Chef Noelian Ortiz se disfruta cada presente con su papá
La chef revela cuánto atesora todo el amor que recibe de don Julián y habla del aprendizaje que le ha derivado.
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Cada recuerdo cuenta. Los buenos momentos junto a su papá inundan la memoria de la chef Noelian Ortiz y provocan que mantenga una amplia sonrisa al compartir tantos momentos en los que abrazó el amor de don Julián Ortiz Herrera, y numerosas enseñanzas valiosas que le compartió.
Entre besos y abrazos, constantemente va expresando por qué su papá es un ser muy especial, el mejor que la vida le pudo regalar. Y don Julián sonríe, sentado a su lado, mientras la escucha narrar anécdotas que trasladan a los días de la niñez en los que, entre salsas y harina, pasaba horas en el antiguo restaurante “Pizza Party”, el que su progenitor estableció en Canóvanas en la década de los ochenta junto a un hermano de la chef.
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Pero tras este medio preguntarle a don Julián cuán orgulloso se siente de su hija, bastó con escuchar su respuesta “siempre ha sido lo mejor”, para que la chef rompiera en llanto. Su papá se le unió a la emoción, luego de un esfuerzo inútil por disimular, y las lágrimas se apoderaron del momento, porque ella pudo escuchar de sus labios esa expresión de amor que ahora cobra más fuerza y sigue valorando como un tesoro. Don Julián padece Alzheimer. La demencia le habrá robado recuerdos, pero no ese amor que guarda en su corazón para su eterna niña.
Luego de varios años del diagnóstico, momentos de lucidez como estos se convierten en un regalo. “El primer día que yo lo fui a saludar y le dije ‘bendición, papá’, y me dijo ‘¿quién tú eres?’, a mí se me destrozó el corazón. Pero hay días como hoy, que me dice ‘Noelian, y me abraza”, confesó en un aparte, luego de compartir diversas vivencias de esa figura de la que se siente plenamente orgullosa, y de consentirlo con frases como “tan lindo, mi papi lindo”.

La chef es la menor de seis hermanos: Julissa, Edgardo, Damaris, Yomaris y Noemí Liz. También, de Eric, hijo de su actual esposa y a quien don Julián hace años acogió como otro de sus hijos como un ejemplo de su voluntad para dar amor.
Las historias de la experta en gastronomía se diluyen entre la disciplina y los mimos que recibía de su padre mientras se criaba. “Al principio jugaba con harina”, dijo entre risas la también talento de Telemundo. “Yo pensaba que la harina era un juego, pero durante el transcurso, me di cuenta que era más que un juego. Era el alimento”. Los relatos siguieron asomándose.
“En la pizzería había un ‘game room’, un área de juegos. Yo me pasaba en esa área y siempre papi me decía ‘ya no hay más pesetas para echarle a la máquina’, y una vez vino el técnico, me acuerdo como hoy, y le dijo ‘mira, tú me tienes que enseñar el truco de cómo no echarle más pesetas, porque me voy a arruinar yo mismo, esto no es negocio, porque Noelian se pasa jugando en las maquinitas’. En el área de mantecado, jugábamos”, prosiguió con sus recuerdos durante el encuentro con Primera Hora en Abbot Optical, en Carolina, negocio de su hermana Damaris y un reflejo del espíritu empresarial que don Julián, de 78 años, inculcó en sus hijos.

“Papi siempre tenía libros de pintar para darle a los niños que iban, pero la mayoría de los libros los gastaba yo porque yo estaba todo el tiempo ahí metida”, reveló mientras reía. A su vez, resaltó los mimos que recibía de sus hermanos, a quienes don Julián les enseñó el compromiso de velar por su bienestar.
“Hicieron un rol bien importante en mi vida y ayudaron a mis papás a poderme cuidar”, dijo con orgullo, y compartió que la hermana que va antes de ella le lleva nueve años. “Siempre había un hermano en el turno de trabajo y, muchas veces, yo tenía que estar ahí y ellos estaban muy pendientes a mí, y papi siempre decía ‘hay que cuidarla’”. Esto abarca los tiempos de la adolescencia en los que se integró como empleada.
