Corrían los primeros años de la década del 90 y gracias a mi labor en la desaparecida emisora radial La Súper Kadena Noticiosa, tuve la dicha de conocer a varios de los integrantes del original Trío Vegabajeño.

Estaban en su época madura, lejos del esplendor alcanzado en los años 40, 50 y 60. Sin embargo, disfrutaban del legado que habían alcanzado.

Fernandito Álvarez había creado una fórmula que le permitió que su singular propuesta musical se convirtiera en nuestro Trío Nacional. Tenía gran olfato y supo atemperarse a los cambios. Es así como aceptó introducir el instrumento llamado requinto, para refrescar y potenciar al “Vegabajeño”.

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Lo hacía un poco tarde pues ya “Los Panchos” habían revolucionado la música de trío tras su surgimiento en el 1944. Alfredo “el güero” Gil, había presentado en sociedad una guitarra más pequeña que emitía un sonido diferente. La rapidez de sus manos y su cadencia particular ayudaron a que su fama se propagara por toda Latinoamérica. Eventualmente, diversos lugares del mundo también se rendirían a su pies.

Fernandito apostó a un talentoso joven de Aibonito para que se uniera a la agrupación. Es así como en el 1952, Jorgito Hernández sazonó al trío con sus armoniosos acordes. Aunque Fernandito sentía que se “apancharon”, lo cierto es que subieron de nivel. La melodía creada por el requinto de Jorge era único.

Usted escucha el repicar de la introducción de “Cantares de Navidad”, así como de la sabrosa guaracha “Punto”, y reconoce de inmediato que se trata del Trío Vegabajeño. Ese sello lo impregnó este distinguido aiboniteño.

Jorgito era menos conversador que Fernandito o el mismo Benito de Jesús, pero resultaba ameno sentarse hablar con él. Eso sí, era un hombre muy sencillo. No se vanagloriaba de su talento. Era hombre de familia y muy trabajador.

Jorgito se separó de la agrupación entrado el 1965. Apostó a nuevos rumbos, entre ellos un estudio de grabación. Colaboró con infinidad de grupos y grabaciones musicales.

Dando mis primeros pasos en la radio, recuerdo que en mi turno de fin de semana estaba a cargo de producir el espacio musical “Cuerdas en la noche”. Tenía que resaltar la música de tríos. Así fue como descubrí a muchas de esas trilogías de la isla y del extranjero.

Eran los años 80 y en mis manos cayó un disco de Danny Rivera. Lo acompañaba la agrupación Alpha 4 que ayudó a crear Jorgito. Ese disco era un homenaje a Cheíto González y su contenido era “caviar”.

Con el pasar de los años fallecieron Fernandito y Benito. Con Jorge perdí el contacto. Sabía de él de manera ocasional, cuando me topaba en alguna actividad con uno de sus hijos, quien es un extraordinario sonidista.

El año 2024 lo reclamó para la eternidad. El pasado 7 de enero fallecía a los 89 años. Los festejos navideños opacaron su partida. Eso me dio pena. Jorge merecía más “fanfarria”, pues no fue un músico ordinario. Era un maestro del requinto y el que tuvo la oportunidad de verlo como concertista, puede dar fe de ello.

Su despedida final se dio el pasado domingo en una funeraria de San Juan. Con él se cierra una época maravillosa. Parte así el último de los “Vegabajeños” , más sin embargo, esto no es un “Punto” final. Su música queda como legado. Ese requinto seguirá sonando tan campechano como en los 50.

Gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de conocerlo. A su familia, un abrazo apretado.