A menos de una semana de la decisión judicial que finalmente lo coloca fuera de la acusación federal que pesó en su contra por nueve años, el exsenador Héctor Martínez narró hoy parte del duro proceso que vivió durante su procesamiento federal, tanto en los tribunales como durante sus 10 meses en prisión.

En entrevista con la emisora radial WMDD 1480, Martínez contó que llegó sentir odio por las personas que testificaban falsamente en su contra durante el juicio, pero dijo que entendió que no podía mantenerse con ese sentimiento de rencor.

“Es momento de pasar la página”, dijo Martínez en la entrevista radial.

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“Agradecido por sus oraciones y por la fe que tuvieron en este servidor. Nueve años que estuve en ese proceso. Perdimos el escaño, el título (de abogado), mi libertad por un año, ni hablar del sufrimiento que esto trae a tus seres queridos… fueron momentos duros”, dijo Martínez. 

La semana pasada el Tribunal federal de apelaciones para el primer circuito en Boston revocó la condena de Martínez emitida por un jurado ante el juez Francisco Besosa. Es la segunda vez que Boston revocaba al juez federal en el caso del exsenador del Partido Nuevo Progresista (PNP). En la opinión del juez apelativo Juan Torruella, la fiscalía federal “falló en establecer un elemento esencial del crimen por el que se imputaba” tanto a Martínez como al empresario Juan Bravo.

Martínez dijo que gastó “cientos de miles de dólares” en su defensa y agradeció a familiares y amigos por que pudo costear su defensa, y lamentó que para obtener justicia haya que gastar tanto dinero.

“El que no tiene recursos no tiene acceso a la justicia”, indicó Martínez.

“Dios premia la verdad. Aquí yo no sé si se hizo justicia pero aquí prevaleció la verdad. La decisión del circuito de Boston confirmó lo que reiteramos desde el principio: íbamos a defendernos para demostrar al país y nuestra gente que éramos inocentes de los cargos que injustamente nos imputaron”, sostuvo.

Martínez contó que no sabe por qué la insistencia en llevar el caso en su contra y que la fiscalía federal de Estados Unidos envió a la isla al mismo fiscal que trató de procesar al exgobernador Aníbal Acevedo Vilá.

Lamentó que en el primer veredicto condenatorio no le permitieran entregarse voluntariamente en el centro de detención metropolitano (MDC), también llamado cárcel federal.

“A los peores narcotraficantes les permiten entregarse voluntariamente. El juez no lo permitió. A mí me esposaron frente a mi familia”, sostuvo.

Luego comenzaron los casi 10 meses en prisión, que comenzaron en Guaynabo.

“Eso fue un infierno. Son celdas, en ocasiones estas 23 horas encerrado, una hora para comer, bañarse, comunicarse con la familia”, dijo Martínez. “Esa primera noche llegó como a las 11 p.m., todos estaban en sus celdas, estaba gritando, llamando mi nombre, que estuviera tranquilo. Ahí estaban el alcalde de Barceloneta (Sol Luis Fontánez), estuvo (el excomisionado municipal) Hilton Cordero”, relató, aludiendo a otros exfuncionarios procesados en la cárcel federal.

Esa primera noche logró dormir por el cansancio, y cuando se despertó lo que deseaba es que todo fuera un mal sueño. Cuando se despertó en la celda, que compartía con otro confinado, un grupo de reos lo visitó para darle una breve explicación de las reglas del lugar. Allí estuvo unos 30 días, hasta su traslado a Estados Unidos.

“De ahí te trasladan en un avión no sabes para donde tú vas, encadenado de manos y pies, fueron las horas más largas de mi vida”, recordó.

Ese primer lugar a donde lo llevaron fue una cárcel estatal de un condado de Oklahoma, donde en un pequeño cuarto había decenas de personas, en donde la comida era terrible y la servían en bandejas por una pequeña rendija, según dijo. Él terminó cediéndola a un preso dominicano que estaba pendiente a su plato de comida. “No tenía hambre”, dijo el abogado, quien perdió 45 libras en su periodo en prisión.

Luego pasó a un campamento federal, donde hacía jardinería para no pasar todo el tiempo en la celda, y recibía algunas visitas de familiares o amigas, como la exsenadora y hoy alcaldesa Lornna Soto.

“Fueron días bien difíciles”, dijo Martínez. “Yo lloré todos los días”, narró.

Además de Soto, Martínez agradeció a otros legisladores que demostraron ser sus amigos “en las malas”, como el presidente de la Cámara de Representantes, Carlos “Johnny” Méndez Martínez, y el presidente senatorial Thomas Rivera Schatz. Pero también agradeció el apoyo de muchos ciudadanos que nunca perdieron la fe en él.

“La gente se identificó porque no había necesidad de un juicio y menos de un segundo juicio. La gente lo vio como un atropello”, sostuvo.