Un trágico suceso marcó el entorno de siete adultos mayores de la barriada Figueroa, en Santurce, luego que sus hogares fueron consumidos por un voraz incendio que los lanza a la desafiante tarea de reconstruir no solo sus casitas, sino también sus vidas.

Aun en medio de este panorama desolador, que ocurre en plena época navideña y en una comunidad marcada por la pobreza, los perjudicados -cuyas edades fluctúan entre los 65 y 85 años- han asumido con paciencia y optimismo el proceso de recuperación que apenas comienza.

Entre ellos está don Arturo Figueroa Medina, de 72 años, un técnico de refrigeración conocido y respetado en la comunidad por su generosidad al reparar electrodomésticos para sus vecinos, aún cuando estos no tengan dinero para pagar por el trabajo. Su hermano, Edwin Figueroa, un electricista de profesión, también perdió su casa en el mismo desastre.

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El hombre, en medio de su crisis, muestra una admirable preocupación por sus clientes, ansioso por recuperar las herramientas quemadas en el incendio ocurrido el pasado viernes. El conteo de daños señala que, aunque se afectaron 15 residencias, solo siete de estas estaban habitadas al momento de la tragedia que aún es investigada por el Negociado del Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico (NCBPR).

Fíjate, ahora mismo lo que me preocupa es que perdí mis herramientas para poder ayudar en el vecindario porque yo les reparo las lavadoras, neveras y esas cosas cuando se dañan. Ayudo en lo que pueda, aunque no tengan con qué pagar. Si no tienen para pagar la pieza yo se las compro y después que me paguen, si pueden. Pero me quedé sin las herramientas porque se quemaron y ahora no tengo ni para soltar un tornillo. Mi hermano también perdió todas sus herramientas para sus trabajitos. Eso es lo que necesitamos ahora mismo”, fue la reacción inmediata del hombre cuando Primera Hora le preguntó sobre sus necesidades particulares y considerando que, literalmente, lo perdió todo con el fuego.

Don Arturo Figueroa es entrevistado por la trabajadora social Zuanetley Ayala Mojica.
Don Arturo Figueroa es entrevistado por la trabajadora social Zuanetley Ayala Mojica. (Carlos Rivera Giusti)

Las expresiones de don Arturo se llevaron a cabo en el Departamento de Ayuda a Personas Sin Hogar del municipio de San Juan, donde se hacían gestiones para proveer hogar transitorio a los damnificados a través de diversos programas en los que se incluyen Sección 8, Rapid-Re-Housing, refugio en égidas o en la recién inaugurada La Nueva Casa de San Juan, un albergue de emergencia durante 90 días para personas que hayan perdido su vivienda en la capital.

“Me hablaron de la égida... yo nunca me he quedado en un lugar así. Pero, es algo temporal en lo que me reconstruyen mi casita otra vez en la barriada porque yo soy de allí”, dijo don Arturo, quien recientemente fue operado de cáncer de colon y se está quedando con sus hijas, quienes han estado al pendiente de su bienestar y seguridad.

La historia del hombre se entrelaza con la de don Claudio Cepeda Ayala, de 85 años, y quien necesita algo tan básico como un par de zapatos nuevos, ropa interior y un cinturón, pequeñas necesidades que son significativas para aquellos que lo han perdido todo.

“Ese día me acosté a dormir un ratito cuando me despierta un vecino que saliera... muchacha y vi ese fogaje y ese humo me cayó encima. Así mismo tuve que salir, porque, imagínate”, rememora sobre lo acontecido aquella inesperada tarde.

Afirmó que todo ocurrió tan rápido que, apenas, pudo coger su bastón y un par de pantalones largos. “¿Qué necesito?, Pues, na... si acaso unos tenis (size 7.5) porque tengo un callo que me molesta con estos que me dieron y un par de pantalones (size 28) y calzoncillos buenos, porque me dieron unos que uno no puede orinar bien... los quiero que tengan el rotito en el medio que es más fácil para cuando voy al baño”, expresó el hombre con un sentido del humor increíble.