El compromiso por la excelencia se convirtió en una de las enseñanzas más constantes. “Siempre nos decía ‘hay que darle servicio al cliente. Hay que darle calidad al producto’. A temprana edad tuve que aprender lo que es la responsabilidad, lo que es trabajar con clientes, pero sobre todo, en la parte de los alimentos, siempre mantener un ‘quality control’”.
La autovalía se añadió como otro aprendizaje de peso. “Mi papá nunca me dio. Mi papá siempre me miraba y me sentaba y me decía, ‘Noelian, esto lo hiciste mal, esto lo hiciste bien’. Mi papá nunca, ni con una correa, ni una chancleta, a mí nunca él me dio. Y cuando ya yo llegué a mi adultez, una vez se sentó conmigo y me dijo algo que se me quedó en mi corazón, sobre todo cuando yo pasé un momento muy difícil de mi vida”, reveló mientras daba paso a las lágrimas. “Me dijo ‘si yo, que soy tu papá y soy el hombre que más te ama, nunca te pegué, ni te maltraté, nunca permitas que ningún hombre lo haga’. Y en los momentos más duros que yo viví, siempre me acordé de esas palabras y me ayudaron a salir de relaciones tóxicas, porque papi siempre me aconsejó que ningún hombre tenía el derecho de tocarme”.
El amor de don Julián también ha estado presente para sus 12 nietos y siete bisnietos. En un momento breve en el que se integró nuevamente a la conversación, el retirado empresario manifestó parte de las lecciones que procuró sembrar en sus retoños. “Que haya compasión y que lo divulguen”, reveló con pausa. “A la larga va a tener beneficios”, dijo quien es conocido en la familia por su frase emblemática “¡qué maravilla!”. “Pensar en que los tienes a tu lado, los tienes porque lo luchaste, y tengo los hijos completos. Es una cosa increíble”, agregó sin poder evitar los sollozos.
Otro aspecto que Noelian admira es la determinación para reinventarse en lo profesional. “Antes de papi y mami separarse, la pizzería se quedaron mis hermanos trabajándola, y de adulto, le dio con estudiar óptico. Lo estudió y ahí comenzó su negocio”, reveló sobre otra tarea en la que se destacó por un tiempo.
A celebrar cada presente
Las razones para festejar permanecen. Quizás en estos momentos don Julián no comprenda a plenitud el inmenso amor que ella y sus hermanos sienten por él, pero esto no cambia el afán de continuar brindándole muestras de afecto que, por momentos, logran sacarle una sonrisa.
“Se me ha hecho más difícil entenderlo en cuestión de que yo tenía largas conversaciones con mi papá todo el tiempo, y papi siempre me daba consejos bien grandes. Hay días que está claro, como el día de hoy, pero hay otros días que… obviamente, pues no está aquí a veces”, confesó la chef en un aparte. Para este próximo Día de los padres ya van gestionando planes.
“Hay años que lo hacemos en la playa. Otros años lo hacemos en casa de papi. A él le gusta mucho la playa. Muchos años lo celebramos allá. Llevamos todo, la neverita y cositas y la pasamos allá. Si no, en la casa de él. Siempre estamos compartiendo. Vamos todos los hijos que están en Puerto Rico, y sus nietos, y los bisnietos, y pasamos un día bonito”.
La satisfacción de todo el amor que le ha brindado es uno de los aspectos que más llena de paz a la chef. “Ya son aproximadamente cinco años desde su primera vez… que comenzamos a ver el diagnóstico. Yo creo que es valorar los días que hay”, afirmó enfática. “Cuando nos reunimos como familia, yo me siento al lado de él, hablar con él todo el tiempo, sea elocuente o no”.
“El año pasado vivimos una experiencia que fue bien fuerte. Papi cayó en intensivo, en Centro Médico, y ahí nos sacudió a todos, porque pensamos que, lamentablemente, se nos iba a ir, pero Dios fue mágico y nos lo dejó gozarnos un tiempo más, así que esos son los momentos que uno termina valorando un poco más”.
Dedicarles tiempo es una lección que reiteró, fuera de dejarlo solo para un día de celebración. “Mi consejo a todos los hijos es que no esperen que lleguen a esta etapa para compartir con sus padres”, dijo. “Yo me gocé a mi papá, antes de esta etapa. Yo sé lo que es irme a comer sola con él. Yo tengo recuerdos de ir a conciertos él y yo solos. Tengo esas memorias, que son las que se quedan conmigo de por vida”.