A duras penas, la actividad comercial intenta recuperarse del azote del huracán María, sorteando dificultades como los daños provocados por el ciclón, los saqueos y la falta de servicios de electricidad y agua.

En el barrio Hato Tejas de Bayamón, rótulos improvisados con cartón y marcadores anunciaban una venta especial de carteras y zapatos colocados sobre mesas frente a una tienda sin luz ni agua y con las vitrinas rotas. Allí, Tony Hu, dueño de Skyline Bargain, tienda que abrió hace apenas dos meses a orillas de la carretera PR-2, lamentaba haber perdido unos $35,000 en mercancía porque al establecimiento le entró un pie de agua.

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(ricardo.reyes@gfrmedia.com)
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Gran parte de los productos, así como la madera que recubre las paredes, se dañó debido a la inundación, que afectó tanto a la tienda como al almacén. Ayer, tanto el dueño como sus cinco empleados vendían a $5 los pocos artículos que lograron salvar, mientras botaban el resto.

“No he podido comunicarme con el seguro”, lamentó Hu. Aunque aseguró tener un contenedor en el puerto de San Juan lleno de mercancía nueva que no sufrió daños debido al ciclón, no puede trasladarla a la tienda hasta que la misma esté en condiciones de recibirla, lo que tomará algún tiempo. 

En un local cercano, la tienda de lámparas y efectos eléctricos AIG Electrical Supply estaba cerrada. “No creo que abra en uno o dos meses”, dijo el gerente Orlando Cuevas, en referencia a que al establecimiento se le cayó el techo acústico y le entró mucha agua, lo que dañó el mostrador y gran parte de la mercancía. 

“Tenemos otra tienda en Santa Juanita (Bayamón) a la que no le pasó nada y estamos operando allá, hasta que se acabe el diésel”, informó. De los cuatro empleados que tenía el local de Hato Tejas, dos permanecen allí para recoger los destrozos mientras los demás fueron trasladados al establecimiento de Santa Juanita.

Acerca de la reanudación de las operaciones normales, dijo que “eso depende de cuánto demore el proceso con el seguro, pero aun no nos hemos podido comunicar con ellos”.

Un negocio que está en operaciones desde el pasado sábado es la guagua de comida Mi Sueño Seafood, a orillas de la carretera PR-2. Ante las dificultades para encontrar el almacenar suministros, así como con clientes con menos dinero para gastar, su dueña Yolanda Nales optó por cambiar el menú originar de mofongos y mariscos (que podían ascender a $13) por platos de comida criolla por $5 y frituras.

Su hija, Ann Díaz, dijo que entre los artículos más buscados están el agua y los refrescos fríos. “El reto es conseguirlos porque en los supermercados el límite es de dos paquetes por persona”, contó mientras preparaba arroz con salchichas. “También es difícil conseguir gasolina para las plantas eléctricas que mantienen los mariscos y las carnes frías”.

Para conseguir suministros suficientes, varios parientes hacen filas desde temprano en distintos supermercados y gasolineras, con la meta de tener todo listo a tiempo para abrir la guagua.

“Viene mucha gente desesperada porque tienen sed”, contó Díaz. “Una hora antes de que empiece el toque de queda vienen muchos desesperados buscando comida”.

Frente al Hospital Hermanos Meléndez, en Bayamón, el negocio D’Royal Bride lucía destrozado, con gran parte de su techo y vitrinas en el suelo, y muchos vestidos de fiesta afectados por el agua. 

Damaris Díaz, quien es dueña de la boutique junto a Andrés Santiago, contó que el día después del paso del huracán, cuando fueron a ver cómo quedó el negocio, se percataron de que delincuentes lograron levantar la verja metálica para entrar al establecimiento. Como pensaron que los ladrones aun estaban dentro, llamaron a la Policía. “Vinieron con metralletas, pero (los ladrones) ya no estaban adentro”, dijo Santiago. Los cacos cargaron con cajas registradoras, computadoras, tiaras y prendas. “Hasta los teléfonos se llevaron”, lamentó Díaz.

