Naguabo. Una de las industrias pesqueras más prósperas de la Isla se encuentra en Naguabo y no es secreto que personas de todo Puerto Rico han convertido el municipio en la ruta del pescado fresco debido a la variedad de negocios que se dedican a la venta de este producto en la zona del malecón.

El popular sector costero atrae a ciudadanos y dueños de restaurantes que buscan pescados y mariscos de alta calidad. La oferta en el área es exquisita y se distingue, particularmente, por la variedad de langostas y pescados de especies como el capitán, el mero, colirrubia, pulpo y carrucho, entre muchos otros.

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Además, un dato singular de las pescaderías de Naguabo es que a su vez son fábricas de pastelillos del chapín, el producto más famoso del área, y las famosas arepas de coco o mantequilla.

Este diario realizó un recorrido por las cuatro pescaderías del malecón a fin de conocer sus historias, secretos para el éxito y proyecciones a futuro dentro de la competitiva industria. Lo singular de las pescaderías es que escaman el pescado, lo embuchan, lo lavan y lo empacan en bolsas para tener la venta fresca y lista para consumir.

La primera parada de la travesía fue en la Pescadería Chuíto, fundada en 1967 por el pescador José Luis “Chuíto” Gómez, quien también es conocido en el pueblo por ser el primer dueño del famoso restaurante “El Makito”.

“Esta es la pescadería más antigua del malecón y es un negocio familiar”, dice con orgullo Chuíto, cuyo padre, hermanos y sobrinos son pescadores reconocidos en la Playa Húcares.

Inicialmente, la pescadería brindaba servicios de forma ambulatoria cargando la pesca del día a través de una carreta. Los recorridos llegaban hasta comunidades lejanas del municipio, donde los ciudadanos esperaban con ansias la visita de Chuíto.

“Después todo eso fue cambiando y hasta hace poco tenía siete guaguas vendiendo pescado fresco por diferentes lugares, pero con esto de la pandemia y los temblores todo eso se acabó y ahora la gente viene aquí”, explicó Chuíto quien dejó frente al negocio a su hija Marina y a su exesposa Ada Iris Soto.

De hecho, es el rostro de doña Ada el primero que ven los clientes al llegar al pequeño negocio donde también se fabrican pastelillos de pulpo, camarones, langosta y chapín.

“También tenemos arepas de coco y de mantequilla... esas son bien famosas en Puerto Rico y nosotros les vendemos a varios restaurantes”, explicó la señora, que lleva las cuentas de las ventas del día en una libreta, como se hacía en los colmados de antaño. Además, acostumbra a escribir a sus clientes un mensaje positivo. “Dios nunca te faltará”, leía el que a puño y letra puso en la caja de arepas que le entregó a un cliente durante nuestra visita.

Marina y Ada Iris destacaron que entre los pescados favoritos por el público que los visita se encuentran colirrubia, arrallao y los filetes de mero, chillo y capitán. Los productos llegan por parte de siete pescadores de pueblos como Naguabo, Vieques y Humacao. En total, reciben tres pescas diarias, los siete días de la semana.

¿Cómo compara el negocio en sus inicios a lo que es ahora?, indagamos.

“No compara. Antes la pesca era abundante. Ahora ha escaseao. Yo creo que el mar ha recibido mucho daño”, lamentó Ada Iris.

Por su parte, Marina reflexiona sobre la evolución del negocio familiar con nostalgia. “Este es mi mundo... Esta pescadería está desde antes de yo nacer y yo tengo 49 años. Recuerdo que siempre, de pequeñita, me metía a ayudar a la gente a seleccionar el pescao. Ahora esto es mi vida. Gracias a la pescadería tengo mis cosas”, expresó quien espera que esa pasión se transmita a otras generaciones de los Gómez Soto.

Este era su sueño

El recorrido continuó en la Pescadería y Restaurante El Coral, un establecimiento relativamente nuevo que abrió en una primera fase en marzo de 2018, seis meses después del azote del huracán María.

Su propietaria, Magdalian Figueroa González, explicó que tener una pescadería es un proyecto con el que siempre soñó y que tenía proyectado inaugurar en enero de 2018. “Pero tuvimos que posponerlo porque el huracán afectó mucho esta área... de hecho, aquí a la playa llegó la luz en marzo. A las dos semanas, en plena Semana Santa, nosotros abrimos y desde entonces nos va bien”, recordó.

Cuenta que la pescadería es famosa por el chillo fresco que se les ofrece a los clientes. “Tenemos de todos los pescados, pero el chillo lo buscan mucho. Además, en la pescadería tenemos también la fábrica de pastelillos de chapín y de arepas, que son otros productos que vienen buscando mucho”, acotó.

