El anhelo que siempre tuvo la epidemióloga Fabiola Cruz de servir a su país surgió mucho antes de lo que esperaba y de una forma que jamás imaginó. Pensar el giro que dio su vida como profesional de la salud hace un año -cuando inició la pandemia del COVID-19-, le eriza la piel y le provoca una nostalgia de esas que producen un nudo en la garganta.

La doctora en microbiología -con especialidad en epidemiología molecular- añoró desde niña servir al país a través de su profesión. Y no son raros sus intereses, viniendo de una familia de educadores y profesionales de la enfermería. Pero era algo que veía a futuro, cuando completara todos sus grados universitarios, incluyendo un segundo doctorado en medicina que empezó hace unos meses.

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“Realmente, mi gran anhelo era impactar a Puerto Rico y servirle al país. Pero no pensé que pudiera hacerlo antes de completar todos mis grados. Nunca, nunca, nunca lo pensé. Esto fue inimaginable”, relata la mente detrás del extraordinario Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos de Puerto Rico (SMICRC), implementado en los 78 pueblos de Puerto Rico.

Este proyecto ha sido trascendental para vigilar el comportamiento del COVID en la Isla y buscar estrategias de contención del virus en las comunidades donde más se propaga la enfermedad. Su función principal es investigar los casos confirmados de coronavirus, rastrearlos a través de llamadas y visitas con profesionales de la salud (incluyendo psicólogos y trabajadores sociales, entre otros) y contactar a la gente que se sospecha pudieron haberse contagiado con la persona que atraviesa la enfermedad. Posteriormente, los hallazgos de estas investigaciones pasan a un BioPortal en el Departamento de Salud, donde se tiene un sistema unificado para continuar la vigilancia epidemiológica que se toma en consideración en la toma de decisiones gubernamentales.

Pero, ¿quién es, de dónde viene y cómo se convirtió Fabiola Cruz en una de las figuras más importantes en la batalla contra el COVID-19 en Puerto Rico?

Primera Hora conversó con la joven de 28 años para conocer a fondo su carrera y el salto inesperado que dio su vida hace unos meses cuando volcó la mirada de muchos líderes políticos y científicos hacia Villalba, donde se lanzó a la titánica tarea de crear un sistema de vigilancia epidemiológica para rastrear los casos que se suscitaban en el pueblo.

Es preciso destacar que durante los pasados años, mientras estudiaba, Fabiola realizó investigaciones con el equipo de Diagnóstico Molecular de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Dengue Branch en Puerto Rico, donde trabajó mayormente con los virus transmitidos por vectores (Aedes aegypti) como el dengue, chikungunya y zika. A través de su perfil en la red comunitaria de Ciencia PR hace la salvedad de que le gusta el trabajo interdisciplinario y la educación continua.

“Si se trata de mejorar el futuro de la ciencia en Puerto Rico y la calidad de vida de los habitantes de este país, ¡estoy a su disposición!”, precisa en la página.

Y esa disposición de servir fue lo que la llevó desde enero de 2020 a estar muy pendiente del desarrollo de la enfermedad, cuyos primeros casos se descubrieron en China.

“Recuerdo que desde diciembre estaba pendiente por Twitter a los científicos de epidemiología molecular. Ellos empezaron a levantar bandera. Era como que, ¡wow! éste virus se descubrió y se está empezando a mover de país en país’. Cuando vi el aumento de casos en esos países y los síntomas que presentaba me empecé a preocupar y eso fue apenas empezando enero. Me di cuenta que era algo serio porque la advertencia venía de los científicos con los que me entrené y que en ese momento se encontraban en Inglaterra”, explicó.

Por esas cosas del destino, Fabiola fue a entrenarse en febrero a la Universidad de Yale en secuenciación de virus y el laboratorio en el que estuvo se estaba preparando desde entonces para hacer una vigilancia genómica y asistir al estado en los diagnósticos del COVID-19.

“En ese viaje empecé a empaparme del conocimiento del virus y su comportamiento. Recuerdo que para entonces se empezó a especular sobre teorías que no eran correctas y eso obligó a la comunidad científica a unirnos para llevar conocimiento real. Aquello fue como un despertar para la ciencia y llevar la verdad al público de lo que realmente era el virus y la importancia de establecer protocolos de prevención de contagios”, contó al agregar que en un principio tuvo temor de que la gente no comprendiera las advertencias.

“Así que desde un inicio tomamos la batuta para aclarar muchos puntos, porque escuchábamos las conferencias de prensa y decíamos: ‘wow, el desconocimiento es bien grande’. En mi misma familia decían unas cosas que yo me quedaba boba. Así que la comunidad científica decidió organizarse y, en mi caso, me ayudó mucho Ciencia PR, a través de Giovanna Guerrero, Mónica Feliú y Daniel Colón. Las redes sociales jugaron un papel importante y ahí fue que empecé a decir sobre la importancia de la vigilancia epidemiológica con un sistema de rastreo de contactos”, detalló.

Dijo que corría el mes de marzo cuando intentó comunicación con el gobierno para ponerse a la disposición de ayudar, “pero no encontré respuestas”.

“Tenía muchos deseos y pensé que iba a ayudar en epidemiología molecular, secuenciando y recolectando muestras. Pero luego me di cuenta que el rastreo era importante”, manifestó.

