Es sumamente sospechoso lo que esta ocurriendo con Cueva Ventana. Quien haya tenido la oportunidad de visitarla antes de que el gobierno ordenara su cierre, considérese con suerte, porque pareciera que esta situación terminará por hacer imposible la recuperación de esa joya ecoturística.

La hermosura del lugar es incomparable. Turistas de todas partes del mundo llegaban hasta este rinconcito en Arecibo, para tomarse una foto en la emblemática “ventana”, que nos ha servido de embajadora ante el mundo. La Cueva Ventana está ubicada cientos de pies sobre el valle del río Grande de Arecibo y allí se estableció un buen sistema de visitas guiadas hasta el interior de la cueva que durante la última década, con la ayuda de expertos, se convirtió también en un espacio educativo.

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Personalmente la visité en varias ocasiones y puedo dar fe del cuidado que puso el propietario de la finca, un puertorriqueño, en lograr una experiencia que fuera responsable con la integridad de la cueva que guarda, además, parte de nuestra historia pues está llena de petroglifos taínos. El desarrollo se logró respetando el medioambiente, la flora y la fauna del lugar. Un biólogo estaba a cargo de la protección de las especies y ponía gran empeño en educar a los visitantes sobre la importancia de las mismas.

Pero no siempre fue así, estuve en esa finca también antes de que el parque fuera habilitado. Atraída por la impresionante belleza de la ventana, quise aventurar, como lo habían hecho otras personas. La maleza cubría casi totalmente lo que parecía ser un camino y la entrada a la cueva es sumamente peligrosa si no se conoce. Muchas personas que lograban el acceso iban de manera irresponsable a consumir bebidas alcohólicas, a dejar allí basura y a vandalizar la delicada estructura.

El propietario de la finca habilitó un acceso seguro para visitantes y un área de estacionamiento y baños. Todo muy bien organizado, brindando al visitante y al turista una experiencia completa y segura. Además se construyó el llamado Paso del Indio, para visitar otra de las cuevas, la Cueva León. Una atracción también impresionante, pero esa no vio la luz del día, porque un buen día el gobierno encontró que el parque no tenía todos los permisos y ordenó cerrarlo.

El golpe no es solo para el parque, sino también para la economía de todo el sector, que recibía la visita de miles de personas atraídas por la famosa Cueva Ventana. Los visitantes pagaban una tarifa por entrar a la cueva. Luego consumían en los restaurantes, bares y chinchorros de la zona, compraban recordatorios; en fin, la experiencia completa.

Ahora, a casi dos años del cierre, la corporación está al borde de la quiebra, y las decenas de empleos que se ganaban la vida allí, haciendo además algo importante para el desarrollo económico de la región, se perdieron.

Por supuesto que no se puede operar ilegalmente, es importante que se cumpla con los permisos y si alguno hacía falta, porque tengo entendido que no son todos, pues se deben tramitar. El dueño del Parque Aventura Cueva Ventana dice que ya ha presentado todos los documentos requeridos y aun así no le conceden los permisos. La situación lo tiene al borde de la quiebra.

No quisiera ser mal pensada, pero no puedo evitar sospechar que un inversionista con muchos, muchos millones saldrá a comprar la propiedad. Y a nuestro propietario boricua tal vez no le quede más remedio que venderla. Y a ese nuevo inversionista, probablemente extranjero, sí le van a conseguir los permisos que sean necesarios. Y el negocio con un potencial millonario será para otro bolsillo que no es el puertorriqueño. El gobierno ha sido incapaz de ayudar al dueño puertorriqueño a reabrir su negocio, pero seguramente alguien con otro acento tendrá más suerte. Quisiera equivocarme, pero el potencial de ese lugar es demasiado y no me queda más remedio que sospechar lo peor.