¿Sabes dónde está la “guarida” de piratas en Quebradillas?
Al pie del acantilado frente al mar, el mito y la realidad se funden y se confunden en Puerto Hermina.
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Quebradillas es conocida como la “Ciudad Pirata”.
Al escuchar la expresión muchos piensan en el equipo de baloncesto que viste los colores de ese pueblo o en el mito del viejo ”pirata cojo, con cara de malo, con un parche en el ojo, con pata de palo", como la canción de Joaquín Sabina.
Pero pocos conocen que a los pies del acantilado que recorre las costas del pueblo, específicamente en Puerto Hermina, el mito y la historia se funden y se confunden. Son las ruinas del antiguo almacén aduanero que allí yacen y las olas que besan sus costas, testigos silentes del reto que enfrentaban los habitantes de zonas remotas de la Isla, en aquel entonces bajo la dominación española, y de los intrépidos bucaneros que visitaban nuestras costas, para sobrevivir.
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“Es un lugar real donde se dieron las historias de piratas que a veces uno ve en películas como ‘Pirates of the Caribbean’ y piensa que es una historia fantástica. Pero eso se vivió aquí en Puerto Rico y Puerto Hermina fue uno de esos lugares”, relató la guía turística Silmarie López Rojas, dueña de Puerto Rico Walking Tours, quien describió el lugar como uno interesante.
La guía turística explicó que fundado por los hermanos Hermina en el siglo 17, en el lugar operó un pequeño puerto. “En esa época había pocos españoles en la zona y había unas leyes bien restrictivas para los puertorriqueños, que solo podían comprarle a los barcos españoles y a veces esos barcos nunca llegaban y la gente tenía que inventárselas. Y ahí es donde entra lo que es el trueque, el contrabando y la piratería, que ahora mismo suena como algo malo pero en aquel momento era sobrevivir”.
Era el lugar donde cuando se juntaban la necesidad y el hambre, y piratas y locales podían hallar como saciarlas.
Así que aislado, oculto en el fondo del acantilado, en lo más remoto de lo que hoy conocemos como el barrio San José de Quebradillas, los vecinos del entonces poblado de San Antonio de Padua de la Tuna (Quebradillas, Isabela y Camuy), llegaban hasta las costas de Puerto Hermina para intercambiar cueros, pieles y productos agrícolas como el jengibre (utilizado por las tripulaciones marinas para combatir males como el escorbuto) de manera furtiva, con los marinos de bandera extranjera o incluso piratas, que en ocasiones paraban en ese puerto.
“Como había pocos soldados, el gobierno español no estaba muy pendiente del área oeste y ese puerto estaba casi todo el tiempo solo. Los barcos traían ropa, moneda y la gente intercambiaba cueros, jengibre. Había una necesidad de parte y parte que esos encuentros la podían suplir”, relató López Rojas.
Y por supuesto, en un puerto pirata boricua no podía faltar un digno representante de nuestra cultura. Nada más y nada menos que el legendario Roberto von Kupfershein Ramírez De Arellano, mejor conocido como “Cofresí”. Se dice que el pirata caborrojeño conocía mejor que nadie los recovecos de la costa oeste del país y criado y formado en las playas de nuestra isla supo ganarse la amistad y la protección de los quebradillanos, lo que le ganó al pueblo su sobrenombre de la “Guardia del Pirata”.
Pero más allá del mito y la ensoñación romántica de la época de piratas y corsarios, en pleno siglo 21, Puerto Hermina es un paraíso de belleza y ensoñación, y uno de los pocos escenarios de un espectáculo internacional, el encuentro de los cangrejos ermitaños (micos o cobitos) y otras especies, durante la época de reproducción. Cerca del mes de agosto, miles de cobitos descienden del acantilado para darse cita en las costas en lo que se conoce como la “covada”. Además de aparearse, durante esa época los cangrejos ermitaños cambian sus conchas, dando paso a un ritual bastante parecido al trueque. Uno de ellos dejará su casa a un lado para habitar en una nueva, y la que alguna vez fue su casa será habitada por otro.
Son tantos los cangrejos ermitaños que abarrotan el sector que el acceso es cerrado para protegerlos de ser aplastados por los vehículos.
Sobre las rocas del acantilado fue esculpida por un artesano la cara del cacique taíno Mabomadaca, que según cuenta la historia fue el único cacique taíno que no pudo ser capturado por los colonizadores. Desde lo alto del acantilado, el guerrero taíno vigila impasivo las costas del que una vez fue su yucayeque.
La pronta apertura en los próximos meses del famoso Puente Blanco de Quebradillas, cerrado hace casi 30 años, facilitará el acceso de los visitantes a Puerto Hermina desde el barrio Terrranova, pasando por San José, lo que permitirá que los visitantes puedan recorrer todo el litoral costero quebradillano.
Ya sea para pasar un rato de paz frente a la playa, tomar fotografías, disfrutar de la vida marina o simplemente dar una caminata, Puerto Hermina es un lugar espectacular para el visitante.
Debido a que se trata de un área de mar abierto, la playa no es recomendada para bañistas y se les pide a los visitantes que no intenten tocar o molestar a la fauna local, que recojan su basura y vayan preparados, ya que el área es un poco apartada y salvo por uno que otro vendedor ambulante no hay donde conseguir refrigerios, artículos comestibles o agua.


