Del arte japonés del mundo de dibujos animados “anime”, y de reguetoneros, ha tenido que aprender Heycha Ortiz, la maestra de Educación Especial de la escuela superior Medardo Carazo de Trujillo Alto, para tratar de mantener la atención de sus estudiantes.

Al igual que muchos otros maestros, también ha tenido que sacar dinero de su bolsillo para comprar materiales, hacerles desayuno o preparar actividades que hagan sus clases más interesantes y así evitar que sus alumnos se salgan de la escuela.

Las atenciones que tiene Ortiz con sus estudiantes fueron similares a las que encontró el doctor José Caraballo Cueto en el estudio “Algunos determinantes de la deserción escolar en Puerto Rico”, el cual fue auspiciado por la Fundación Segarra Boerman.

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Según explicó el economista, el Departamento de Educación no provee las herramientas necesarias para que los maestros luchen en contra de la deserción escolar.

“Es una barbaridad. Del salario bajo que reciben tienen que sacar de su pecunio para comprar materiales a estudiantes que no son sus hijos”, denunció en entrevista con Primera Hora.

Fue más lejos al aludir a que las guías educativas con las que les exigen cumplir no son adecuadas para mantener a los estudiantes cautivos en la educación.

El estudio se resumió, tras 20 entrevistas realizada a maestros, que “la mayoría respondió que la disponibilidad en general de equipos y materiales para los estudiantes es menor que hace tres años. Este vacío en la infraestructura de la escuela es compensado parcialmente por los maestros. Catorce maestros dijeron que gastaron en promedio $237.50 en materiales. Varios dijeron que los padres cooperaron en la compra de abanicos, acondicionadores de aire y materiales, y que es un gran reto la impresora, papel y tinta”.

Ortiz, sin embargo, explicó que su gran desafío son los estudiantes que no tienen “nada de motivación, la vida le apesta. Por más que uno trate, nada. A veces ni los papás dicen qué les gusta. Esa es la matrícula que se nos va. Las que no tienen norte, ni sentido de vida”.

Lamentó que muchos padres empujan a sus hijos a salirse de la escuela cuando le exigen que aporten económicamente en su dura batalla contra la pobreza, o cuando ven que estos no pueden comprarles todas las cosas que quisieran.

En el caso de Trujillo Alto, comentó que algunos se van a tomar un curso que da el municipio para lograr el diploma de escuela superior en tres meses. Muchos otros terminan trabajando en restaurantes de comida rápida, alegó.

Educación no nos da nada de herramientas. Educación piensa que, dando dos talleres al año: el taller de prevención de suicidio, que es obligatorio; y el taller anual de retención (es suficiente). Pero, las estrategias, las herramientas que proponen esos talleres no son cónsonos con herramientas que el Departamento provee. Si tengo en el salón solo lápiz, papel y pizarra, qué alternativa le doy al estudiante”, criticó Ortiz.

Fue más lejos al afirmar que el programa de horario extendido que se ha implementado no funciona. Dijo que están “despilfarrando dinero con la escuela abierta en las tardes. Todo es lectura, matemática, no música, no deporte, ni un arte que el niño escoge”.

Dijo que si dieran un curso de cómo hacerse reguetonero y escribir canciones se llenaría con más de 35 estudiantes. Pero, en vez, se propone un curso de literatura creativa a la que solo acuden unos 15 estudiantes, a los que llamó “los nerdos”.

En escuelas de que por sí se atraen estudiantes por contar con programas más interesantes, como la Escuela Libre de Música de San Juan, también se hace retante mantener a los estudiantes, contó el profesor de piano, José Crespo.

Señaló que los estudiantes van interesados en la música, pero Educación le impone que cumplan con su currículo regular de clases.

“Se debe hacer un programa y un currículo especial y no exigir la misma carga académica de cualquier escuela regular. Siempre han tratado esta escuela como una escuela regular. Los estudiantes tienen la carga académica completa, más aparte de música. Ellos toman cuatro y cinco cursos adicionales musicales”, expresó.

Crespo comentó que tal carga académica, sumada a que los estudiantes tienen que hacerse responsables de sus propios equipos para poder aprender música, ha provocado que cada día se les vayan más estudiantes. Contó que para el 2013 superaban los 700 y ahora solo tienen unos 406. De hecho, relató que en la pandemia “se nos fueron bastante”.

Asimismo, señaló que Educación no les provee partituras musicales que necesitan para sus clases, ni libros especializados.

“Nosotros nos proveemos nuestra música. Todo eso lo hacemos nosotros”, afirmó, al comentar que también se pasan buscando equipo de segunda mano y prestando sus materiales a los estudiantes para que puedan practicar.