La moral no se puede legislar
“La moral debe ser tema del hogar. Responsabilidad de cada individuo o núcleo familiar”
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Desde hace algún tiempo, los países del mundo han experimentado la desaparición paulatina de los gobiernos de centro. Si usted ausculta distintas referencias, se dará cuenta cómo cada vez los ciudadanos auspician más con su voto gobiernos de derecha o izquierda.
Tampoco hablamos de derechas o izquierdas moderadas. Hablamos de facciones bastante radicales o hasta extremistas. Estados Unidos y Brasil tuvieron su buena dosis con Trump y Bolsonaro, quienes estremecieron a muchos con sus posturas.
Puerto Rico no está exento de esta realidad. El pasado proceso electoral nos dejó a Victoria Ciudadana y al Proyecto Dignidad. Ambos partidos no gravitan alrededor de una filosofía política de estatus, como había sido la costumbre tradicional hasta el 2020.
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El desgaste político, unido a una frustración ciudadana por temas recurrentes que no encuentran soluciones firmes, provocaron una fatiga electoral. Para colmo, el germen de la corrupción ya se adentró en las entrañas de las dos colectividades longevas, provocando que sus diferencias se hicieran invisibles. Ambos son susceptibles a la corrupción, y ello, es un problema.
Proyecto Dignidad quiere pescar en ese río. Piensan, con razón, que al no tener ideología de estatus, es más viable que electores desafectos le presten el voto.
Ahora bien, una cosa es un partido conservador y otra es un partido religioso. En los años 60, el Partido Acción Cristiana fue creado tras la pugna pública de los Obispos más importantes de la Iglesia Católica contra Luis Muñoz Marín. Ante la supuesta política liberal de permitir el establecimiento del uso de las pastillas anticonceptivas, entre la ciudadanía de aquel momento.
Gobernar es un arte difícil. Usted tiene que servir a una compleja masa humana que tiene intereses, necesidades, gustos y preferencias diferentes. Un gobierno no puede encapricharse con políticas o posturas que rindan beneficios a determinados sectores, pues al hacerlo, se convierte en otra cosa. Así nacen dictaduras, gobiernos totalitarios o fascistas.
Tomemos, por ejemplo, la Ley de Cierre. Cuando se tocó, generó controversias. Por un lado, los que prefieren que parte del comercio no abra sus puertas. Estos argumentan que se debe tener un día de descanso o tiempo para que se pueda ir a la iglesia. Otros, lo miran con el enfoque de que la economía no se debe afectar.
Balance es la respuesta. Una buena mayoría está libre de su carga semanal, mientras otros trabajan para que esos que laboran de lunes a viernes puedan hacer diligencias que de otra forma no podrían. Todos tienen tiempo de cumplir con su fe y congregarse.
Otro ejemplo interesante: Muchos de esos conservadores, resintieron que el gobierno les impuso la vacuna del COVID-19 durante la pandemia. Defendían su derecho a decidir. ¡Fenómeno!
Se camina en una ruta desconocida. Se trataba de una pandemia. El mundo estaba en una crisis, cual reportaba miles y miles de muertes. Los niños resistían mejor que el adulto. El adulto mayor resistía menos que los otros demográficos. ¿Cómo defiendo a todos? Esa fue la pregunta que se hicieron los gobiernos.
Ante ello, se optó por la vacunación compulsoria, para evitar tener “bombas de COVID con piernas” contagiando a todos.
Ya la pandemia no tiene la magnitud dantesca del pasado y al parecer, formará parte de nuestra realidad como ocurre con la influenza y otras condiciones.
Lo curioso es que esos que reclaman poder decidir sobre su cuerpo en el tema de las vacunas, no quieren reconocer igual derecho, con quienes creen en el aborto. A esos se les condena. Dicen que para nada es un método de planificación familiar y hasta los califican de asesinos.
Son visiones morales, que no necesariamente son compartidas por todos. Cada familia debe manejar estos temas con la responsabilidad que entiendan. Así como otros asuntos, tales como el respeto a la mujer, la perspectiva de género, temas de sexualidad, etc. Cada cual deberá discutir su creencia a su modo.
El gobierno no se puede meter a restringir. Se tiene que velar por un clima lo suficientemente saludable, que permita la convivencia de temas controversiales entre todos los que componen la sociedad.
La moral debe ser tema del hogar. Responsabilidad de cada individuo o núcleo familiar.
Claro a nivel de Gobierno, con normas mínimas de decoro y respeto. La moral no siempre se puede legislar, pues puede rayar en alguna violación de derechos, y ello no es lo que se persigue.
Proyecto Dignidad tiene una gran oportunidad electoral, pero a la misma vez, un gran reto en su mensaje. De eso dependerá su crecimiento y ver si finalmente pudiera llegar a sustituir uno de los principales partidos políticos actuales. En sus manos queda cómo manejarán sus temas y Proyección.
De los liberales, hablaremos la semana próxima.
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Egresado de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico y con una experiencia de 28 años en el campo del periodismo. Labora como reportero de NotiCentro y es el ancla de la Edición Estelar. Moderador del programa “Normando en la Mañana” de Noti Uno 630 y desde el 2011 columnista del periódico Primera Hora. Desde el 2013 produce y dirige el programa Ahí Está la Verdad por Wapa Televisión. Padre de seis hijos y orgulloso hijo del pueblo de Utuado.
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