“Mi casa no se quemó, pero está inundada completa... bendito esa casa se ha inundado seis veces en lo que va de año porque desde que pasó el huracán María, las cosas se han empeorado con las bombas de agua... y ahora viene y pasa esto”, relató quien no contaba con electricidad en su hogar y recibía el servicio a través de una extensión que le pasaba un vecino para que, por lo menos, pudiera conectar un abanico y escuchar radio.

El alcalde de San Juan, Miguel Romero, solicitó al gobernador Pedro Pierluisi que declare una emergencia en la zona en Santurce

“Ahora mismo me estoy quedando en el hotel (Dreams Hotel) que nos llevó el municipio y me siento bien allí, aunque no me dan sopas. Lo que me gusta comer a mí son sopas, pero si me dan arroz, pues me lo como. ¿Qué voy a hacer? Pero, poco a poco mija... uno no se puede desesperar”, dijo con ánimo y optimismo.

Entre los sobrevivientes también está don Héctor González Benzebi, de 70 años, quien tiene su corazón ligado a su barrida natal y ha hecho hincapié en que anhela la reconstrucción de su hogar, el cual fue devorado por el fuego, sin siquiera darle la oportunidad de rescatar a sus mascotas: una gata y sus dos bebés y dos perritos.

Solo pude sacar a ‘Nene’, otro de los perros. Los demás se quedaron allí y no pude salvarlos, porque la policía no me dejó virar. Si lo hacía, me arrestaban”, dijo consternado el hombre que, en medio de la entrevista con este diario, recibió el ofrecimiento de adoptar a un gato llamado “Moisés” que fue rescatado por los guardias del lugar donde será albergado de manera transitoria, mientras se reconstruye su casa.

“También pude salvar mi motora y el casco... pero los documentos y todo eso se quemaron. Pero, aquí estamos con vida. Yo lo que no quiero es que me lleven pa’ un caserío ni nada de eso, porque yo quiero morirme en la barriada Figueroa. Yo nací allí por comadrona y quiero vivir allí el resto de tiempo que me falte”, es la ilusión de don Héctor, a quien también le gustaría la oportunidad de trabajar para poder ahorrar dinero con el que pueda amueblar su casita, una vez esté lista.

Mientras tanto, dijo estar enfocado en seguir asistiendo a la iglesia, donde los feligreses le han brindado una mano ayuda en medio de la adversidad.

En una entrevista reciente, la directora del Departamento de Desarrollo Social Comunitario del municipio de San Juan, Francine Sánchez, destacó que algunos de los perjudicados fueron refugiados por familiares, mientras otros se albergan en el Dreams Hotel, en Río Piedras, gracias al programa municipal Casa de Nuestra Gente.

Este programa trabaja con personas ‘homeless’ (sin hogar) a través de fondos de HUD (Departamento de Vivienda federal) y es así como pudimos responder a los afectados ofreciéndoles albergue en el Dreams Hotel”, acotó Sánchez sobre la respuesta del ayuntamiento que utiliza fondos federales para costear la ayuda que, incluye, desayuno, almuerzo y cenas para los beneficiarios. “Lo que buscamos cuando ocurrió la emergencia fue proveer, de forma inmediata, un techo seguro a estas personas. A todos se les ofreció el albergue, pero unos prefirieron estar con familiares. De igual forma, se les proveyó un vale de emergencia de $500 para artículos personales y otro voucher de alimentos. Además, se les coordinó entrega de ropa y productos de aseo personal”, puntualizó la funcionaria. Agregó que la idea es ubicarlos en unas viviendas temporeras en lo que se trabaja en las propiedades afectadas. El Departamento de la Vivienda está colaborando y, preliminarmente, se sabe que algunas se podrán reconstruir porque cuentan con los elementos requeridos para esta ayuda, incluyendo títulos de propiedad. Mientras en la barrida Figueroa se enfocan en la reconstrucción, la incertidumbre sobre las causas del devastador incendio persisten.

Aunque la investigación aún no ha concluido, se descarta la posibilidad de un cortocircuito, ya que el lugar donde se originó el fuego -una residencia abandonada que servía de refugio nocturno a una pareja de deambulantes- no contaba con suministro eléctrico en ese momento.