“Esto es una piedrita en el camino”
Siguiendo el protocolo, ciudadanos visitan cementerios en el Día de las Madres.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Pocas familias y dolientes acudieron esta mañana, Día de las Madres, al Cementerio de la Capital en momentos en que Puerto Rico todavía se encuentra en toque de queda y aunque el gobierno ha flexibilizado la apertura de algunos comercios, el llamado pico del COVID-19 se dice que está recién pasando en la Isla.
En el camposanto, el más grande del gobierno municipal de San Juan, se observaba el protocolo establecido en la orden ejecutiva que dictó la gobernadora Wanda Vázquez. A la entrada, un empleado advertía a las personas que sólo podían estar un máximo de 30 minutos y que adentro no podían aglomerarse.
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Los visitantes llevaban mascarillas en sus caras y algunos tenían guantes en las manos. También guardaban distanciamiento físico, aunque entre las familias había unión.
Al pie de un enorme Ficus, en una tumba, sin lápida, una mujer lloraba a su difunta progenitora sentada en el piso con dos niños.
“Otros años este cementerio a esta hora estaba lleno. Por la pandemia mucha gente tiene miedo de salir. Yo soy una que me da un poco de miedo y me siento rara de venir a un cementerio con guantes”, expresó Delia Vicente, residente de Barrio Obrero, quien estaba acompañada de sus hijos, Víctor Manuel de 11 años y Yandyer de 9 años.
Vicente oró de la mano de sus dos hijos, ambos con mascarillas y guantes, después de enterrar dos capullos rojos naturales al lado de una placa de madera que solo llevaba un número de identificación, en la tumba de su madre.
“Todavía no he podido hacerle su lápida porque soy de bajos recursos”, sostuvo la humilde mujer, quien dijo que siempre acostumbra a que sus hijos la acompañen “porque quiero que aprendan el valor de lo que es una madre”. Narró que su progenitora, era enfermera y murió de un infarto, en febrero de 2013, a la edad de 47 años.
“Este es un dolor grande. Cuando me siento triste vengo aquí a hablar con ella, aunque no me pueda contestar, pero yo sé que ella me escucha... Cuando mamá se va, se nos va la mitad del corazón, la mitad de la vida. Perder a la madre es como el pajarito que cuando cae del nido se siente perdido. Nunca dejen de buscar a sus madres. Hubo muchas veces en que no le dije te amo y ahora tengo que hacerlo aquí en mis oraciones”, expresó entre lágrimas.
Uno de los nenes, Víctor Manuel, también colocó un ramo de flores, que él mismo escogió en homenaje póstumo a su abuela. “Le dije a mi mamá, vamos a llevárselas a Abu”, expresó el niño.
La madre relató que ambos niños, tienen condiciones especiales, son deportistas, pertenecen al equipo de soccer del Residencial Quintana y están en el cuadro de honor en sus respectivas escuelas.
“Yandyer a raíz de esta pandemia me cayó en una crisis nerviosa y hace unos días salió del hospital”, narró Vicente, quien dijo que vive con su esposo y los dos niños.
En otro extremo del cementerio, otra mujer, Isabel Lagomarsi limpiaba una lápida y también ponía flores a su fenecida madre Amelia.
“Estar aquí en estos momentos difíciles nos da ánimo. Me sentía triste porque no había podido venir a la tumba de mi mamá, pero esto nos da una inyección de ánimo. Cuando tenemos problemas acudimos a nuestros padres”, dijo Lagomasini, madre de dos hijos adultos, de 31 y 29 años y tres nietos.
“Vine hace tres semanas, pero no me dejaron entrar. Hoy me voy feliz. Ella murió el 18 de julio de 2008 y vengo casi todos los meses aquí. Ahora con el virus no había podido venir, pero mi mamá sigue en mi corazón, ahora de manera espiritual. Era una mujer maravillosa de unos valores incalculables. Fue una luchadora, que nos dio todo”, narró la mujer residente de Carolina.
Dijo que cuando saliera del cementerio, después de desinfectarse, se reuniría con su hijo. “Vamos a compartir en familia, tranquilos, llevando a cabo el distanciamiento social”, sostuvo.
“Pasamos María y los terremotos, pero hay que cuidarse porque este virus es real”, dijo. Sin embargo, destacó que “hay que tener esperanzas” de que la situación en algún momento regrese a la normalidad.
José Negrón viajó desde Río Grande para visitar la tumba de su madre, doña Tomasita Rivera, fallecida en 2007. “Siempre estoy un rato aquí y vengo a darle las gracias por criarme bien. Gracias a ella soy una buena persona”, manifestó el hombre nacido en Puerto Nuevo, San Juan.
“Esto que nos está pasando es una piedrita en el camino para que todo el mundo aprenda a respetar los espacios de los otros”, sostuvo.
En el cementerio, que abrió de 7:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, como estableció la orden ejecutiva, muchos de los visitantes cargaban con desinfectantes para limpiar las lápidas incrustadas en la grama siguiendo el protocolo, pero en nuestra visita de dos horas, pudimos ver algunas personas escarbando la tierra sin guantes.
También un hombre y una mujer, estaban perdidos en el amplio cementerio. Ella, con mascarilla negra, llevaba un ramo de flores en las manos y él, sin mascarilla, cargaba con un galón de agua.
En algunas tumbas sobresalían globos multicolores con mensajes de celebración del Día de las Madres como el que había en una lápida de una difunta enterrada en mayo de 2019.