Como parte de la dinámica de la pescadería, durante los fines de semana comenzó a vender vasitos de carrucho, pulpo y otros mariscos, así como los pastelillos y arepas que se confeccionaban en la fábrica.

“Entonces la gente empezó a decirnos que abriéramos un restaurante y la verdad es que esta era una idea que siempre estuvo. Así que en la pandemia, mientras otros restaurantes cerraban, yo asumí el riesgo de construir y aquí estamos desde el 16 de marzo de este año. Nos ha ido muy bien gracias a Dios”, asegura sobre el establecimiento que ubica en un segundo piso (encima de la pescadería) con una espectacular vista del litoral costero hasta Humacao.

Explicó que el atractivo para los comensales es poder seleccionar de la pesca del día el alimento que quieren que les preparen en el restaurante.

“Les encanta porque todo es fresco. La especialidad de la casa son los platos ‘coral’, que están rellenos de marisco. El chillo coral, por ejemplo, es un chillo frito relleno de pulpo, camarones, carrucho y langosta. Y así consecutivamente tenemos la langosta coral, entre otros platos”, comenta sobre el variado menú.

Actualmente, entre ambos negocios se emplean a 25 personas, un dato que la empresaria destaca, pues “quiero ayudar a la gente del área, pues aquí todos somos familias”.

De otra parte, en las instalaciones de la Villa Pesquera está ubicada la Pescadería Kadmiel, un singular negocio que se creó en 2015 para cubrir las necesidades de venta de más de 20 personas que conforman la Corporación de Pescadores Unidos, en Naguabo.

Según su administrador, Carlos Joel Velázquez, luego de largas jornadas de pesca a muchos pescadores de la corporación se les dificultaba vender sus productos.

“El pescador para ese tiempo se tenía que ir a vender la pesca y eso era algo cansón para ellos después de un largo día de trabajo. Y fue así que desarrollamos Kadmiel, una pescadería que tiene el compromiso de comprar la pesca de ellos y revenderla a restaurantes o a clientes que nos visitan para comprar al detal”, explicó Velázquez.

La pesca es una pasión

Han pasado seis años desde entonces y la acogida ha sobrepasado las expectativas.

“Al principio llegábamos a restaurantes en San Juan, pero ahora la demanda es muy alta”, comentó complacido por la agenda cargada que tienen en la pescadería, cuya temporada más activa se da a partir de febrero y se extiende durante toda la época de cuaresma. Aunque Velázquez es pescador de profesión, una tarea que lleva a cabo desde que salió de la escuela superior, los cierto es que hace más de dos años no va mar adentro a pescar, pues está sumido en las labores administrativas de la pescadería.

Lo que sí dice con convicción es que, para él, la pesca es una pasión que le genera mucho entusiasmo y energías.

“Algunas veces también provoca frustraciones, pero de las frustraciones aprendemos a madurar y a ser mejores pescadores”, comentó quien se ha destacado como comisionado del Consejo de Pesca Federal y, actualmente, es miembro del panel asesor de pesca del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).

El servicio es clave

Otro negocio ícono de la zona es la pescadería y restaurante Vinny’s, un establecimiento que desde 1977 se distingue por el “servicio de excelencia”, una prioridad para su propietaria Doris Gómez y su hija, Natash Ramos, quien administra el lugar.

“Son 44 años en los que para nosotros el buen servicio ha sido la clave. Yo quiero que la gente venga aquí y regrese por el servicio que se le ofrece. Y así ocurre con Vinny’s”, comenta.

Por su parte, Natash destaca la calidad de los productos. “La frescura de nuestros productos es otra cosa que distinguen los clientes que llegan de todas partes de la Isla. De hecho, tenemos clientes fijos de Estados Unidos”, expresó.

Además, en la pescadería encontrarán arepas de coco, mantequilla y las tradicionales. “Pero lo más que vienen buscando son los pastelillos de chapín y de otras clases de mariscos”, agregó al mencionar que la pesca es extraída de las aguas de Vieques y Naguabo.

Actualmente, la pescadería Vinny’s distribuye sus productos a otros restaurantes, hoteles y algunos supermercados Selectos y Plaza Loíza.

“Algo que le gusta mucho a la gente que llega al restaurante es que pueden escoger su pescado favorito o langosta de la pescadería y se la hacemos en esta área. Tenemos un chillo de ocho libras que es bien famoso”, puntualizó sobre el lugar que ofrece una vista única hacia al malecón.

Las propietarias resaltaron, además, la seguridad que ofrecen a sus clientes en tiempos de pandemia garantizando que el 100% de sus empleados está vacunado contra el COVID-19. “Para nosotros la desinfección y limpieza del área es importante. Queremos que los clientes se sientan seguros”, expresó Ramos.