Un año más para dar gracias en La Fondita de Jesús
El centro celebró su tradicional almuerzo para las personas sin hogar que reciben sus servicios.

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En la Fondita de Jesús, la música navideña comenzó a sonar temprano. Un carrito repartía “popcorn” y piraguas a los invitados, mientras un juego de bingo captaba la atención de los presentes.
Había motivos para celebrar y compartir, pero sobre todo, para ser agradecidos.

Como es ya tradición, La Fondita de Jesús acogió este miércoles a decenas de personas sin hogar que participan de sus programas, para ofrecerles un almuerzo de Acción de Gracias en un ambiente de celebración navideña.
Desde horas de la mañana, muchos ya se habían acercado al centro, un lugar donde por décadas se ha ofrecido a las personas sin hogar un espacio donde recibir servicios esenciales como alimentos, ropas, duchas, recreación y transporte, así como servicios psicosociales y de salud, entre otras asistencias.
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Adentro, los voluntarios de La Fondita ultimaban detalles para asegurar que quienes llegaran al almuerzo pudieran sentirse acogidas, en familia, como de seguro harán millones de personas en muchas partes de Puerto Rico y el mundo cuando se reúnan en torno a una comida de Acción de Gracias.
Y ciertamente eso fue lo que ocurrió una vez esas personas sin hogar se reunieron en el salón principal, en torno a siete mesas cubiertas por manteles verdes y rojos.
La celebración dio inicio con un acto ecuménico, y desde ese momento ya podían notarse los destellos de satisfacción en los rostros de los participantes, usualmente endurecidos por la rudeza de la vida en las calles.

Las sonrisas no tardaron en comenzar a aparecer, ayudadas en parte por el “popcorn” y las piraguas que les ofrecían en un carrito y el juego de bingo, en el que iban llenando sus cartones con granos de habichuelas.
“O-63”, es escuchó anunciar al voluntario que cantaba los números.
“¡Bingo! ¡Aquí, aquí! ¡Bingo!”, reclamó Antonio Figueras Fuentes, un octogenario que se alzó como uno de los ganadores del juego.
“Yo me siento bien feliz y bien contento porque La Fondita de Jesús ha progresado mucho. Y por eso estoy aquí, y estaré todos los años que pueda”, afirmó don Antonio poco después de ganar el bingo.
“Esto representa mucho para mí, porque en mi país esto ya no se hace. Yo soy cubano, y en mi país ya esto no se hace”, agregó, explicando que llegó a Puerto Rico en el 1993, “y seguiré aquí hasta que me vaya pa’l hueco prieto”.
“Y me gané algo. No sé. No me lo han dado todavía. Pero me gané algo”, celebró.
Acabado el bingo, algunos se fueron a la fila del “popcorn” y las piraguas, en anticipo al almuerzo que se podía presentir que estaba a punto de ser servido.
Pero todavía quedaban algunos premios por repartir, y para ese fin lanzaron el reto de adivinar un número entre el 0 y el 50.
“¡El 10!”, gritó un hombre.
“No, ese no es”, le respondió el maestro de ceremonia.
“¡35!”, zumbó otro.
“Ese tampoco es”, le replicaron.
“El 26”, se escuchó.
“Ese es. Se lo llevó”, le respondieron a Nelson Luis Maldonado Bríos, quien se ganó uno de los premios, una mochila con un termo y otros objetos.
“Me siento contento. Imagínate. Son cosas que hacen sentir bien a uno. Lo grande y lo pequeño. Todo es bueno. Y si te hacen una regalía, para mí es alto. Un regalo es un regalo. Está chévere”, comentó don Nelson.
“Igual que yo me siento, los demás aquí, que son pues, ya compañeros de uno, participantes, se sienten extraordinariamente bien”, agregó.
Sostuvo que la actividad del almuerzo “es un aparte, y es chévere”, pero resaltó que “el poderte bañar, el poder comer, el poder desayunar, el poder tener ropa, el poder tener una orientación que bien dadas están aquí tanto por trabajadoras sociales como trabajadores, o sea, hombres y mujeres sociales, pues magnífico. Y el quererte ayudar buscando vivienda y esas cosas, pues son unos méritos que hay que darles a ellos (La Fondita de Jesús)”.
“Esto es lo que no tengo”, afirmó el hombre, con un tono de agradecimiento. “Y esa es la verdad. Y yo me atrevo a decir que es el sentir de los demás, porque todo el mundo está aquí en la contentura”.
“Aquí la empatía se nota, está por ahí permeando”, insistió don Nelson, asegurando que se iba “feliz” con su premio, “como dice la canción, ‘loco de contento con su cargamento’”.
A medida que avanzaba la mañana, los juegos dieron paso a la música tradicional navideña, al tiempo que los voluntarios, muchos de ellos con gorritos, gafas y otros adornos alusivos de la Navidad, comenzaban a servir el esperado almuerzo de Acción de Gracias.
Y así, entre pavo, arroz con gandules y otras delicias, La Fondita de Jesús les ofreció a todas esas personas sin hogar un momento de celebración familiar bajo un techo y con personas esmerándose en que se sintieran queridos, apreciados y, sobre todo, con motivos para dar gracias.


