¿Por qué hay tanta corrupción en Puerto Rico?

La pregunta resonó ayer en cada rincón de la Isla, tras una racha de arrestos y aceptaciones de culpa de políticos imputados de recibir dinero de contratistas.

En los pasados cinco meses, cinco políticos han sido implicados en estos esquemas de soborno y acusados en el foro federal. La lista la encabeza el exalcalde de Cataño, Félix “El Cano” Delgado. Luego, le siguió el exalcalde de Guaynabo, Ángel Pérez Otero, así como el de Guayama, Eduardo Cintrón. Hoy, fueron arrestados los ejecutivos municipales de Aguas Buenas, Javier García Pérez, y el de Humacao, Reinaldo Vargas Rodríguez.

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Varios legisladores también han caído en los últimos tiempos por sus vínculos a la corrupción, como María Milagros Charbonier, Nelson Alonso y Nelson del Valle.

Dos catedráticos de ciencias políticas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) rechazaron que los acontecimientos que han retumbado en las esferas políticos del País sea alguna pandemia o signos de una enfermedad. Coincidieron de que se trata del reflejo de un sistema que se ha cimentado en cómo sacar bienestar político.

“Por décadas, poco a poco en Puerto Rico se ha construido un sistema político que vive y fomenta la corrupción”, afirmó el profesor de ciencias políticas en el recinto de Humacao, Efraín Vázquez Vera.

Dijo que uno de los principales problemas que se tiene es que se “todos los gobiernos y políticos se dedican a legislar para castigar un corrupto una vez cometa delito. La realidad es que hay que legislar para evitar que la corrupción llegue al servicio público”.

El profesor criticó el que se fomente que las estructuras de poder y fiscalización no sean independientes y sean entes politizados. A modo de ejemplo, indicó cómo los jueces y los fiscales son nombrados por políticos, cómo se impulsa llegar a ser servidor público a base de amiguismos o palas, así como que no se les dé las herramientas a entidades como la Oficina de Ética Gubernamental o la Oficina del Contralor para ir contra las personas que cometen irregularidades ante los tribunales.

“Si a esto le añadimos que el sistema electoral está diseñado magistralmente para permitir el inversionismo político, qué es de esperar. Es un sistema creado para burlar la ley y fomentar y permitir la corrupción”, sentenció.

Pero, más allá de las raíces arraigadas en esa base de la corrupción, Vázquez Vera opinó que cada vez se verán más casos de corrupción, pues todo este sistema en el que descansa el régimen político puertorriqueño colapsó.

“Es normal que bajo la quiebra que vive Puerto Rico, que no solamente es una quiebra económica y financiera, sino político moral y social, se aumente los niveles de corrupción. En otras palabras, la corrupción en un lugar es proporcional al bienestar que se tiene o no se tiene. Si de algo podemos estar seguro es que la corrupción en Puerto Rico seguirá aumentando en tanto la crisis puertorriqueña se haga más profunda”, afirmó el catedrático.

Por su parte, el profesor de ciencias políticas de la UPR en Río Piedras, Miguel Rivera Quiñones, expresó que la corrupción se trata de “un problema estructural, de cómo el sistema político en este territorio colonial se ha desarrollado a través de las últimas cuatro décadas. No es una pandemia”.

Expuso que las élites políticas, formadas por el Partido Popular Democrático y el Partido Nuevo Progresista, “han construido su poder a través de contratos públicos y prebendas relacionadas al presupuesto”.

Específicamente, dijo que “se ha promovido un sistema político en el cual las personas en el gobierno tienen que devolverle los favores por medio de contratos o favores especiales a aquellos y aquellas que los apoyan en el proceso de llegar al gobierno”. Por ello, entiende que esta corrupción no ocurre de “manzanas podridas”, sino que surge del mismo sistema.

Rivera Quiñones, quien realizó una investigación en la Universidad de Princeton sobre la corrupción, indicó que ambos partidos son responsables de esta falla. Destacó el hecho de que cada vez más se hace notable cómo las autoridades estadounidenses quieren tomar cartas en el asunto para poner freno a la situación.

Como solución, manifestó que “el principio básico debe ser no votar por estos partidos y tratar de buscar opciones electorales que representan una ruptura de poder en esos patrones establecidos. No es un camino fácil, pero es al que debemos aspirar”.

Por su parte, la abogada y analista político, Anabelle Torres Colberg, se alejó de la percepción de que la corrupción está relacionada al sistema en que se rige la política. Sin embargo, aceptó que se ha permitido el inversionismo político, lo que da pie a la corrupción.

“La base primordial del germen de la corrupción tiene que ver con la parte individual. Es inescapable. Hay una falta ética, moral, una falta de un verdadero compromiso con el servicio público y que algunos incursionan al servicio público para servirse y no dar el mejor servicio a los puertorriqueños”, expresó.

Comentó que los enfoques en la política se han centrado en que se dan donativos políticos a cambio de obtener algo a cambio, principalmente contratos.

“Eso hace que cualquier bambalán forme una empresa, porque voy a conseguir el contrato. Hace muy fácil que se dé este tipo de esquema”, sostuvo.

La abogada dijo que esos inversionistas se hacen profesionales y cambian de color con cada administración. Por ello, reclamó “una verdadera voluntad política en cambiar cómo se contrata y se le den beneficios a la gente del gobierno” para poder reparar la operación gubernamental.

“Hay que exigir que se haga una manera diferente, porque si no va a haber consecuencia política”, planteó, al exponer cuál debe ser la amenaza del pueblo a los partidos para detener la corrupción.