos Colón.

El aviso de su muerte fue ofrecido por medio de un comunicado difundido en sus redes sociales.

“Con su personalidad más grande que la vida, su increíble carisma y sus incomparables habilidades en el ring, cautivó al público de todo el mundo”, indica el mensaje. “Fue un pionero, rompió barreras y allanó el camino para una amplia gama de luchadores que siguieron sus pasos”.

Según datos de su vida publicados por ESPN, antes de comenzar en la lucha libre profesional Vaziri fue uno de los guardaespaldas del último Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi. Además fue un luchador grecorromano que estuvo a punto de ser parte del equipo olímpico de Irán en el 1968.

Posterior a eso se mudó a Estados Unidos y logró ganar un campeonato de lucha grecorromana de la AAU en las 180.5 libras. Luego se convirtió en entrenador asistente del equipo de lucha de los Estados Unidos, incluida una participación en ese rol en el equipo olímpico del 1972.

Fue posterior a eso que irrumpió en el negocio de la lucha libre, adoptando el personaje del luchador iraní que desempeñaría durante toda su carrera.

Más recientemente, por su parte, se convirtió en una figura muy seguida en Twitter.

A Vaziri le sobreviven su esposa, Caryl, con quien estuvo casado durante 47 años, y sus hijos, Tanya y Nikki.

“Más allá del brillo y el glamour del cuadrilátero, The Iron Sheik era un hombre de inmensa pasión y dedicación”, se lee en el comunicado de Twitter. “Él encarnó la resiliencia. Superó innumerables desafíos en su vida, tanto dentro como fuera del ring de lucha libre. Su viaje desde un pequeño pueblo en Irán hasta convertirse en una de las figuras más reconocidas en el mundo de la lucha libre es un testimonio de su inquebrantable dedicación”.