A diferencia de lo que testificó el miércoles un agente municipal, este jueves el oficial estatal a cargo de la investigación preliminar del asesinato de Carmen Paredes Cintrón, Miguel Ángel Borrero González, testificó que el juez Salvador Casellas, padre del acusado Pablo Casellas Toro, se mostró cooperador cuando lo abordó para realizarle preguntas mientras estuvo en la escena del crimen.

Mientras, la jornada del séptimo día del desfile de prueba del juicio que se sigue contra Pablo Casellas Toro por el homicidio y crimen de violencia de género contra su esposa quedaron interrumpidos en la tarde porque la investigadora forense Giselle Rivera Cintrón se encontraba afónica y el Ministerio Público indicó que no podía alterar el orden de su prueba.

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Así las cosas el desfile prueba continuará el próximo 26 de diciembre.

En la mañana, en la continuación del proceso judicial, el sargento Borrero González señaló que fue el juez quien le indicó que su hijo se encontraba en su casa esa mañana del 14 de julio de 2012.

"Se acerca el papá, un caballero de cabello blanco. Yo le digo que necesito información y él me dijo que 'sí, que no había ningún problema'", contó el testigo a preguntas de la fiscal Phoebe Isales Forsythe.

"Cuando le pregunto dónde estaba él (Casellas Toro), me dice que en la casa de él. (La conversación llegó) hasta ahí porque llegó otro caballero y se lo llevó", agregó en la sala 706, que preside el juez José Ramírez Lluch, del Tribunal de Bayamón y que hoy estaba atestada de público.

Guiado por las preguntas de la fiscal, el agente señaló que la persona que se llevó al juez Casellas se trataba del licenciado Arturo Negrón García, uno de los cuatro abogados del acusado.

Ayer, la teniente jubilada de la Policía Municipal de Guaynabo, Ivonne García Ortiz, quien ofreció apoyo en la escena, testificó que el juez y su hijo habían negado a las autoridades información básica como el nombre y la edad de la víctima.

Ante un jurado que seguía sus palabras con atención y el teniente explicó que llegó a la urbanización Tierralta III tras recibir una querella sobre detonaciones en ese vecindario.

Relató que al llegar a la casa, ubicada en la calle Ruiseñor, observó la puerta del garaje abierta y un Mercedes Benz gris claro dentro de la marquesina. Sobre ese vehículo había una pistola color "cremita".

Luego el agente entró al área de la piscina donde se encontraba el cuerpo de Paredes Cintrón, de 46 años.

"Ese cuerpo se encontraba sentado en una silla con la cabeza hacia atrás. La mano derecha estaba hacia abajo y la izquierda botaba sangre", detalló.

En la mesa cercana a la silla, había un periódico y un vaso con jugo de china.

También observó un impacto de bala en la frente y en el pecho de la mujer, que estuvo casada con el acusado durante 19 años.

"Observé el piso de la piscina hacia afuera. Estaba mojado como si alguien hubiera salido", apuntó Borrero González.

Contó que Casellas Toro, de 49 años, se encontraba sentado en un banco cerca del gazebo y llorando.

"No quiso darme ninguna versión. Lo dejo quieto. Le doy su espacio y me voy con (el agente) Alicea", indicó el sargento que estuvo en el lugar hasta que los agentes del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) asumieron control de la investigación.

Dudas sobre el manejo de la escena

 En el contrainterrogatorio, el licenciado Harry Padilla Martínez siguió una línea de preguntas en la que trató de establecer que el sargento no custodió la escena adecuadamente.

También llevó al agente a aceptar que el acusado no le negó información sino que se encontraba afectado para hablar.

"Estuve cerca (del cuerpo)", afirmó el oficial, quien agregó que estuvo tan cerca que pudo haber tocado la mesa y el cadáver.

Luego, el abogado insistió en las preguntas sobre la escena.

"¿Usted permitió que los guardias municipales penetraran la escena?", preguntó el abogado defensor.

"Sí", respondió Borrero González.

"¿Ellos se movían libremente por el área?", cuestionó Padilla Martínez.

"Sí... nos dieron apoyo", ripostó el testigo.

Como parte de las preguntas del abogado, Borrero González reconoció que luego que el licenciado Negrón García se llevó al juez Casellas, no intentó hacerle preguntas nuevamente.

"¿Usted no puede decir bajo juramento que el papá de Pablo le negara información?", preguntó el abogado defensor.

 "No", afirmó el agente con 22 años de experiencia en la uniformada.

Entonces la fiscal Isales Forsythe trató de rehabilitar al testigo haciendo una sola pregunta sobre las personas extrañas a la escena, un término que utilizó el abogado defensor en su turno de preguntas.

"(Los guardias municipales) no son extraños a la escena porque son parte de nosotros", señaló el agente.

Terminado el testimonio del agente, el Ministerio Público, representado por Isales Forsythe, Sergio Rubio Paredes y Janet Parra Mercado, puso a la disposición de la defensa cuatro testigos: Luis Ortiz, Ian Quilinchini, Jorge Rovira y Solimar Concepción.

La defensa, compuesta por los abogados Padilla Martínez, Negrón García, Juan Ramón Acevedo Cruz y Francisco Rebollo Casalduc, entrevistó los cuatro testigos a los que renunciaron los fiscales.

Recesa el desfile de prueba

En la tarde, los fiscales Parra Mercado y Rubio Paredes entraron al salón de sesiones con dos rifles, que parecían que iban a ser utilizados como parte del testimonio de la investigadora forense.

Sin embargo, Rivera Cintrón estaba tan afónica que el Ministerio Público pidió que se aplazara su testimonio hasta el próximo jueves porque su voz a penas se escuchaba en el salón de sesiones.

Contra Casellas Toro pesan cargos de asesinato, violación a la Ley de Armas, destrucción de evidencia y por ofrecer una declaración falsa de un delito.

Por el cargo de asesinato solamente, se expone a una pena de cárcel de 99 años.