La tragedia que horrorizó al País por el brutal asesinato de un ex militar, su esposa, su suegra y uno de sus hijos adolescentes, también golpeó emocionalmente a la facultad y estudiantes de la American Military Academy en Guaynabo, lugar donde el hombre laboró por los pasados 20 años y en el que también estudiaba su retoño, quien cursaba el noveno grado.

Al tocar el timbre de entrada en la mañana, ya todos conocían el triste desenlace del sargento Miguel Ortiz Díaz, quien se distinguía como maestro del Junior ROTC -un programa que busca desarrollar destrezas de liderazgo en jóvenes con interés de ingresar al Army-, y el de su hijo de 15 años, Michael Ortiz, estudiante de noveno grado del mismo plantel.

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El ambiente lucía cargado y tal como lo describió el director ejecutivo de la academia, Juan Carlos Consuegra, no había “ánimo” para continuar con el día regular de clases.

Por tal razón,  se suspendieron las clases de inmediato y el correcorre escolar se convirtió en un escenario de desolación en el que padres, maestros y alumnos se reunieron a las afueras del colegio para honrar la memoria de los fallecidos, a los que se suman la esposa del sargento, Carmita Uceda Ciriaco, y la madre de ésta, Clementina Ciriaco López. 

En la escena sólo sobrevivió el hijo menor de la pareja, Ángel “Toño” Ortiz, quien fue brutalmente golpeado y apuñalado por los autores del terrible crimen que, aparentemente fue motivado, por una deuda de una renta.

“Ha sido una mañana difícil para nosotros. Particularmente, porque no sabíamos bien lo que sucedía con los niños, cuál era el destino de ellos. Aparte, no sabíamos cómo podíamos atender aquí (en la escuela) a los muchachos. Sinceramente, este es el golpe más duro que nos ha tocado en la trayectoria de la academia porque estamos hablando de la pérdida de un alumno y de su papá, que también era uno de nuestros maestros”, dijo compungido Consuegra, quien adelantó que se activaron recursos internos para ofrecer apoyo emocional y psicológico a estudiantes y maestros “ante el dolor que nuestra comunidad enfrenta”.

De otra parte, la improvisada actividad para honrar la memoria de los fallecidos, contó con la participación del sacerdote Enrique “Kike” Camacho, quien dirigió unas palabras a los presentes de índole espiritual. 

“Muchos de ustedes se estarán preguntando: ¿por qué? ¿Por qué tenemos que enfrentarnos a situaciones que nos llenan de tanto sufrimiento? Y esa respuesta yo no se las puedo dar. Son situaciones incomprensibles. Pero yo les digo que en momentos como este, que el dolor nos embarga, debemos recordar al Cristo que vino al mundo y sufrió por nosotros. Un Cristo que ahora mismo está presente en este lugar y con todos ustedes… Ahora nos resta presentarle esta situación a nuestro Padre para que nos dé fortaleza para afrontar este dolor y orar por esta familia que sufre en estos instantes”, expresó el padre provocando sollozos entre los espectadores.

A modo de respeto, las banderas de la academia se izaron a media asta y así permanecerán el resto de la semana en señal de luto.

Fueron, precisamente, algunos de los cadetes que pertenecen al programa de Junior ROTC, quienes tuvieron la importante encomienda que, estuvo liderada por el coronel Luis Correa, supervisor inmediato del sargento Ortiz.

“Era un empleado ejemplar, enfocado en desarrollar mejores ciudadanos. Ese era su legado con nuestros cadetes y su misión para trabajar por un mejor Puerto Rico”, expresó Correa.