El surgimiento de decenas de nuevas marcas de café puertorriqueño, muchas de ellas como resultado de jóvenes emprendedores que se han adentrado en esa producción, es un rayo de esperanza para una industria que, aunque alguna vez fue de las más importantes para la Isla, viene atravesando desde hace tiempo un marcado declive, que para colmo de males se acrecentó con el desastre que dejó el huracán María en 2017.

Pero, por más alentador que pueda ser ese emprendimiento y el surgimiento de más de un centenar de nuevas marcas, la realidad es que esa industria enfrenta enormes retos, de acuerdo con un grupo de personas con amplio conocimiento de la caficultura en la Isla, quienes señalaron de forma unánime a la escasez de mano de obra para cosechar y recoger el café como el principal escollo para que pueda resurgir la producción cafetalera.

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El empresario José Luis “Joselito” Torres, propietario de Café Oro, comentó que, aunque en efecto el huracán María “fue bastante devastador para nosotros”, la industria ya se ha ido levantando, si bien “a un paso no tan acelerado”.

Explicó que, luego de María no solo se perdieron los árboles de café en la finca, sino también mucha semilla, por lo que la recuperación tomó un año adicional. Agregó que ya “se ha sembrado mucho café” y actualmente “este sería nuestro cuarto año ya de buenas siembras de café y ha aumentado bastante la producción”.

Planta procesadora de Café Oro, en el municipio de Lares.
Planta procesadora de Café Oro, en el municipio de Lares. (Suministrada)

“Pero el problema más grave es el de mano de obra”, afirmó Torres, quien estimó que se está perdiendo entre 30% a 35% de lo que cultivan por falta de mano de obra. “El tema de mano de obra se ve en todas las industrias, y en la agricultura es más grave la situación”.

El alcalde de Maricao, Wilfredo Ruiz, cuya familia tiene una larga tradición en la caficultura, coincide en que la recuperación posterior a María ha ido avanzando, aunque “no tan rápido como esperábamos”.

“Deberíamos estar produciendo más. Pero los caficultores se han visto afectados por la escasez de mano de obra”, comentó.

“Una cosa es el cultivo, que es lo que estamos haciendo ahora en la finca, que es el desyerbe, la riega de abono, herbicidas, pesticidas, para preparar el árbol para la próxima cosecha. Pero cuando el caficultor más necesita mano de obra es cuando viene la cosecha. Y, obviamente, tenemos que competir con la industria de la construcción y las demás industrias que también están buscando mano de obra. Porque es algo que están pasando todas las industrias en Puerto Rico, y nosotros no somos la excepción”, agregó.

Tan solo en la finca de Ruiz se perdió muchísimo café en la pasada cosecha, pues, de las 30 personas que necesita como promedio para recoger, “apenas tuve cinco recogiendo café”.

La situación es tal, que muchas fincas han optado por limitar sus siembras y operar por debajo de su potencial. En su caso, Ruiz explicó que “antes de María tenía 100 cuerdas de café. Ahora apenas puedo tener 40. Yo quisiera tenerlas todas completas como las tenía antes de María, pero lamentablemente no podemos seguir avanzando”.

El problema no es de ahora

Orlando Fabre, exsecretario de Agricultura y también con vasto conocimiento de la industria cafetalera, sostuvo que el problema de la mano de obra se refleja desde la década de 1980.

“Es una industria que solamente unas pocas fincas pueden mecanizarse, donde tú requieres el recurso humano para la cosecha, y solamente le das trabajo a ese recogedor cuando está la cosecha. Durante el año, la finca no tiene trabajo suficiente para darle empleo a ese obrero”, comentó.

Recordó que, antaño, esa situación se compensaba porque el obrero que recogía el café se iba luego a cosechar la caña de azúcar, y así sucesivamente, de cosecha en cosecha. Incluso, algunos iban a trabajar en fincas de frutas y vegetales en Estados Unidos cuando acababa la caña, y luego regresaban para reiniciar ese ciclo con el café.

“Pero ya la caña no está. Y no conozco a nadie que se esté yendo a Estados Unidos a cosechar frutas y vegetales”, abundó.

El actual secretario de Agricultura, Ramón González Beiró, sostuvo que “tenemos una competencia bien fuerte con la construcción. En Puerto Rico se está reconstruyendo la Isla completa. En toda la Isla hay proyectos de construcción que te pagan $15 a $20 la hora porque están desesperados. Así que competimos con ese mismo banco de talentos”.

