“El educador ya no es solo el que educa sino aquel que, en tanto que educa, es educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser educado, también educa.”

-Paulo Freire-

Estamos celebrando la Semana de la Educación en Puerto Rico en la que honramos la gesta de todos nuestros maestros, directores, principales, personal académico y, sobre todo, la de nuestros estudiantes.

Son muchos quienes critican la labor de nuestros maestros, pero pocos los que se ponen en el lugar de ellos. Otros que señalan la falta de motivación de nuestros estudiantes, pero como bien he dicho en muchos foros, reuniones y momentos desde que comenzó la pandemia, estamos frente a algo nunca antes vivido. Estamos aprendiendo a enseñar nuevamente.

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Toda esta situación nos ha obligado a pensar fuera de la caja e incluso salirnos de nuestra zona de confort. Ciertamente, los maestros estamos agotados y nos encontramos trabajando el doble. Trabajamos a todas horas y todos los días de la semana. Hay estudiantes que cooperan y otros que no. Padres solidarios y comprensivos, y otros que menosprecian la labor que realizamos. Muchos colegas haciendo de tripas corazones para darlo todo y dar lo mejor de ellos.

Ahora bien, no todos los estudiantes tienen la culpa. La culpa es compartida. Debemos formularnos varias preguntas: ¿por qué han perdido el interés? ¿Qué diferencia hay entre esta generación y la pasada? ¿Qué estoy haciendo yo para conquistarlos? ¿Tienen todos los mismos recursos? ¿Me he puesto en el lugar de ellos?

Esas son algunas de las interrogantes que ahora vienen a mi mente y les invito que reflexionen. Si para nosotros los adultos toda esta situación pandémica es una tortura, imagínense para los niños y los jóvenes que están en pleno desarrollo, búsqueda y crecimiento. Vivimos momentos difíciles y todavía nos queda para rato.

Colegas, no perdamos de perspectiva que los estudiantes son nuestro norte y debemos mantenerlos cautivos. Aquel que es, posiblemente, más retante, que se convierta en tu motivación. Insisto, es momento de aprender con ellos.

Debo decir que mi experiencia como profesora ha sido muy gratificante. Sí, estoy agotada, pero estoy satisfecha. Tengo la bendición de tener unos estudiantes ávidos y con muchas ganas de aprender. Son jóvenes con un interés genuino en cambiar el país en el que vivimos. Me he encontrado con un grupo de estudiantes con mucha disposición.

Así que, colegas, a pesar del cansancio que todos tenemos, les invito a no desesperarse, porque desesperarse es perder la esperanza y esta debe acompañarnos cada vez más. Les invito a que reconecten con aquellas razones que le llevaron a ser maestro. Y, sobre todo, no pierda de perspectiva que en nuestras manos está la responsabilidad de formar los seres humanos que le darán continuidad a la gesta que se ha ido construyendo en nuestra nación.

Estamos contribuyendo en el desarrollo del presente de nuestra patria.

Posiblemente, piensen que mi optimismo me invita a vivir en una utopía, pero simplemente comparto mis impresiones al momento. Me gozo a mis estudiantes y aprendo con ellos.

Confieso que hay días más pesados que otros, pero al ver el crecimiento de los jóvenes, todo pasa a un segundo plano y conecto con mi objetivo principal: mis estudiantes.

¡Ánimo! Estamos a punto de culminar el semestre con la satisfacción que solo da el deber cumplido. ¡Fuerza! Con que impactemos una o dos vidas, el trabajo está hecho. A ustedes, padres, comprensión y apoyo para nuestros maestros y estudiantes. ¡Felicidades a todos los maestros y estudiantes!