Enfocó entonces su ímpetu en ayudar a su pueblo, Villalba. Se comunicó con el alcalde Luis Javier Hernández y le propuso la idea de establecer un sistema de rastreo similar al que se estaba utilizando entonces en Singapur.

“No había nada escrito en la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero en Singapur habían comenzado con ese. Así que busqué los protocolos que habían establecido para la vigilancia epidemiológica del ébola, los adapté y fui donde el alcalde y le dije: ‘¿me permite montar un sistema de rastreo en Villalba?’. Y él me dijo: ‘Okei, Fabiola’. Y como en tres días ya estábamos empezando. Yo no sabía a dónde eso me iba a llevar. Y tampoco lo hice con la idea de que otros municipios lo replicaran. Pero, ¿cuál fue la sorpresa? Que el sistema se empezó a promocionar por redes sociales y la gente llamaba para informar que se sentían mal. Ellos mismos se identificaban y nosotros hacíamos el rastreo. Hace poco revisé unos boletines que tirábamos y es sorprendente porque nosotros lanzamos advertencias como, por ejemplo: ‘si usted fue a la panadería tal, equis día, debe mantenerse en cuarentena y vigilar sus síntomas’ “, narró con orgullo sobre los primeros pasos de su proyecto o su “bebé” como lo llama coloquialmente.

En abril, se identificó el primer brote de Villalba.

“Se asoció a un velorio y fueron 12 las personas contagiadas. Pero esos fueron los últimos casos de Villalba hasta julio, porque aislamos a todas esas personas y cortamos esa cadena de transmisión. De hecho, en Villalba no hubo muertes hasta noviembre”, sostuvo.

La voz se fue regando y en el oeste todos hablaban del “sistema de rastreo de Villalba”. Entonces, alcaldes de la región comenzaron a contactarse con Fabiola para replicar en sus municipios el mismo programa. La epidemióloga decidió organizar un taller para que epidemiólogos contratados por los alcaldes conocieran el sistema implementado en Villalba. Una de las primeras que se unió a la iniciativa fue la epidemióloga Yaritza Martoral, quien llevó el proyecto a Guayanilla y trabaja actualmente con otros municipios como Naguabo.

Los resultados del grupo eran sorprendentes y la información no tardó en llegar a oídos del secretario del Departamento de Salud, Lorenzo González, quien citó a Fabiola en su oficina para que le hablara sobre el sistema.

“Cuando Lorenzo me llamó pensé que era para pasarle la idea y les expliqué cómo ellos lo podían hacer. Pero, él me preguntó si lo podía dirigir a nivel de país y me acuerdo que miré al alcalde de Villalba, porque no lo podía creer y no quería dejar mi proyecto allá, pero él me dijo: ‘Sí, Fabiola, tienes que hacerlo’. Y así comenzó todo”, explicó.

De inmediato, el gobierno identificó que el proyecto se podía financiar a través de los fondos de la Ley CARES Act.

“El primer uso que se le dio a los $150 millones que mandaron del gobierno federal fueron $30 millones para el sistema de rastreo municipal”, detalló.

Actualmente, el SMICRC cuenta con unos 700 empleados alrededor de la Isla. “Hay epidemiólogos, sicólogos, rastreadores, estadísticos, matemáticos, demógrafos y otros profesionales de la salud”, agregó.

Además de las tareas principales que originaron su creación, a través del SMICRC se han podido diseñar otras iniciativas importantes para el manejo de la pandemia, incluidos los COVIVEOS, un esfuerzo de pruebas masivas de antígenos para detectar el COVID-19.

El Sistema también tiene a su cargo el sistema de vigilancia epidemiológica escolar que será fundamental para el retorno gradual a clases presenciales en el entorno público y privado del País.

De hecho, la labor del SMICRC ha trascendido a otros países, desde donde han llamado a Fabiola para que sirva de asesora en el montaje de sistemas similares.

“Me han llamado de Colombia, Uruguay y de otros países para conocer el proceso. Lo que pasa es que en muchos países es complejo porque no tienen los recursos”, subrayó.

Y con esa maleta llena de recuerdos colectados durante los pasados meses, Fabiola tuvo que decir “hasta luego” al “bebé” que tantas vidas salvó en Puerto Rico.

“Me voy con una nostalgia que no imaginas. Fueron días de mucho trabajos dedicados a este sistema que es mi bebé. Pero yo sé que los ‘epi’ y el resto de los muchachos van a seguir haciendo un trabajo excepcional. El andamiaje es grande, pero yo sé que Yonaica Plaza lo va a lograr. Ella también fue maestra de salud y tiene esa ventaja de explicar que requiere este proceso. Ya le dije que tiene que responder por ellos. Si el ‘epi’ comete un error, asúmelo como tuyo, no te molestes con él y da la cara. Siempre hay que ser honesto. Y sí, esta despedida es triste, pero yo confío que el grupo siempre trabajará por el bien del País. Lo importante es que ya mi bebé camina”, reflexionó.

Así mismo dijo que espera regresar al servicio público. No hay fecha para ese retorno, pero lo hará convertida en doctora en medicina y con la ilusión de trabajar para el país integrando la investigación, la prevención de enfermedades y la salud pública.

“Me veo sirviendo al País. Yo sé que sí”, aseguró.

¡Gracias, Fabiola!