La situación es tal, que muchas fincas han optado por limitar sus siembras y operar por debajo de su potencial.
La situación es tal, que muchas fincas han optado por limitar sus siembras y operar por debajo de su potencial. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Manos extranjeras

Ese dilema de escasez de mano de obra, aunque de manera limitada, se está atendiendo con obreros extranjeros, traídos a la Isla bajo visas de trabajo temporal. Sin embargo, esa es una opción que conlleva un costo que muchos agricultores no están en condiciones de afrontar.

“En el caso de nosotros, logramos traer (obreros) inmigrantes, que por lo menos hemos podido resolver parte de ese problema. Pero no todo el mundo tiene accesibilidad a los inmigrantes, no tiene el poder adquisitivo, o unos buenos recursos humanos para poder traer los inmigrantes”, comentó Torres, agregando que, si tuviera más brazos, podría estar produciendo más café.

“No todos los caficultores tienen la posibilidad de establecer ni cumplir con los requisitos que se tienen para poder traer braceros (obreros migrantes). Los requerimientos, tienes que tenerle vivienda, comida, y un agricultor pequeño o mediano es bien difícil que pueda cumplir esos requisitos”, reiteró Fabre.

El secretario González Beiró también confirmó que su agencia está apoyando esa estrategia con diversas iniciativas, como la de permitir que incluyan a esos obreros extranjeros en el subsidio que ofrece Agricultura al salario de los obreros agrícolas. También confirmó que están evaluando la posibilidad de utilizar instalaciones del gobierno en desuso para albergar trabajadores migrantes, como una escuela en Jayuya y la antigua institución penal juvenil entre Maricao y Sabana Grande.

¿No hay relevo generacional?

Más allá de la escasez, otro aspecto relevante en cuanto a las fincas de café y la mano de obra que resaltaron los expertos, tiene que ver con la escasez, o en muchos casos, ausencia de relevo generacional.

Por ejemplo, Torres comentó que, entre los caficultores a los que compra, “hay muchos que tú ves que el agricultor es ya una persona mayor y uno tiene una sucesión en la finca. No hay una descendencia que lo vaya a seguir. Yo doy servicio a como sobre 500 agricultores, unos 400 que les compramos la materia prima… y cuando miro la plantilla de clientes que tengo, el 80% de los dueños de finca tienen sobre 70 años”.

De manera similar, entre los pocos obreros agrícolas locales, también se nota un envejecimiento sin relevo.

“La edad promedio de los empleados agrícolas aproximadamente debe estar rondando entre los 55 y 60 años. Una vez esa generación desaparezca, literalmente no va a haber puertorriqueños para trabajar en las faenas agrícolas”, comentó Ruiz, que, entre otros aspectos por los que considera que los jóvenes no miran a las tareas agrícolas como una opción, apuntó al salario por hora, “que diría es bajo para el trabajo que se hace”, y al poco reconocimiento que da la sociedad al obrero agrícola.

Sobre ese último aspecto lamentó que al empleado agrícola “ni siquiera nos acercamos a darles las gracias, no les damos el reconocimiento que realmente se merecen por ese esfuerzo titánico que hacen para llevar el pan a nuestras mesas. Hemos escuchado en estos últimos días la gran preocupación que hay por hacerle justicia salarial a los jueces, que se ganan 100 mil y pico de dólares, pero nadie menciona a los empleados agrícolas para hacerles justicia salarial, para que tengan mejor calidad de vida. Y entonces escuchamos y escuchamos que si la seguridad alimentaria, que si hay que preocuparnos. ¿Pero, realmente le prestamos atención, o nos recordamos cuando hay huracán o cualquier evento que nos perjudica?”.

Aunque el Departamento de Agricultura tiene en vigor varias estrategias para impulsar la industria cafetalera, el secretario fue claro en que, “volver a lo que se produjo en alguna época, cuando la industria del café era una de las principales industrias en Puerto Rico junto con la caña de azúcar y el tabaco, pues yo no aspiro a eso, porque no sería real”

“Pero yo pienso que el objetivo nuestro es estabilizar la industria en alrededor de unos 125,000 quintales (al año), que es casi el 50% del consumo (de café en Puerto Rico), de café de calidad, de buenas marcas, y el café diario, por así decirlo, completarlo con café importado y lograr ese balance”, sentenció.