La pareja, que estimó los daños en al menos $300,000, indicaron que ya fueron a las oficinas de su aseguradora para reportar los daños, pero no saben a ciencia cierta cuándo podrán restablecer las operaciones de su negocio, que este año celebró su 25 aniversario. “Eso dependerá de la electricidad y de cómo la infraestructura de Puerto Rico se levante”, dijo Santiago.

“Nos preocupa que no sabemos de nuestros 28 empleados ni en qué condiciones están”, sostuvo el dueño. “No tenemos comunicación con ellos y sería cruel tenerlos trabajando aquí sin luz ni agua”.

La falta de comunicación también podría retrasar la captura de quienes escalaron el negocio, ya que la pareja reveló que la Policía no les pudo dar número de querella porque “no tenían sistema”.  “No tenemos información de qué ayudas hay para nuestros empleados y para nosotros”, resaltó Díaz.

Cerca de allí, la tienda de productos médicos Bayamón Hospital Supply, operaba sin electricidad ni agua. Iván Ojeda, quien junto a su esposa María Cristina Ojeda es propietario del negocio establecido hace 48 años, estimó en $100,000 el valor de la mercancía dañada debido al agua que entró durante el huracán.

“Un 90% de nuestra mercancía es desechable, como el papel de camillas o las batas de hospital. Estamos tratando de sacar la que sirve para darla a precios más económicos y que la gente pueda resolver”, sostuvo el dueño.

La tienda, que cuenta con 12 empleados, está aceptando varios métodos de pago pese a carecer de electricidad. “Aquí vez pacientes que lloran porque no tienen dinero ‘cash’ para pagar”, contó la propietaria. “Estamos apuntando en una lista a los clientes que ya conocemos para cobrarles después. También aceptamos cheques de clientes que ya conocemos y como no tenemos sistema, si alguien viene con una Visa, le cojo el número de tarjeta y cuando haya sistema, lo entro”.

“Siempre hemos tratado de aceptar ATH, tarjetas de crédito y cheques porque es más seguro. El ‘cash’ se presta para que nos asalten, pero el Señor nos protege”, aseguró ella.

En las inmediaciones de San Patricio Village, en Guaynabo, el restaurante Bottles opera desde el jueves en horario de 11:00 a.m. a 5:00 p.m. con su menú completo de sándwiches y carnes, informó su dueño Richard González. Agregó que cuenta con planta eléctrica y diésel suficiente, así como con agua de la cisterna del edificio donde ubica. 

Estimó que el nuevo horario, que cumple con el toque de queda de 7:00 p.m. a 5:00 a.m. declarado por el gobernador, afecta su negocio, que generaba un 60% de sus ingresos en las noches. Agregó que un 30% de sus ventas procedían del expendio de bebidas alcohólicas, que está prohibido debido a la entrada en vigor de la Ley Seca por tiempo indefinido. 

“Pensábamos que era por 48 horas”, dijo sobre esta última medida. Bottles fue uno de los tres negocios a los que el Departamento de Hacienda anunció esta semana que les suspendió la licencia de expendio de bebidas alcohólicas durante seis meses por violar la Ley Seca.

Otro aspecto que afecta al restaurante es que las entradas a su estacionamiento son constantemente bloqueadas por las largas filas de vehículos que esperan su turno para echar gasolina en los dos puestos del área de San Patricio, lo que impide la llegada de más clientes.

Para no lidiar con tanto dinero en efectivo, desde que reabrió procesa transacciones de tarjetas de American Express llamando por teléfono a la compañía. Desde hace dos días cuentan con sistema para procesar tarjetas de crédito y débito, agregó.

“Muchos negocios sufrirán por esto”, dijo sobre los estragos causados por el temporal.